Desbloquear el celular se ha convertido en una acción automática para millones de personas en todo el mundo. A veces, lo hacemos sin darnos cuenta, bajo excusas como "ver la hora" o "chequear un mensaje". Pero, según la psicología, este comportamiento aparentemente inofensivo puede esconder señales importantes sobre nuestro estado emocional y mental.
En la actualidad, los teléfonos inteligentes están diseñados para captar nuestra atención. Su estructura se basa en generar curiosidad, novedad y recompensa, provocando que estemos pendientes de ellos casi todo el tiempo. Este hábito, según especialistas, puede afectar la calidad del descanso, generar ansiedad y reducir nuestra presencia plena en la vida real.
¿Qué pasa en el cerebro cuando revisamos el celular?
El uso frecuente del celular está directamente relacionado con la dopamina, un neurotransmisor que regula tanto el movimiento como el sistema de recompensa del cerebro. Cada vez que desbloqueamos el teléfono y recibimos una notificación, un “like” o vemos algo que nos interesa, se libera dopamina. Esa sensación placentera nos lleva a repetir la conducta, lo que puede volverse adictivo.
Según la psicóloga Fuster, la impulsividad es uno de los factores más comunes que explican esta conducta. “Se genera la necesidad constante de estar conectados y de saber qué pasa”, señala. Además, influye la búsqueda de aprobación: muchas personas revisan compulsivamente sus redes sociales para comprobar si han sido validadas o aceptadas por otros, un reflejo del deseo de "gustar y pertenecer".
El celular como escape emocional
El uso excesivo del celular también puede convertirse en una vía de escape frente a situaciones de estrés, ansiedad o insatisfacción. Sin embargo, Fuster advierte que esta estrategia puede resultar contraproducente: “En lugar de relajarnos, el celular nos expone a información inesperada que incrementa la ansiedad, generando el miedo a perdernos algo y cayendo en una espiral de sobreinformación”.
La dificultad para establecer límites sanos también juega un rol clave. Si nunca se aprendieron o se aplicaron límites en el uso del celular, será más difícil reconocer cuándo detenerse o desconectarse, lo que puede derivar en problemas mayores como la procrastinación, la baja autoestima o la incapacidad para priorizar lo verdaderamente importante.
Cómo recuperar el control
Los especialistas recomiendan implementar pequeñas acciones para reducir el uso impulsivo del celular:
- Establecer horarios específicos para revisar redes sociales.
- Desactivar notificaciones no esenciales para evitar interrupciones constantes.
- Evitar el celular durante reuniones sociales, salvo en casos de urgencia.
- No usarlo antes de dormir, para no afectar la producción de melatonina ni el descanso.
Estos pasos pueden ayudarnos a reconectar con el presente, cuidar nuestra salud mental y mejorar nuestra relación con la tecnología.























