"Es una forma de ayudar a toda la comunidad": la Fundación FAI vuelve a apostar al arte y las antigüedades con su feria anual

Como cada año, cientos de objetos cambian de dueño para transformar vidas. Todo lo que se vende en el tradicional evento ayuda a sostener una casa hogar y un centro comunitario donde los niños pueden imaginar un futuro distinto.

OBJETOS CON HISTORIA. Detrás de cada elemento que se exhibe, además de delicadeza, también hay recuerdos. LA GACETA/ FOTO ARCHIVO OBJETOS CON HISTORIA. Detrás de cada elemento que se exhibe, además de delicadeza, también hay recuerdos. LA GACETA/ FOTO ARCHIVO

“Los sacás de la calle y les das herramientas para insertarse en la sociedad desde otro lugar”. Con esa frase, que suena sencilla pero guarda un enorme trabajo detrás, Dolores Alfieri resume la tarea que desde hace casi 34 años realiza la Fundación para Albergues Infantiles (FAI) en Tucumán, en los días previos a su gran feria.

La organización funciona con un modelo que parece complicado de sostener en estos tiempos: todo el equipo es voluntario. Su tarea abarca desde el cuidado diario de los chicos que viven en una casa hogar en pleno centro (Buenos Aires 855), hasta la atención de decenas de niños más en un centro comunitario en Lules, donde reciben comidas, apoyo escolar y talleres. “Como no se quedan a dormir, ahí podemos recibir muchos más chicos”, explica Dolores.

Sostener esta estructura no es fácil, y de hecho, cada año se vuelve más complejo. “Hacemos magia para subsistir”, admite. Y en esa magia colectiva entra su cita anual que ya se convirtió en un clásico tucumano. La venta solidaria de arte y antigüedades, que este año celebrará su edición número 29.

Lo que no se ve, y sin embargo es esencial, es el trabajo que se realizó en estos días previos. Clasificar, poner precios, armar la exposición. Pasos pequeños para que todo brille durante la próxima semana.

Una feria con alma

La propuesta se basa en la consignación. Es decir las personas llevan objetos que desean vender, un equipo de tasadores de FAI los evalúa y les pone precio, y si se venden, el 30% del valor queda para la fundación y el 70% va para el propietario. “Es una forma de ayudar a ambas partes. Muchas veces quien vende necesita esa plata por temas de salud o porque está vaciando una casa familiar”, cuenta Dolores.

Así lo que comenzó como una venta de antigüedades valiosas fue ampliándose con el tiempo. Hoy hay objetos para todos los gustos y bolsillos: cristalería, porcelana, muebles, lámparas, esculturas, cuadros, cubiertos, curiosidades.

Entrar al lugar donde se realiza la venta es como atravesar un túnel del tiempo. Todo está dispuesto con delicadeza, como si el pasado encontrara refugio en ese espacio.

UNA SEMANA. Habrá oportunidad para recorrer y comprar objetos durante siete días. LA GACETA/ FOTO DE ARCHIVO UNA SEMANA. Habrá oportunidad para recorrer y comprar objetos durante siete días. LA GACETA/ FOTO DE ARCHIVO

Sobre las paredes se exhiben obras de arte, y en ediciones anteriores, las mesas exhibieron desde relojes de bronce hasta copas talladas, en una atmósfera cálida y llena de memoria. En cada rincón se busca mezclar estilos y décadas, algo que invita a la contemplación, pero también al hallazgo. Uno nunca sabe con qué tesoro puede salir.

“Este año hay cosas hermosas. Por ejemplo, tenemos una mesa colonial con tapa de mármol, un reloj cucú, sillones, sillas hamacas, cosas para el campo, y obras de artistas como Quinquela Martín, Chivili, Demetrio Iramain, Juan Carlos Iramain, Aurelio Salas, Pedro Molina, Ramos Gucemas, Rubén Kempa… y la lista sigue”, enumera.

Hasta ahora, en la fundación ya tienen clasificados cerca de 2.500 lotes. Cada uno puede ir desde una cucharita hasta un juego completo de comedor.

“Hay quienes nos dicen que nunca soñaron tener una vajilla inglesa, pero compran cinco tazas o cuatro copas y sienten que pueden poner una mesa con elegancia, a costos mucho más bajos que juegos completos. Y eso también es hermoso”, dice Dolores.

Cuándo y dónde

La venta comenzará el sábado 28 de junio y se extenderá hasta el domingo 6 de julio, de 10 a 20 en el local de calle Alberdi 230. Se puede pagar en efectivo, por transferencia o con tarjeta. Pero más allá de la compra, muchas personas asisten simplemente para curiosear, conversar, o conectarse con ese mundo de objetos con historia.

“Ya desde marzo o abril la gente empieza a preguntar cuándo empieza la feria. Vienen no sólo compradores, también asisten vendedores que necesitan desprenderse de cosas y estudiantes de arte que quieren inspirarse o comprar algo único. Hay para todos los bolsillos”, afirma.

Por estas razones, y porque Alfieri reconoce que los tucumanos son muy solidarios, las expectativas de esta nueva edición son altas.

Sostener

Detrás de todo este trabajo hay un equipo de voluntarios, por lo que quienes no puedan asistir a la feria pero quieran colaborar, pueden contactarse con FAI a través de sus redes sociales o acercarse a sus sedes, porque siempre se necesitan manos, donaciones, e ideas. Porque en un país donde la situación económica cambia mes a mes, sostener una estructura solidaria es un desafío permanente.

“Sostener el voluntariado en el tiempo es muy difícil. Muchas veces no sabemos cómo vamos a salir adelante. Pero las soluciones aparecen. Yo suelo decir que es el ángel del agua, o el Espíritu Santo los que nos manda respuestas”, confiesa Dolores.

Y al final, todo vuelve a ellos. A  los chicos, que son los protagonistas de todo. Los que logran terminar la secundaria, encontrar trabajo, construir una familia, tener un oficio. Los que alguna vez vivieron en la calle y ahora se sientan a almorzar en una mesa con manteles. A veces, con esas tazas de porcelana inglesa que alguien compró, sin saberlo, para seguir haciendo posible la magia.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios