Cómo lidian con el celular cuatro de los universitarios con mejor promedio de Tucumán

Los estudiantes destacados Luciano Pulido, Candela Fernández Willigs, Anael Ángeles Olguín y Ximena Álvarez compartieron sus estrategias para equilibrar la exigencia académica con el uso del teléfono.

ALUMNOS DESTACADOS. Cuatro universitarios con promedios sobresalientes, Anael, Candela, Luciano y Ximena, revelan sus rutinas de estudio y estrategias para concentrarse. / LA GACETA ALUMNOS DESTACADOS. Cuatro universitarios con promedios sobresalientes, Anael, Candela, Luciano y Ximena, revelan sus rutinas de estudio y estrategias para concentrarse. / LA GACETA
Por Victoria Reinoso y María José Monteros 24 Septiembre 2025

La concentración es uno de los grandes desafíos de la vida universitaria. Entre apuntes, parciales y trabajos prácticos, el teléfono aparece como aliado y enemigo al mismo tiempo: organiza la agenda, pero también tienta con notificaciones infinitas. ¿Cómo hacen los mejores alumnos para estudiar sin que el celular les robe tiempo ni foco?

Los cuatro estudiantes tucumanos con los mejores promedios de la provincia compartieron con LA GACETA sus rutinas y estrategias para una serie motivada en el reciente Día del Estudiante. Desde Google Calendar hasta el método Pomodoro, pasando por desconexiones totales y ambientes de estudio cuidados, cada uno encontró su propio equilibrio entre disciplina y descanso.

Para Luciano Pulido, estudiante de Ingeniería en Sistemas en la Universidad Tecnológica Nacional con un promedio 9,20, su secreto es levantarse temprano y aprovechar la mañana. “Leo hasta entender y después me hago preguntas mientras camino. Si resolvés los ejercicios más difíciles, estás listo para cualquier examen”, cuenta.

El celular es su agenda: anota parciales y entregas en Google Calendar. “No me descargué TikTok porque sé que es muy adictivo. Si necesito concentración, lo pongo en modo ‘no molestar’ y listo”, detalla.

Para Candela Fernández Willigs, estudiante de Medicina en la Universidad Nacional de Tucumán con un promedio de 9,34, la clave está en la organización. Ordenada con cronogramas y metas realistas, su fórmula es separar estudio y descanso.

“Durante el cursado iba a clases a la mañana y estudiaba a la tarde. En finales arrancaba temprano, hacía una pausa a la siesta y seguía”, comenta. El celular era una distracción: “lo dejaba lejos del escritorio y en silencio. Solo lo usaba en los descansos cortos”.

Para Anael Ángeles Olguín, estudiante de la Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino y mejor promedio de su carrera (9,51), lo más importante fue disfrutar lo que estudiaba. “Me gusta lo que elegí, por eso no me resulta tedioso estudiar. Al celular lo aparto y me concentro en los apuntes”, dice. En épocas de parciales, lo usaba como herramienta de trabajo, pero nunca lo dejaba interferir con su tiempo de estudio: “lo dejo a un costado y me dedico al contenido”.

Para Ximena Anael Álvarez, estudiante de Medicina en la Universidad de San Pablo-Tucumán con un promedio 9,10, estudiar era casi un ritual. “Preparaba un ambiente tranquilo, con música en inglés, un desayuno rico o un incienso. No quería que fuera algo tedioso”, expresa. Su relación con el celular fue más difícil: “Uso mucho el teléfono, pero para poder concentrarme a veces lo dejaba en otra habitación y trabajaba con material impreso”, señala.

Los testimonios muestran que no existe una fórmula única. Algunos planifican con herramientas digitales, otros eligen desconectarse por completo. Lo común entre todos es la conciencia sobre el uso del celular y la importancia de poner límites. La clave no es renunciar a la tecnología, sino aprender a usarla sin que se convierta en un obstáculo para cumplir las metas académicas.

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