GUITARRA EN MANO. Así se espera ver a Falú hoy en el Virla. También estarán Lucho Hoyos y Pedro Ramos.
Saliendo de una gripe que lo tiene a maltraer, Juan Falú hizo el esfuerzo de recibir a LA GACETA en un hotel de barrio Sur. Vale el agradecimiento por esa charla generosa, siempre regada por las pinceladas de sabiduría que habitan en la profundidad de su mirada. Necesita ponerse 10 puntos cuanto antes, porque hoy presentará en el Virla “Tucumano soy” (ver nota aparte), libro que recorre seis décadas de amor incondicional por su tierra.
Con las manos que esta tarde prometen acariciar la guitarra en el centro cultural universitario, Falú sostiene un ejemplar de “Tucumano soy”. Lo mira satisfecho, feliz; lo pesa, recorre algunas de sus páginas. Allí están su poesía, su música plasmada en partituras; recuerdos, fotos, dibujos. Puede leerse como un canto a esa tucumanidad que, subraya Falú, habita en cada uno de sus huesos.
- ¿La idea de este libro es dejar un testimonio o se trata de un reencuentro con las raíces?
- Son las dos cosas. Pero en realidad, lo que disparó la idea fue encontrarme con esta cantidad de composiciones referidas a Tucumán, porque la verdad es que no tenía una estadística (en total son 39 las recopiladas, aunque no están incluidas las de la “Cantata Tucumán”, por lo que el número llegaría a 47). Entonces me di cuenta de que, de manera inadvertida, no consciente, Tucumán está metida hasta los huesos en mi vida de músico. Al encontrarme con ese grupo de canciones me di cuenta de que en esa “tucumanidad” de las composiciones aparecen la tierra, la gente, las memorias de la infancia y el modo de hacer la música. Creo que, tal vez, eso sea lo más importante de todo.
- Además de partituras e ilustraciones, es un libro musical con contenido descargable mediante un código QR. ¿Qué trabajo implicó estructurarlo?
- Exactamente, es un libro musical y ese QR, que es apenas el diseño en una página, contiene mucha música, muchísima. Gran parte de esa música es fruto de meterme dos años en un estudio de grabación para tener las versiones personales de mis composiciones. En realidad muchas ya habían sido registradas, así que en algunos casos tomé ese registro de colegas, pero en otros casos quise hacer lo mío propio. Por eso el libro incluye mucho trabajo de preparar las obras y de grabarlas, aunque no tanto de prepararlas, porque soy muy espontáneo para tocar. Pero fue mucho trabajo, mucho tiempo. Y lo otro que tiene ese universo musical que está ahí es que aparecen lo viejo y lo nuevo.
- ¿Y cómo conviven?
- La vida es el ayer y el mañana, pero en un ida y vuelta. Un poco el sentido de la música que tiene raíz es que representa un tránsito permanente entre esas raíces y el mañana.
- El título “Tucumano soy” es una declaración de principios. ¿Dónde reside esa “tucumanidad” en tu quehacer artístico?
- Creo que lo tucumano en mi modo de hacer música es cómo la vivo en las reuniones. Por empezar, no concibo la música sin el reunirse para que circule. Me parece siempre más emocionante y más significativo, digamos como funcionalidad de la música, que suene en la reunión donde hay una carga emotiva, hay un ida y vuelta, hay memorias que circulan en las canciones. Entonces creo que la tucumanidad en gran medida está en ese modo de hacer la música, el modo de sentirla y el modo de compartirla como un ritual.
- Hablabas de lo viejo y de lo nuevo...
- Reivindico muchísimo lo que ocurría en los años 60, cuando nos reunimos a hacer música y sigue ocurriendo 60 años después. Es una sed que tenemos, una necesidad del encuentro para que la música circule con esa ritualidad que mencionaba, ese silencio, ese modo de vivirla. Pienso que por ahí pasa la gran enseñanza tucumana, al menos dentro del mundo afectivo donde hice mis pasos.
- Al revisar las composiciones, ¿cómo aparecieron estos temas, el paisaje, la memoria, los personajes?
- No hay un plan. Nunca hubo un plan. Nunca me propuse componer con determinada temática tucumana. Eso, simplemente, fluye. Ahora bien, hay una marca tucumana en la música que hago y es el modo de caminar las zambas. Es algo que valoro muchísimo y personalmente me ha brindado momentos muy gratos en mi vida artística. Esa cuestión de que el paso lento de las zambas genera una comunicación. Y cuando la comunicación está establecida, uno como intérprete se siente como en el aire, se siente flotando, fluyendo. Generalmente, el paso lento nos permite ir hacia lo más profundo de la música. Eso para mí es innegociable. Es cierto que lo he visto en muchas músicas e intérpretes a lo largo de nuestro país, pero para mí es una marca tucumana.
- Está también la cuestión del silencio, ¿no?, como contracara del ruido que hoy caracteriza a la sociedad. ¿Cómo entendés la función de la música en este contexto?
- Hace tiempo que vengo renegando bastante con el uso de la música como un arma de doble filo. Para mí hay músicas que enaltecen y músicas que son superficiales. Desgraciadamente las industrias musicales se vuelcan hacia esta segunda función de la música, es como si fuese sinónimo de entretenimiento y además generando una necesidad que antes creo que no había: la necesidad de que algo esté sonando en la vida cotidiana. Eso para mí es como prostituir esa función sagrada de la música.
- El libro “salió del horno” y empieza a circular. ¿Qué encontrará el lector ahí?
- Un ser humano músico, memorioso y agradecido.
- ¿Y vos cómo lo sentís?
- Me emocionó mucho verlo, sentirle el peso. Un libro es un libro, ya sabemos. Y además, quiero recalcar el hecho de que lo haya asumido la Universidad Nacional de Tucumán, por medio de la editora Edunt, con su gente maravillosa que ha puesto todo el empeño en esto. Para mí es un motivo de orgullo y de agradecimiento infinito, eterno. No es un eslogan esto. Yo he estudiado en la Universidad Nacional de Tucumán y defiendo absolutamente a la universidad pública como una institución necesaria y saludable en la vida cultural y académica.
- Hablando del hecho cultural y del momento político que atraviesa el país, ¿cuál es tu análisis?
- No es nada fácil. Soy de los que atraviesan este momento con mucha pesadumbre, con una fuerte oposición a las políticas del Gobierno en general, sobre todo en la cuestión de la soberanía. Pero también lo vivo autocríticamente, pienso que esto va a marcar un antes y un después en la praxis política de nuestra tierra. Espero que así sea. Ahora es difícil, pero uno piensa que existe lo promisorio, que es el nacimiento de alternativas, de lenguajes y praxis acordes con estos tiempos. Y también del resurgimiento de banderas que no hay que negociar. Creo que ese ha sido un gran descuido. Me parece, por ejemplo, que la bandera de la soberanía nacional debiera haber estado siempre levantada como la gran reivindicación del pueblo argentino. Así que soy de los que están entristecidos y al mismo tiempo con esperanza.
- ¿Pensás que el campo popular también merece un debate interno fuerte?
- Obvio que sí. Creo que hay que alimentar las nuevas conducciones y los recambios, sin ninguna duda, pero con un programa.
Presentación: a las 19.30 en el Virla, con entrada libre
“Tucumano soy” es un libro-disco que reúne las canciones de Juan Falú ligadas a la provincia, como las emblemáticas “Rosario Pastrana”, “Zamba del arribeño”, “Taficeña” y “Nacimiento de la caña”, entre tantas otras. El volumen, editado por la editorial universitaria (Edunt) en su colección Acervos, incluye letras, partituras y descarga de músicas por medio de un código QR.
Cada tema está precedido por un breve relato de Falú sobre las historias y las figuras involucradas en su composición. Se va tramando así una suerte de autobiografía musical del autor, que es a la vez una historia de la vida cultural de Tucumán a lo largo de varias décadas. El libro cuenta con textos de Lucho Hoyos, Juan Quintero y Alba Vera Figueroa, y se complementa con una cuidada selección de fotos e ilustraciones.
La presentación se realizará hoy a las 19.30 en el Centro Cultural Virla (25 de Mayo 265), a cargo de Lucho Hoyos y Pedro Ramos, y con el acompañamiento de las autoridades de la UNT. Para el cierre, Falú tomará su guitarra y brindará algunos de sus temas. La entrada es libre y gratuita, y el libro se podrá comprar a precio promocional ($ 30.000).
























