Se entrena con la mirada fija en el sábado. Tras las dos derrotas consecutivas que encendieron las alarmas, el equipo de Ariel Martos busca refugiarse en el trabajo diario, sabiendo que no hay espacio para distracciones ni margen para tropiezos. Las prácticas en el complejo Natalio Mirkin se volvieron más intensas, más reflexivas, con reuniones más largas y correcciones más puntuales. La exigencia en San Martín se elevó. El objetivo es claro: reencontrarse con la victoria cuando reciba a Los Andes en La Ciudadela y empezar a dejar atrás el mal momento. Porque el torneo aprieta, la cima se aleja, y la paciencia de los hinchas comienza a tensarse.
El sábado se abrirá el primero de dos partidos consecutivos en casa que serán determinantes en el termómetro emocional del hincha “santo”. El contexto obliga a responder con firmeza. La segunda caída al hilo -algo que no había sucedido en lo que va del torneo- dejó secuelas anímicas. Pero en Bolívar y Pellegrini insisten en que es tiempo de reacción, no de dramatismo. El plantel lo entendió. Por eso, el foco estará puesto en recuperar la solidez que alguna vez mostró, sobre todo cuando logró sacar adelante partidos cerrados en casa.
En ese sentido, la realidad es clara. En lo que va del torneo, San Martín fue mucho más confiable fuera de Tucumán que dentro de su propio estadio. Aunque suene contradictorio para un equipo acostumbrado a hacerse fuerte en casa, los números no mienten.
En La Ciudadela, el equipo disputó 10 partidos: ganó tres (ante Ferro, Gimnasia y Tiro y Colegiales), empató cinco y perdió dos (contra San Miguel y Patronato). Apenas sumó 14 puntos sobre 30 posibles, con una efectividad del 46,67%.
A diferencia de lo que ocurre como visitante, donde el equipo mostró orden, presión alta y eficacia, en casa le costó sostener resultados, imponer condiciones y hacer valer el peso de su gente. El rendimiento fue irregular, con tramos de buen juego que se diluyeron por imprecisiones, distracciones defensivas o falta de agresividad ofensiva.
La última victoria como local fue el 2 de mayo. Desde entonces, pasaron más de dos meses sin poder festejar ante su gente. Y eso, inevitablemente, empieza a generar un desgaste en el vínculo con el público. El enojo se expresó con fuerza tras la caída en Santiago del Estero, donde se repitieron errores que ya se habían visto en La Ciudadela. Muchos hinchas apuntaron no solo al bajo rendimiento, sino también a la falta de respuestas anímicas. Al equipo le faltó rebeldía.
San Martín, entonces, no solo deberá vencer a Los Andes: también deberá imponerse a la impaciencia general. El murmullo puede aparecer al primer pase fallido o al primer contragolpe rival. Y eso condiciona. Por eso, Martos trabaja también el aspecto mental, buscando recuperar confianza en un grupo que ya demostró tener recursos para competir.
¿Qué necesita San Martín para volver a ganar en La Ciudadela?
Primero, la intensidad defensiva que en otros momentos le permitió cerrar el arco sin fisuras. En los triunfos frente a Ferro y Gimnasia y Tiro, por ejemplo, el equipo mostró una concentración que hoy parece debilitada. Darío Sand, figura y sostén en varias fechas, ya no puede solo: la última línea debe responder con la misma firmeza y lectura táctica.
En segundo lugar, urge recuperar claridad en los últimos metros. Los números también son contundentes: en los últimos cinco partidos como local, San Martín apenas convirtió cuatro goles. La generación de juego se volvió previsible, con menos conexiones en corto y más errores no forzados.
Durante las mejores rachas, el retroceso tras pérdida, las coberturas en bloque y las transiciones ofensivas fueron claves. Hoy, esos elementos aparecen de forma intermitente. La imprecisión en el pase final y la desconexión entre líneas impiden construir superioridades duraderas.
El cuerpo técnico confía en que la sociedad entre Juan Cuevas y Gabriel Hachen pueda volver a ser determinante en la mitad de la cancha. Ambos tienen técnica y visión, pero necesitan tiempo, movilidad a su alrededor y confianza para desequilibrar.
En ofensiva, Martín Pino es la carta más punzante, mientras se espera por el regreso de Juan Cruz Esquivel, que podría aportar profundidad y cambio de ritmo.
En paralelo, el esquema táctico podría ajustarse. Aunque el 4-3-3 se mantiene como dibujo base, no se descarta un retoque que le dé más equilibrio, sobre todo por los costados, donde San Martín sufrió desbordes y desajustes en el retroceso.
Será vital también el aporte de Federico Murillo y Hernán Zuliani, dos laterales con despliegue que deben recuperar ese protagonismo tanto en ataque como en defensa. Cuando ellos logran soltarse y participan con claridad, el equipo crece en amplitud y presión alta. Algo que no viene sucediendo.
En este contexto, el rol del hincha será determinante. San Martín no solo se juega seis puntos importantes en la tabla contra el “Mil Rayitas” y Tristán Suárez, sino también parte de su crédito emocional ante su gente. La Ciudadela puede ser un impulso o una presión extra. Ganar uno de estos dos partidos podría calmar los cuestionamientos. Ganar ambos, en cambio, podría significar el comienzo de una nueva etapa.
Martos lo sabe. El plantel también. Por eso, más allá de lo futbolístico, el desafío del sábado será también de carácter, de convicción y de mensaje. Enfrente habrá un rival que llega necesitado, pero el verdadero partido lo jugará San Martín consigo mismo.
“Queremos volver a ser fuertes en casa”, repiten en el vestuario. El primer paso será recuperar la confianza. El segundo, dejar atrás la frustración. Y el tercero, quizás el más importante, reconquistar La Ciudadela.





















