Tensión en Rosario: asesinaron a otro miembro de la barrabrava de Rosario Central
A "Chicha" Ferreyra le dispararon mientras se encontraba en su domicilio, ubicado en la zona sur de la ciudad. Las investigaciones vinculan al hecho con la muerte de Andrés 'Pillín' Bracamonte, ex jefe de la barra "canalla".
EL LUGAR DEL HECHO. La fachada de la casa de "Chicha" Ferreyra, lugar donde el barra fue asesinado.
El conflicto por el control de la barrabrava de Rosario Central volvió a teñirse de sangre. Juan Domingo Ferreyra, conocido en el ambiente como “Chicha”, fue asesinado a balazos el sábado por la noche en la puerta de su casa, ubicada en Ameghino al 500. Era uno de los referentes históricos de una de las facciones que pelea por el liderazgo en Arroyito desde hace más de una década.
El crimen ocurrió de manera planificada y ejecutado con frialdad. Según la información preliminar de la investigación, un hombre llegó al lugar a bordo de una moto conducida por un cómplice. El atacante descendió, se acercó a un ventanal del domicilio, llamó por su nombre a Ferreyra y, sin mediar palabra, disparó varias veces a través del vidrio. Las balas impactaron en el rostro, el pecho y el abdomen de la víctima, que murió en el acto.
El cuerpo fue hallado por familiares en el interior de la vivienda, con heridas de arma de fuego en el pómulo derecho, el tórax y el abdomen. El fiscal de la causa, Luis Schiappa Pietra, ordenó el traslado del cadáver al Instituto Médico Legal de Rosario para la realización de la autopsia, mientras la División de Homicidios de la Policía de Investigaciones secuestró el celular de Ferreyra y comenzó el relevamiento de cámaras de seguridad de la zona en busca de pistas.
En el domicilio también vive su hermano, Juan Carlos “Gordo Ema” Ferreyra, quien se encontraba en la planta alta al momento del ataque. Ambos son medio hermanos de Oscar “Paco Mono” Ferreyra, vinculado en su momento a la banda narcocriminal Los Monos y conocido por haber sido uno de los principales laderos de Andrés “Pillín” Bracamonte, el exlíder de la barra de Central asesinado en noviembre del año pasado, junto a su mano derecha, Daniel “Rana” Attardo.
Las sospechas iniciales apuntan a una nueva interna por el control de la hinchada. Desde la muerte de Bracamonte, la barra brava del Canalla se encuentra fracturada y sin una conducción clara, lo que ha desatado una escalada de violencia entre distintos grupos con aspiraciones de liderar.
La lista de posibles herederos de Bracamonte era corta pero compleja. Uno de los nombres fuertes era el de Daniel “Pitito” Martínez, el tercero en la línea de mando. Sin embargo fue detenido bajo la acusación de encubrir los crímenes de Bracamonte y Attardo, e incluso se investiga si pudo haber tenido un rol como entregador. Eso lo dejó fuera de la disputa.
Otro que sonaba como sucesor era el “Turco” Sarat Navas, pero días antes del último partido de Rosario Central en 2024, su casa fue baleada en un claro mensaje mafioso. Según trascendió, detrás de ese ataque estarían los viejos miembros del grupo “Los Chaperos”, desplazados por Bracamonte hace más de 10 años cuando selló su alianza con Los Monos.
El panorama actual muestra un escenario fragmentado, con distintos sectores buscando imponer su dominio. Del otro lado del conflicto está el ala vinculada a Los Monos, debilitada tras el asesinato de Samuel “Gordo Samu” Medina, otro nombre fuerte dentro de la barra, ejecutado en octubre pasado. También tenía peso el grupo comandado por Julio “Cara de Goma” Navarro, ex mano derecha de Bracamonte, que también fue asesinado, y cuya hija Leila está imputada en la causa que investiga el crimen del exlíder.
En Rosario la tensión crece y todo apunta a que puede haber más muertes
El asesinato de “Chicha” se da en ese contexto de reacomodamiento forzado y feroz. No se trata sólo de una interna futbolera: detrás hay negocios, dinero y vínculos con el narcotráfico que potencian la violencia.
Rosario, una ciudad que viene arrastrando una crisis de seguridad cada vez más profunda, suma otro caso que confirma que las disputas territoriales y de poder no se resuelven con elecciones internas, sino con armas de fuego.
El temor en Arroyito crece. La pregunta no es si habrá más muertes, sino cuándo; y quién será el próximo.






















