VÍNCULOS AFECTIVOS. La amistad es el centro de “Caedero”, la obra que se estrenará hoy en La Colorida.
Un estreno teatral en martes es una excepción no sólo en Tucumán sino en todo territorio. Los protagonistas de este hecho extraño, pero no por eso menos atractivo, son los miembros del taller que coordinan y dirigen María José Medina y Sergio Negro Prina, que presentarán a público su nueva creación colectiva.
“Caedero” se presentará por primera vez esta noche, a las 21, en La Colorida (Mendoza 2.955), y se repondrá el martes de la próxima semana y tendrá fechas no programadas aún en domingo. La historia gira alrededor de Ezequiel y Matías, quienes viven en una casa-galpón. Sus amigos, treintañeros como ellos, van y vienen y algunos están un rato o varios días. Entre conversaciones y ganas de verse, los gestos de su cotidiano van armando la ficción de la amistad, como un lugar posible para quedarse. Se cuentan del amor, del trabajo y las cosas imperceptibles de los días.
“Es una obra que transcurre en Tucumán, en la actualidad. No hay un conflicto central, sino una multiplicidad de vínculos que narran un entramado de tensiones, afinidades y complejidades humanas, y es la amistad el centro desde donde se piensan estas relaciones”, explica Medina.
Ese registro argumental vincula esta producción con “Que pase algo (título en proceso)”, con la cual el grupo ganó la Fiesta Provincial de Teatro en 2017 y que se repuso en esta temporada, con la marca de un transcurrir antes que de una propuesta con una metáfora o un mensaje. El elenco de “Caedero” está integrado por Ezequiel Martínez Marinaro y Luciana de los Ángeles Morales, quienes también estuvieron en “Que pase algo...” y se completa con Matías Minahk, Pichi Matías, Alejandra Rojas Paz, Facundo Basso, Luciana Galván, Guadalupe Mothe y Lucía Dzienczarski, varios de los cuales intervinieron en 2023 en otra producción, “La inestabilidad de las cosas (otra forma de hacer ficción)”.
La amistad como eje afectivo
En este caso, el argumento pasa “por la amistad como eje afectivo, incluso político -señala Medina-. El vínculo entre amigos no aparece como decorado ni como trama secundaria: es el centro desde donde se piensan las relaciones humanas, pudiendo desde ahí repensar lo que significa estar con otros”.
“La obra oscila entre lo netamente cotidiano y por ciertos momentos expone la ficción mediante el uso que hace de ciertos recursos escénicos. La intención es contener en la misma obra el juego entre lo real y la ficción. Así, el espacio escénico funciona como condensador de sentido: por un lado permite que el relato avance en términos dramáticos y por el otro, sus dimensiones reales y su híbrido entre casa y galpón posibilita habilitar momentos más extrañados, ofreciendo escenas con múltiples lecturas”, explica la directora y docente.
Medina señala que “el texto de esta obra presenta diálogos que juegan con la búsqueda de la oralidad diaria, de la conversación común, acercando las actuaciones a lo real; desde ahí se evocan situaciones y problemáticas cercanas para los personajes pero también para el espectador: se habla de conflictos domésticos, del trabajo, de confusiones personales, de relaciones amorosas, etcétera”. “No obstante, hay momentos que los textos insertan preguntas más existenciales que abren el sentido de lo que ocurre. Como una dramaturgia de la palabra hablada que da saltos puntuales para habilitar el pasaje de lo común a lo poético, pero siempre de manera solapada”, aclara.
La obra es producto del taller Actuaciones, como parte de una búsqueda actoral: “nos impulsó la posibilidad de abrir el juego para no ir a lo obvio y entramar ese pasaje de sentido se logra a través de un fuerte trabajo, de las formas de decir, los tiempos, los silencios y el gesto. Más allá del resultado final, nos importa el proceso como forma humana de creación entre la escucha, lo grupal y la singularidad de los vínculos”.























