Jorgito Díaz, el influencer solidario que ahora maneja sueños sobre ruedas

El joven tucumano logró comprar una camioneta gracias a una colecta en redes sociales. Con ella, busca ampliar el alcance de su fundación y llevar ayuda a las familias más necesitadas del interior de la provincia.

09 Septiembre 2025

En la esquina de Sarmiento y Marco Avellenade, la escena habla sola. Una camioneta blanca cargada de alimentos y materiales espera lista para partir. No es un vehículo cualquiera; es la nueva herramienta que “Jorgito” Díaz, el influencer tucumano que conquistó millones de corazones en las redes sociales, consiguió gracias a la solidaridad de la gente para potenciar su fundación.

“Esto cambia todo”, le dice a LA GACETA, con la emoción a flor de piel, mientras acaricia la Toyota Hilux modelo 2015 que ya lleva el nombre de su organización. “Ahora vamos a poder llegar a los rincones del interior a los que nadie entra. Antes tenía que moverme en colectivo o en moto. Ahora vamos a salir por todo Tucumán a buscar donaciones y a llevar ayuda”.

El camino hasta aquí no fue fácil. Durante un mes, Jorgito impulsó rifas y colectas a través de Instagram y TikTok. Desde aportes de apenas $5 hasta donaciones que superaron los $400.000, todo sumó. “Cuando vi esas transferencias no lo podía creer. Me emocioné mucho, recordando a mi papá. Le diría: ‘Mirá, papá, todo lo que logramos gracias a la gente’”, confiesa.

Jorgito Díaz, el influencer solidario que ahora maneja sueños sobre ruedas

La camioneta no solo es un vehículo; es símbolo de confianza. Más de tres millones de seguidores en las redes se movilizaron detrás de su causa. “Gracias a todos los que se sumaron. Sin la comunidad no podría hacer nada. Ellos son los verdaderos protagonistas de esta historia”, asegura.

En dos años y medio, la fundación ya ayudó a más de 200 familias. Y cada día se suman más casos a su bandeja de mensajes, que parece no tener fin. “Aprendí en la calle a reconocer la verdadera necesidad, esa luz en los ojos de las personas que piden ayuda”.

Pero hoy la alegría le gana al miedo. Jorgito sonríe, se abraza con sus compañeros de la fundación y deja escapar la emoción de un nuevo comienzo. “Esta camioneta no es mía, es de todos los tucumanos solidarios. Es de cada persona que confió en mí. Es el vehículo de la esperanza”.

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