Carlos Duguech
Analista internacional
Peticiona Israel
“En nombre del Estado de Israel, yo, el abajo firmante Moshé Shertok, Ministro de Relaciones Exteriores, debidamente autorizado por el Consejo de Estado de Israel, declaro que el Estado de Israel acepta, por medio de la presente, sin reserva alguna, las obligaciones de la Carta de las Naciones Unidas y que se compromete a cumplir dichas obligaciones a partir del día en que llegue a ser miembro de las Naciones Unidas.
Firmado: Moshe Shertok Ministro de Relaciones Exteriores del Gobierno Provisional de Israel”.
Este fue el texto de la presentación a la ONU por Israel el 29 de noviembre de 1948. La segunda vez que peticionaba ser miembro de la ONU.
Decide la ONU
“La Asamblea General, actuando en ejercicio de las funciones que le incumben en virtud del Art. 4 de la Carta y del art. 125 de su Reglamento, 1-Decide que Israel es un estado amante de la paz que acepta las obligaciones consignadas en la Carta, está capacitado para cumplir dichas obligaciones y se halla dispuesto a hacerlo.2-Decide admitir a Israel como miembro de las Naciones Unidas.
El dato poblacional
La Palestina del Mandato en 1947 (noviembre) era de 1.800.000 de personas. Los musulmanes eran el 60%, los judíos el 31% y una minoría cristiana del 8%. La Resolución de la ONU de la “Partición de Palestina” del 29/11/1947 fue contra legem. Se omitió (claro, una ONU muy joven, sin “experiencia”, de sólo dos años) cumplir con el Art. 73 que consagra aquello de instar a la “libre determinación de los pueblos” para “los territorios que no hayan alcanzado todavía la plenitud del gobierno propio”. Ya en el Artículo 1° puede leerse como “los propósitos de Naciones Unidas”: “Fomentar entre las naciones relaciones de amistad basadas en el respeto al principio de igualdad de derechos y al de la libre determinación de los pueblos…”. Con la resolución 181(II) de la Asamblea General (29/11/1947) se garabateó en las páginas de la historia por suceder, a partir de entonces, un grotesco y dolorosamente sangriento conflicto de nunca acabar: entre una nación constituida al amparo de aquella Resolución (Israel) y el remanente bifronte en suelo palestino del “Mandato”: Uno, el que surge desde 2007 cuando Hamas (En Gaza) derrota en elecciones a Fatah, de la Autoridad Nacional Palestina. La de los resultados de los Acuerdos de Oslo que efectivamente aspira (a diferencia de Hamas que no acepta a Israel) a un estado vecino. Y lo expresa conforme la Declaración de Independencia Palestina del 15/11/98.
Ese drama interno palestino sumado al que tiene cada fracción (Autoridad Nacional Palestina y Hamás) respectivamente con Israel dificulta aún más, lo de los “dos estados”. Por esa razón y más que por otras, como la negativa de Israel por boca de Netanyahu a la solución de los “dos estados”, la perspectiva que desde una buena parte de la comunidad internacional que clama por ello es más que brumosa.
¿Por qué pudo Israel constituirse?
Repasemos: si la UNSCOP, comisión especial de once países miembros de la ONU que se ocupó del asunto “Palestina” que la Sociedad de las Naciones derivó a la ONU hubiera propuesto un plebiscito, la historia hubiese sido otra. Muy otra, naturalmente. La composición de la población y sus diferencias religiosas entre los grupos es muy seguro que hubiera determinado la vocación mayoritaria de conformar un país (Muy probablemente denominado Palestina). Como en un espejo “dos países, en un estado cuasi binacional). Pero la “partición”, objetivo primario de los sectores organizados de los judíos sabía que, si se encaminaba la solución de Palestina “post-mandato” conforme a prescripciones claras y contundentes de la Carta de ONU, el “Israel” de hoy no existiría. Sí un sector importante en una Palestina autónoma. Casi, casi, un estado “binacional”. Por ello los miembros de la UNSCOP recibieron la muy estrecha colaboración de las organizaciones judías mientras, muy interesadas, estudiaban la cuestión que les fuera sometida por la ONU. Los árabes ni se arrimaron.
Libre determinación, ¡No! Fue, en definitiva, una muy productiva gestión de los sectores judíos que colaboraban con esa comisión a la que los sectores árabes repudiaban. En suma; las organizaciones judías aspiraban a la “partición” (Era un primer paso). “Por ahora”(diría, dice, Netanyahu) que se opone enfáticamente a los dos estados”. Sin embargo la solemne Acta de Independencia de Israel del 14/05/1948 sostiene: “El reconocimiento por parte de las Naciones Unidas del derecho del pueblo judío a establecer un Estado independiente no podrá ser revocado. Además, el pueblo judío tiene un derecho manifiesto a constituirse en nación, como todas las demás naciones, en su propio Estado soberano. Por consiguiente, nosotros, los miembros del Consejo Nacional, en representación de la comunidad judía en Palestina y el movimiento sionista mundial, estamos reunidos aquí en sesión solemne en el día de la terminación del Mandato Británico sobre Palestina y, en virtud del derecho natural e histórico del pueblo judío y de la resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas, proclamamos el establecimiento del Estado judío en Palestina, que llevará el nombre de Israel”.
No es sino necesario destacar que el Acta menciona siete veces a Naciones Unidas. Le asignaba superlativa importancia. ¡Entonces! El empecinado discurso anti-dos estados echa por tierra a la propia “Declaración de independencia”. Una sonante abjuración del contenido del texto que descalabra nada menos que el Acta de Independencia de Israel. ¿Modificará el acta de independencia, Netanyahu? ¿La honrará?
Acuerdo incompleto
En una anterior columna sugeríamos que lo de “Autoridad Nacional Palestina” (ANP), presidida por Mahmud Abbas, de Fatah, era no más que “un premio consuelo” de los acuerdos de Oslo. Tan limitada la soberanía efectiva sobre manchones de suelo en el mapa de Cisjordania (ya son 700.00 los colonos invasores) que el mapa se asemeja a una tajada de un agujereado queso Pategrás. Surge una pregunta que sonará como impertinente a los oídos de Trump, Netanyahu y otros líderes hipo-acúsicos: ¿Por qué no participan autoridades de la ANP? Respuesta oculta: porque no conviene a Israel en tanto ello alimenta la idea de lo que desprecia con voz tonante el propio Netanyahu.
Éste, además de muchos otros óbices que tiñen malamente el “plan de paz” propuesto por Trump. es la probable inclusión de Tony Blar en el manejo del plan. Un tango de Pugliese “Mala junta” define esta sociedad. Blair, criminal de guerra (con Bush y Azar) por atacar Irak (marzo 2003) mintiendo (lo reconocieron) sobre armas de destrucción masiva que aseguraban tenía Sadam Hussein. Es de sospechar, dados los antecedentes, que este “plan de paz” es, además, un negocio. Y para la ONU, digámoslo, la oportunidad de hacer valer sus quilates que vienen sufriendo devaluaciones. Su responsabilidad de gestora de la “partición” auspiciada por un lobby muy empeñado en ello, se supo, le obliga a golpear la puerta, anunciarse e ingresar.
Nobel de la Paz
Independientemente de que Corina Machado representa legítimamente una fundada oposición al régimen dictatorial en Venezuela, este Nobel debía haberse orientado a otros destinatarios. Eran los periodistas (los vivos y los muchos muertos en medio de los bombardeos) que cubrían eficientemente y para todo el mundo la masacre Israelí en Gaza. Hubiera sido la razón de ser del Galardón. El periodismo honró su misión con efectividad y frente a riesgos mortales.




















