

La postal es contundente: un turista que llega a la zona de Punta Iglesia, en pleno centro de Mar del Plata, se encuentra cara a cara con un momento eterno. La atajada de Emiliano “Dibu” Martínez a Kolo Muani, en el minuto 123 de la final del Mundial de Qatar 2022, quedó inmortalizada en una gigantografía de 4,50 por 2,70 metros, que domina la esquina de Diagonal Alberdi y Corrientes. Justo allí, en donde el mar se mezcla con la ciudad, el arquero se convirtió en ícono. Abajo, se lee la frase que resume todo: “Mejor arquero del mundo. Orgullo marplatense”.
Esa imagen reemplazó a otra más antigua que recordaba su atajada decisiva contra Colombia en la semifinal de la Copa América 2021. Ahora, debajo de su figura, flamean sus títulos: dos Copas América, una Finalissima y el Mundial. A sólo unos pasos, una calle lo homenajea con nombre propio: Diagonal Emiliano “Dibu” Martínez, el héroe que todos en “La Feliz” consideran como uno de los suyos.

El “Dibu” está en todos lados. En la Escollera Norte, uno de los puntos más visitados por marplatenses y turistas, un imponente mural lo muestra emocionado tras consagrarse en la Copa América 2024. La obra fue realizada por el artista Demian Pérez quien contó cómo nació el homenaje. “El papá del ‘Dibu’, ‘Beto’, es como el padrino de la escollera. La idea surgió entre él y los hermanos González, que se encargan del mantenimiento de la zona. Me llamaron y no lo dudé”, le explicó Pérez a LA GACETA.
Demian reveló además que el “Dibu” siguió todo el proceso a la distancia. “Mientras pintábamos, ‘Beto’ le mandaba fotos. Él respondía feliz, decía que le encantaba. Hasta los jugadores de la Selección lo vieron. Fue un orgullo para mí haber dejado mi granito de arena en un lugar tan simbólico”, aseguró.

En otra esquina emblemática, frente a la Plaza San Martín, la cara del “Dibu” vuelve a aparecer. Esta vez, en una campaña de Adidas con el lema “You Got This”, enfocada en concientizar sobre la salud mental en el deporte. La imagen, gigante y poderosa, refuerza una vez más lo que ya es un hecho: Mar del Plata no solo lo vio nacer, también lo eligió como emblema.

Pero para entender su importancia hay que ir más allá de las paredes pintadas. Hay que hablar con quienes lo conocen desde antes que el mundo lo viera llegar. Miguel Ángel Farías, chofer de Uber y seguridad en el club Newbery Athletic, compartió días de pesca con “Beto” Martínez, el padre del arquero. “El viejo es una persona sencilla. Vive en el mismo barrio de siempre y sólo va de visita a la casa del ‘Dibu’ en Rumencó. El ‘Dibu’ le dejó su camioneta y cada vez que viene se entrena acá, como uno más. Es muy cercano con todos, no se olvida de dónde salió”, expresó Farías.
El chofer, que no dejaba de recibir pedidos de viaje, también reveló una historia más íntima. “El padre del ‘Dibu’ estuvo mal del corazón, pero ahora ya está bien. Es un tipo muy orgulloso de sus hijos, los criaron con humildad. Y eso se nota en cada gesto de Emiliano”, analizó.

Los inicios del “Dibu” Martínez
Esa humildad fue forjada desde la infancia. Hijo de Alberto y Susana, Emiliano nació el 2 de septiembre de 1992 y se crió en el sur marplatense, muy cerca del Bosque Peralta Ramos.
Su primer club fue General Urquiza, luego pasó a Talleres (a pocas cuadras de su colegio secundario, la Sagrada Familia) y más tarde a San Isidro, donde lo entrenaron Jorge Peta y “Cacho” Gonzalo. Ahí practicaban en la Plaza Sicilia, sin luces, sin materiales, con botellas llenas de arena como conos improvisados.

“Lo tuve desde los 10 años y medio hasta los 12. En dos años me di cuenta de que tenía una cabeza distinta. Una mentalidad tremenda. Lo llevamos a River, a Boca, pero no quedó. Él decía: ‘Profe, no pasa nada. Ya va a llegar’”, explicó Peta, aún con orgullo del arquero de Aston Villa.
“Un día me miró y me dijo: ‘Profe, yo voy a jugar en Primera, voy a sacar adelante a mi familia y voy a ser el arquero de la Selección. Y cuando me ponga el buzo, no me lo van a sacar más’. Te lo decía con una seguridad que te erizaba la piel”, recordó Peta con la voz quebrada.
Además, el formador de San Isidro contó que muchas veces entrenaban sin recursos. “Un día no teníamos conos, y él me dijo: ‘¿Y qué importa, profe? Si los conos no atajan penales’. Esa era su mentalidad, no lo frenaba nada”.

La relación entre ambos nunca se cortó. Ya consagrado, el “Dibu” volvió a buscarlo. “Me escribió por Instagram, me saludó para mi cumpleaños. Un día fuimos a tomar un café, y me contó lo de Yerry Mina. Me dijo: ‘Profe, cuando le dije lo de "mirá que te como", lo hacía para meterle presión. Se había portado muy mal con mis compañeros’. Yo no podía creer lo que me estaba contando”, dijo entre risas.

Lágrimas de orgullo
Cuando llegó el debut en la Selección, Peta no pudo contener las lágrimas. “Lloré como un nene. Cuando atajó ese penal en la final del mundo, me explotó el corazón. Porque lo soñó, lo laburó, lo merecía. No hay marketing ahí. Hay hambre, hay coraje”, sentenció.
En San Isidro hoy cada niño que llega sueña con ser como él. Maximiliano Daniele, coordinador del club, lo confirmó. “Hace más de veinte años que estoy acá y no hay chico que no lo nombre. Su paso fue breve, pero nos marcó para siempre. Es nuestro referente, nuestro modelo a seguir. Lo logró todo con esfuerzo y perseverancia. Eso es lo que enseñamos con su historia”.

Mar del Plata vibra con cada partido del “Dibu”. Durante el Mundial, las pantallas se multiplicaron en Las Toscas; las camisetas florecieron en las plazas; y los murales crecieron como testigos del agradecimiento popular. Porque Emiliano no sólo es el arquero campeón del mundo, es un hijo de esta ciudad, que no lo olvida.