La obra de Timoteo Navarro late en la actualidad

Biomba Galería reúne en una exposición trabajos del plástico tucumano con creaciones de cuatro artistas locales contemporáneos. Los objetivos.

UN ARTISTA DE REFERENCIA. La comercialización de la obra de Timoteo Navarro es escasa, por lo que Biomba Galería da la posibilidad de conocerla. instagram Biomba galería UN ARTISTA DE REFERENCIA. La comercialización de la obra de Timoteo Navarro es escasa, por lo que Biomba Galería da la posibilidad de conocerla. instagram Biomba galería

“Cuerpos desde el territorio en búsqueda del paisaje” es el nombre de la muestra que reúne dos períodos muy distintos de las artes visuales tucumanas, con cinco artistas que superan el tiempo y las estéticas para dialogar en la construcción de sentido a través de sus obras. La exposición conjunta estará montada hasta el viernes 30 en Biomba Galería (Santa Fe 240, con acceso libre y gratuito), donde convive la creatividad constructora de la tucumanidad de Timoteo Navarro, referente por excelencia de la plástica local, con cuatro contemporáneos que reinterpretan su legado a partir de sus propios aportes y construcciones expresivas: Blanca Machuca, Rosalba Mirabella, Agustín González Goytía y Jerónimo Salvatierra.

“Esta exposición entabla diversos cruces entre una selección de dibujos, témperas y óleos de Navarro con obras de cuatro artistas de la escena tucumana actual. En base a ello se definieron cuatro líneas de diálogo entre estas piezas y el legado del maestro: el dibujo de retratos, las arboledas del parque 9 de Julio, los paisajes y los charcos”, plantea la curadora Diana Ferullo. Por su trascendencia, el Ente Cultural de Tucumán la declaró de Interés Cultural.

“En Biomba Galería tenemos el honor de alojar nuevamente a un artista señero como Timoteo Navarro en contacto con un público que pretendemos se consolide y sume adeptos a una escena rica en recursos y manifestaciones. Fue un artista imprescindible para poner al arte tucumano dentro de la esfera nacional; de ahí la importancia de esta muestra para acercarnos a los orígenes de la historia de las artes visuales de la provincia”, plantea María Elvira Forenza.

EN DIÁLOGO. Una composición fotográfica de Jerónimo Salvatierra. EN DIÁLOGO. Una composición fotográfica de Jerónimo Salvatierra.

La galería es un desprendimiento de El Taller, instalado desde hace más de dos décadas en Tucumán. Su surgimiento responde a la necesidad “de generar nuevos movimientos y entramados entre artistas, instituciones, profesionales del arte y el público para impulsar y optimizar vínculos”. “Biomba trabaja para insistir, resignificar y consolidar su compromiso con la circulación y venta de los artistas con los que trabaja”, se agrega institucionalmente. Este proyecto continúa con otras experiencias de relacionar obras de diferentes momentos del arte local, y continuará con despliegues similares en el año.

“Es la primera exposición del año y van a venir otras que estamos terminando de armar para vincular artistas que ya han fallecido con los que están trabajando con la galería y son de la escena actual. Timoteo ha sido siempre como una especie de figurita difícil, cuando nos enteramos que algún cliente lo tiene, decimos ‘qué suerte’. Su obra se ha comercializado poco y es bueno que comience a circular para que la comunidad la tenga, más allá de que el Museo Provincial de Bellas Artes se llame así y que haya cuadros suyos en la Municipalidad y en la Caja Popular. Que la tengan nuevos cuidadores, como me gusta decir a mí, es importante así como que en el imaginario de la gente esté presente”, subraya Mariana Sabeh.

Los vínculos

En el detalle de cada vínculo se encuentra la esencia de los objetivos buscados o surgidos en la praxis. Las tintas de Timoteo, que se presentan de modo “simple, preciso y austero” según Ferullo, se enlazan con la serie en lápiz blanco “Destrato a la memoria” de Machuca, sobre personajes de comunidades originarias “excluidas y silenciadas”, destinadas al olvido y víctimas de violencias y de opresiones, junto con expresiones de insectos o de la naturaleza vigorosa en una vuelta a las raíces.

“La respiración del lago” es el aporte de Mirabella (en grafito y carbonilla), que dialoga con las témperas de Navarro inspiradas en el parque 9 de Julio, un territorio conocido, cercano y vivido por el artista. “Parte de un relevamiento fotográfico del lago San Miguel; esta figuración detallada converge con la abstracción por medio de una cabeza monstruosa que emerge del espejo de agua. La artista remite sus búsquedas a un paisaje cotidiano en relación a su propio recorrido por la ciudad, poniendo el acento en lo patrimonial y su dislocamiento a través de elementos extraños en los que el ambiente se enrarece”, afirma la curadora.

CREACIÓN TEXTIL. Un trabajo de Blanca Machuca integra la muestra. CREACIÓN TEXTIL. Un trabajo de Blanca Machuca integra la muestra.

González Goytía aporta, en su pintura, “un collage de atmósferas, un paisaje desarmado y recompuesto en telas sin imprimar, planos adheridos, espacios circulares recortados y vueltos a pegar; cada parte es un organismo que va creciendo como si fuera un cuerpo con experimentos de color en torno a las reacciones de la tela”, se plantea en el texto curatorial que presenta la muestra.

Salvatierra, por último, aborda la obra de Timoteo en el montaje fotográfico “Callejón con casas”, una relectura de “Paisaje con flores” del maestro y que remite a su vez a cuando Navarro iluminaba las fotografías sacadas por su padre. Ferullo lo define como “un rescate patrimonial que se erige a partir de registros de construcciones centenarias de los Valles Calchaquíes; decide unir estas volumetrías con el relevamiento de un corral al final de un callejón de tierra y barro en Palo Seco, Santa María”.

PUNTO DE VISTA

Las inspiraciones y la generosidad de un creador incomparable de la paleta tucumana

Diana Ferullo

Curadora

Cada mañana Timoteo pintaba. Lo hacía muchas veces al aire libre, rodeado de montañas, parques o barro. Se movía hacia el encuentro del que sería su paisaje. No uno impuesto, sino uno elegido. Un paisaje que denotaba, junto a su método y su disciplina, una mirada comprometida con la realidad circundante. Acompañado por su hija, movía el paspartú sobre el agua estancada para decidir un encuadre. El caballete clavado en un territorio silente que lograba con su espátula dar voz al ahogo. Nadador de contracorrientes, poblador de los entornos más vulnerables. Volvía el óleo, empaste opaco y materialidad reveladora. Se decía a sí mismo albañil de la pintura, hoy diríamos un trabajador de las artes.

Navarro enseñó de manera generosa en la Escuela Infantil de Artes Plásticas, en el Instituto Superior de Artes y en la Facultad de Arquitectura. A veces, las consultas de los estudiantes se prolongaban en la residencia del artista, al tiempo que sus colegas afirmaban que ni los premios holgaban el ego del maestro. Solía decirles que había que pintar “con la misma naturalidad con que nos abrochamos el chaleco”. En ese fluir del cotidiano, su universo se percibía a través de múltiples capas de música, motores y tijeras. Junto a su padre había aprendido a hacer iluminados fotográficos y sus estudios se empalmaron con las artes por primera vez en Santa Fe, geografía con la cual nunca cortó vínculos y en la que era miembro de la Sociedad de Artistas Plásticos locales. También lo sería más tarde de la de Pintores y Escultores tucumanos.

Definía el no tener techo propio como “el problema de la casa”. Era un artista sin residencia fija, como ocurre tanto ahora. Su morada quedaba supeditada a préstamos institucionales, afectivos o a una renta. La escuelita del Parque fue su refugio por años y cuando por fin tuvo el dinero para comprar vivienda, se lo fue prestando a artistas amigos, que nunca pudieron darle retorno. “Pintando me olvido de todo y creo que el fin de mi vida es pintar”. El artista brindaba, como sólo lo hacen los grandes maestros, repetidas lecciones de humildad. En la última etapa de su carrera se gesta su serie más abstracta. Desde un enfoque macro, Timoteo pinta los charcos de los barriales del Salí. Oscurece aún más su paleta hacia el marrón, gris y empantanados verdes y azules. Su pintura se inunda de potencialidad expresiva que denuncia existencias adversas. La espátula se hunde en cortes verticales de influencia oriental. El empaste abundoso y táctil se vuelve lodazal con varillas, juncos y yuyos. La metonimia de la parte por el todo elude cualquier línea de horizonte. La cuestión social se hace barro frontal. La inmediatez del charco situado trasciende múltiples geografías angustiosas. “Un artista es aquel capaz de ver bajo el agua sucia”.

Mirar al costado deja de ser una opción posible.

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