01 Septiembre 2025
Matías Napoli Escalero / Especial para La Gaceta
Por Adrián De Benedictis (especial para LA GACETA)
Los inconvenientes aparecen en los instantes menos deseados, pero en algunos casos terminan provocando un efecto positivo. Lo que le ocurrió a Atlético en el encuentro ante Gimnasia La Plata se asemeja a esa situación. El equipo se quedó con un jugador menos a los 27 minutos del primer tiempo, y sorpresivamente su desempeño empezó a mejorar.
Leandro Díaz fue el protagonista de la expulsión, por un golpe a Gastón Suso, cuando la pelota ya estaba en poder del arquero Insfrán.
La reacción del delantero se suma a otras que también lo terminaron dejando afuera de un partido. El jugador, en diciembre de 2014, recibió la tarjeta roja por empujar al árbitro Germán Delfino. La sanción del Tribunal de Disciplina fue de diez fechas.
Díaz volvió a irse antes en enero de este año, cuando jugando para Lanús agredió a un adversario con una trompada en el rostro. La misma escena se dio en junio pasado, en el Everton de Chile, en un partido de la liga de ese país. Díaz dejó en evidencia que se había equivocado en La Plata, cuando ni siquiera atinó a protestarle al árbitro Pablo Dóvalo.
Atlético Tucumán se hizo más fuerte sin su delantero, cerró mejor sus líneas, y esperó a Gimnasia para tratar de sorprenderlo por la vía del contrataque. El equipo local, hasta el momento de la expulsión, se había acercado una sola vez con peligro, con un toque de Marcelo Torres que dio en el travesaño antes de salir por arriba.
El juego de Atlético no se resintió e, inclusive, con un jugador menos, fue más inteligente para controlar la pelota y distribuirla con acierto. La premisa era trasladar el desarrollo hacia el campo local, y lo fue consiguiendo con el esfuerzo de todo el equipo.
La segunda parte no había cambiado la tesitura, mostraba a Atlético con la misma postura, pero todo se modificó a los nueve minutos. Jeremías Merlo envió un centro desde la derecha y Damián Martínez, en su afán de anticiparse a Manuel Panaro, mandó la pelota al fondo de la red de su propio arco para poner en ventaja al “Lobo”.
El juego se modificó a partir de la ventaja de los platenses. Atlético estuvo obligado a salir más de su terreno para llegar a la igualdad, y el desgaste físico empezó a tener un lugar preponderante.
Las modificaciones que determinó Pusineri le dieron mayor envión al equipo, y con Maximiliano Villa, Ramiro Ruiz Rodríguez, Mateo Bajamich y Kevin López las respuestas fueron diferentes. Atlético llegaba con mayor frecuencia al área de Insfrán, y en algunas de ellas estuvo cerca de llegar al empate.
La sorpresa en La Plata apareció en la mitad del segundo tiempo, a partir de que un desperfecto lumínico provocó que el encuentro se juegue con luz natural. El sol se fue despidiendo y el árbitro no tuvo otra opción que suspenderlo hasta que se reestablezca el servicio. El reloj marcaba 28 minutos de esa mitad.
La incertidumbre se apoderó de todo el estadio, debido a que se desconocía cuándo podría continuar, en el caso que Dóvalo decida la suspensión definitiva.
La detención perjudicó a Atlético, que se encontraba más decidido en busca del equilibrio, y se había adueñado del dominio de la pelota en la zona central. La luz regresó a medias y se adicionaron 22 minutos para finalizar el partido.
Atlético, en ese lapso, no tuvo las ideas necesarias para poder equilibrar las acciones, y se le hizo más difícil construir acciones ofensivas para exigir a Insfrán. La demora terminó atentando contra el conjunto visitante, mientras Gimnasia apenas se limitó a hacer correr los minutos para asegurarse la victoria.
El equipo de Pusineri terminó su fútbol a oscuras, más allá de que por momentos le aportó algo de brillo. El que ya se encontraba en penumbras hacía tiempo era Díaz, que abandonó a sus compañeros cuando más lo necesitaban.
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