Misterio y soledad: la atrapante historia del pueblo que tiene un solo habitante

Eligió quedarse en un pueblo fantasma que resiste al olvido y atiende una pulpería centenaria que mantiene viva la memoria de toda la comunidad .

Misterio y soledad: la atrapante historia del pueblo que tiene un solo habitante
22 Junio 2025

A 490 kilómetros de La Plata, en la vasta región sur bonaerense, Quiñihual se alza como un eco del pasado. Este pueblo, alguna vez hogar de 700 personas que dieron vida a casas, comercios, una escuela y un club de fútbol, sucumbió al aislamiento. 

Su historia espléndida y resistente quedó relegada al olvido cuando el Ferrocarril de La Plata fue desmantelado entre 1990 y 1994, un golpe que llevó a la migración de sus trabajadores ferroviarios y rurales. 

Hoy, Quiñihual, que fue un pueblo dinámico durante décadas, solo alberga a un único habitante, rodeado por el silencio campestre y el polvo del desuso que invaden sus calles y edificios.

La única persona que vive en el pueblo, atiende una desolada pulpería

Las familias migraron y el pueblo fue desvaneciéndose hasta quedar con un único habitante: Pedro Meier, de 67 años, quien decidió ser el custodio de un pueblo abandonado. "Vine a los siete, mi padre compró un campo y un almacén y bueno, de ese tiempo estoy acá”, graficó y siguió contando su historia "Alquilé unos campos, hace ya más de 30 años, cerca del pueblo, a unos 25 kilómetros, y antes de trabajar, me quedo allí haciendo chacras y luego voy a la pulpería, donde me quedo durante varias horas, esa es mi vida".

La pulpería de Pedro, cuya edificación data de fines del siglo XIX, tiene balanzas antiguas, múltiples mesas con diferentes manteles hogareños y la decoración de los diferentes productos en las repisas. Funciona como tienda, refugio y confidente. Relató que es concurrido por personas que se acercan de pueblos vecinos que se quedan hasta la noche y turistas fascinados por la historia del lugar.

¿Cómo es Quiñihual, el pueblo abandonado con un único habitante?

El nombre del paraje rinde homenaje a un cacique indígena que resistió, sin rendirse, durante la Conquista del Desierto. Quiñihual fue acorralado por el ejército de Roca en 1879 y eligió morir antes que abandonar su tierra. Esa historia de lucha y arraigo parece repetirse, casi un siglo y medio después, en la figura de Meier, quien defiende su modo de vida con las armas pacíficas del trabajo, la constancia y la memoria.

Al caer la noche, cuando las sierras ocultan el último destello y el campo se sumerge en el silencio, la luz del generador vuelve a prenderse.

La vida en Quiñihual exige un tipo de fortaleza que no se mide con relojes ni métricas urbanas. Pedro cría vacas, cerdos y animales de granja. “Antes se trabajaba muchísimo más. Porque siempre se asomaban gente. El progreso de los tractores, herramientas más grandes, se cortó la circulación de los trenes y eso provocó se cierre absolutamente todo”.

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