Por medio de una serie de muy recomendables artículos, Federico Türpe viene dando cuenta en LA GACETA de numerosos proyectos que quedaron a medio camino en Tucumán. Algunos eran ambiciosos, propios de visionarios; otros, rimbombantes e impracticables. Hubo de todo. Pues bien, la Municipalidad de Yerba Buena anuncia la creación del parque La Hoya en el sector que se había elegido, más de medio siglo atrás, para construir el estadio mundialista de 1978. Otra de esas obras truncas, propias de la vasta colección de ucronías que nutren a la provincia. Un sinfín de “qué hubiera pasado si...” tan propio de la tucumanidad.
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Que el verde del parquizado le gane al cemento de las urbanizaciones siempre es una buena noticia, tratándose sobre todo de un sector tan agredido como el pedemonte. Que Tucumán -y el país- padezcan un gravísimo déficit habitacional no implica darles luz verde a los desarrollos inmobiliarios a mansalva. Para eso existe la planificación. Estos nuevos parques en ciernes, el Prebisch y La Hoya, proponen el respiro que toda ciudad jardín promete y Yerba Buena se jacta de serlo. Cualquier código de planeamiento urbano debería sincronizarse con estos postulados, ¿o no?
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Oscar Emilio Sarrulle era el interventor de Tucumán en tiempos de generales dictadores; primero Roberto Marcelo Levingston y después Alejandro Agustín Lanusse. Fue allá por 1972 cuando la provincia se anunció como una de las subsedes que albergarían el Mundial. Además de Buenos Aires, se descontaba la elección del Litoral (Rosario), de Cuyo (Mendoza) y, por supuesto, de Córdoba. Tucumán sería la cabeza de puente en el norte, por más interés que habían manifestado los salteños. Curiosidades de la historia: con el tiempo se daría la vuelta la taba y Salta empezó a ganar esos partidos de supremacía regional. En fin, todo parecía marchar en armonía cuando el ministro de Bienestar Social de la Nación, Francisco “Paco” Manrique, subrayó en el Salón Blanco de la Casa de Gobierno: “la AFA apoya a Tucumán como subsede del Mundial 1978”. Pocas semanas después lo ratificó el propio interventor de la AFA, Raúl D’Onofrio: “Tucumán ha sido propuesta a la FIFA como subsede”.
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Había muchísimo que hacer en materia de infraestructura, empezando por mudar el aeropuerto, emplazado donde hoy funciona la terminal de ómnibus. Sí, a un puñado de cuadras de la plaza Independencia. Se formó entonces una comisión que elaboraría el master plan, encabezada por el empresario Ernesto Aulet. Pero, ¿y el estadio? “Estará a escasos 10 kilómetros del centro”, indicó Sarrulle. ¿Y dónde era eso? En Horco Molle. Para muchos tucumanos se trataba de una terra incognita.
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“Tiene que ser acá”, dijo Natalio Mirkin. Al inolvidable presidente de San Martín el olfato no le falló cuando decidió construir el complejo en Cebil Redondo. Mirkin estaba seguro de que el desarrollo urbano tomaría ese rumbo y vaya si el tiempo le dio la razón: el club acaba de inaugurar un amplio ingreso por la Perón, avenida clave del “nuevo” Gran San Miguel de Tucumán trazada en tiempos de Palito Ortega gobernador. O sea, varios años después de la apertura del complejo de San Martín. Mirkin lo vio con mucha antelación. También radicaba esa visión en el estadio soñado para el Mundial 78. Por ejemplo, habría implicado abrir la Perón hace 50 años. ¿Qué hubiera pasado si...?
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El estadio se pensó a lo grande, a imagen y semejanza del Busch Memorial de Saint Louis (EEUU), hogar beisbolístico de los Cardinals hasta su demolición en 2005. Inspirado en el paisaje de los cerros, tendría capacidad para 70.000 espectadores y formaría parte de un complejo dotado con edificios anexos, 10.000 plazas de estacionamiento y restaurantes. La imagen que acompaña al texto es una de las pocas que quedaron del proyecto y lo que se ve es un estadio muy parecido al de Racing. Lo cierto es que las obras comenzaron con el movimiento de suelos en Horco Molle; fue así que durante mucho tiempo se apreció con nitidez en la zona un gigantesco cráter. Allí debía volcarse el cemento para unos cimientos que jamás vieron la luz.
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¿Por qué perdió Tucumán la subsede del Mundial a manos de Mar del Plata? Suele apuntarse como principal motivo la agitación social y la violencia de la época, derivada en la implementación del Operativo Independencia. Pero la decisión se tomó antes, durante 1973 e inicios de 1974. En ese lapso falló todo lo que no debía fallar. El lobby político-empresarial flaqueó ante el ímpetu marplatense, mientras el Gobierno de Amado Juri se enredaba en la inacción, letal para la velocidad que requería la toma de decisiones. Y ahí quedó todo.
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Los renders muestran cómo quedará el parque y están buenísimos. Ahora hay que aplicar eso en el mundo real. Bienvenido sea. En cierto modo, su concreción puede saldar una deuda. Cerrar un ciclo. Hasta podría colocarse un recordatorio -tal vez un lindo cartel- que cuente la historia del estadio que allí mismo, en La Hoya, pudo ser y no fue.























