Gabriela Borrelli Azara: “Hay que dar una disputa cultural sobre el feminismo para que no sea asociado a la cancelación o a lo represivo”
La autora de Lecturas feministas, libro que vuelve a las librerías con una nueva edición, nos invita a un recorrido literario a través de los siglos para desembocar en los debates del presente. La escritora señala que hay una tendencia creciente en la sociedad actual que concibe al feminismo como una ideología policíaca cuando -sostiene- impulsa a pensar cómo lo dado puede ser de otro modo.
Por Flavio Mogetta
Para LA GACETA - BUENOS AIRES
“Por mí se preocupan quienes tienen como motivo máximo de cuita/ que no vaya a acostarme con un cualquiera”, escribió en el siglo I a.C. la poetisa romana Sulpicia, la única de quien se han conservado sus poemas. Criada en el seno de una familia acomodada, lo que le permitió acceder a una educación rica, escribió desde un yo poético marcando los rasgos de una emancipación cultural femenina en relación al amor y sus deseos.
Sulpicia,junto con Safo de Lesbos y la japonesa Sei Shōnagon integran “Mujeres de túnica y carros de guerra”, el primer capítulo del libro Lecturas feministas de la escritora y periodista Gabriela Borrelli Azara, que propone un recorrido por escritoras feministas del siglo V a.C. hasta nuestros días y de alguna manera nos permite leer que el feminismo lejos está de ser una moda.
“Este libro me dio un lujo como lectora, que es el de poder mostrar mis recorridos lectores. Es un libro de lecturas, es un libro donde yo comparto lecturas. La lectura es lo que más ensancha la vida. La escritura es una hermosa forma de entrar en el mundo, pero sin lugar a dudas la lectura es una forma hermosa de habitar el mundo y este país particularmente. Y también abre el mundo, hace tu vida más grande, hace la vida más grande en la cabeza, más grande los espacios, agranda la vida leer y eso quise compartir en el libro”, introduce la autora.
-Lecturas feministas nos permite, por ejemplo, descubrir a Mary Wollstonecraft.
-Mary Wollstonecraft fue una de las más importantes feministas de todos los tiempos y es poco conocida. Fue una gran pensadora, la madre de Mary Shelley, quien a muy temprana edad -con 18 años- escribe Frankenstein. Una niña criada en la libertad total por una madre absolutamente feminista, que no creía en la pose del género femenino de esa época, que creía fervientemente en la libertad de pensamiento de la mujer. Lo que hace la literatura o un ambiente feminista es permitirnos soñar otra cosa. En los últimos años y parte de la estrategia de la ultraderecha fue establecer al feminismo o a la mirada feminista como carcelaria, policíaca, conservadora y en realidad el libro da cuenta de que el feminismo es, más que la queja constante, la apertura de otros mundos, la posibilidad de que todo sea otra cosa. Con nuevas relaciones, nuevos pensamientos, ficciones. Como pensó Safo, o Christine de Pizan, o Sei Shōnagon, esa japonesa que escribía y guardaba sus escritos debajo de la almohada. Me parece que en el 2018, Lecturas feministas tenía una lectura y hoy -con el antifeminismo unido a la ultraderecha en varias partes del mundo- tiene otra. También para poder dar la disputa cultural de lo que es el feminismo, para que no sea asociado a la cancelación, o a la prohibición de ciertos chistes, a lo represivo. El feminismo a mí -como militante y como lectora feminista- me ha dado las etapas más más libres y felices de mi vida. Ahí están un montón de autoras que no se quejaron ni se victimizaron, sino que escribieron.
-Decías que se asocia al feminismo a lo represivo, a la cancelación, pero también a una moda. Sin embargo, al recorrer Lecturas feministas uno descubre que es posible remontarse hasta la antigüedad clásica.
-Gerda Lerner tiene un libro muy bueno que se llama La creación del patriarcado, en el que se pregunta cuándo empezó. Ella dice que “cada ola feminista piensa que está haciendo algo nuevo, porque no puede reconstruir su propia historia”. Yo misma pasé por eso y me dije: “guau, esto ya lo pensaron en el siglo XVIII, esto en el XVI”, y así. Creo que, después de este periodo oscuro en el que estamos, va a venir uno muy luminoso en el que las chicas también van a decir “uy, esto lo pensaron en el 2018, en el 2050”. La intención del libro es esa, despertar esa sorpresa con el pasado. Un pasado para pensar el presente.
-Otro aspecto que queda al descubierto tras la lectura es el borramiento de la importancia de algunas voces. Por ejemplo, la figura de Alfonsina Storni termina reducida a la de la poeta que se suicidó en Mar del Plata.
-Pocos saben de la militancia feminista de Alfonsina. Fue muy famosa mientras vivió. Leía en el Hotel Provincial, antes del peronismo, cuando allí iba la más alta alcurnia de este país y se llenaba de “mujeres bien”, escuchándola recitar. Vendía sus libros y era un nombre importante de la intelectualidad porteña. Luego de su suicidio en Mar del Plata, quedó borrada su militancia feminista como también las razones de su suicidio. Hasta Félix Luna le escribió una canción con esa letra “te vas Alfonsina con tu soledad”, con una idea metafórica, pero no real. Alfonsina había superado un cáncer de mama. Se había operado pero tenía que operarse nuevamente, con un cáncer que avanzaba. Decidió terminar con su vida antes de que el cáncer lo hiciera. Esas últimas palabras que deja -“si él llama de nuevo dile que no estoy, que he salido”- que se pensaba que eran para un amor no correspondido, eran para su hijo Alejandro, al que había tenido siendo madre soltera. Toda esa vitalidad de Alfonsina, la historia se encargó de taparla. Y nosotras las lectoras somos las que las traemos a la luz.
-El poder de la lectura…
-El lector trae todo al presente y también trae las vidas de esos de quienes escribieron cuando son vidas que merecen ser contadas.
-Por eso a veces asoma cierta incredulidad ante aquellos que dicen no leer nada.
-Cuando entro a una casa y veo que no hay libros, digo “qué loco no leer”. Creo, por otro lado, que hoy hay otras maneras de leer y escribir. Lectura en las redes, escrituras constantes en WhatsApp que nos convierte a todos en pequeños escritores. De hecho, cualquiera de nosotros escribe más ahora que mi nono, que habrá visto dos o tres libros en su vida y escribió algunas pocas cartas. Pero, más allá de esto, quien no se asoma a la literatura o a los libros tiene una vida más acotada.
-La lectura de un libro abre un universo entero, la posibilidad de abrir nuevas puertas.
-Pueden ser muy insólitos los caminos por los que emprende una lectura o la curiosidad… El cine, la música, todo eso es una narrativa. Es imposible la vida sin la ficción. Caeríamos en una literalidad constante, insoportable. Nadie habla literalmente todo el tiempo, recurrimos a metáforas.
-¿Por qué crees que resulta importante en estos días un libro como Lecturas feministas?
-Porque creo que hay un acecho conservador. Las ideas de la libertad, en todas las épocas, suelen traer ideas muy conservadoras, respecto al género, las relaciones, etc. Y muchas de las que pensamos el feminismo lo hacemos como una forma de abrir las posibilidades de otra forma de estar en el mundo. Por ejemplo, no procrear o no casarse, cosas que parecen muy básicas ahora, pero crece un cuestionamiento con un ánimo conservador que pone el acento sobre la familia. “Si el estado no te cuida te tiene que cuidar la familia y no tenés que ir al colegio, te tienen que educar en la familia”. O, por ejemplo, el argumento contra la ESI, “que los eduque la familia”. Esa idea retrógrada, de que todo tiene que ser cocinado en la familia, rompe los lazos de comunidades más amplias. El feminismo piensa que es hermoso estar en familia, pero que no es la única posibilidad de aprender cosas del mundo e incluso que, a veces, las familias pueden ser los lugares donde la crueldad es más cercana. Por eso son importantes la escuela, las comunidades, los centros de los clubes deportivos, todos los espacios donde el ser humano se desarrolla. La familia no es el único lugar donde eso ocurre. En este momento, donde hay grandes polémicas -por ejemplo sobre si la escuela debe ser o no pública o qué debe impartirse en ella-, me parece que hay una batalla que dar. Y el feminismo es muy importante ahí por las lecturas y el pensamiento que trae, por las posibilidades de imaginar. El feminismo es un lugar para imaginar.
© LA GACETA
¿Es necesario leer para ser feminista?*
Por Gabriela Borrelli Azara
Entendemos que lo personal es político antes de haberlo leído. Los escritores feministas, o con contenido que podríamos denominar feministas, se mueven como un virus en el movimiento de las mujeres. Muchas no han estudiado a Simone de Beauvoir pero saben que fueron construidas para ser mujeres, es decir madres, hijas o esposas. Tiernas, comprensivas y piadosas. Suaves y sentimentales. Correrse un poco de eso, usar un pantalón, no sentir deseo materno, no desear como nos enseñaron, decir una palabra que no puede decirse, hacer un gesto que no es apropiado ya desarma lo naturalizado: ¿cómo que no puedo? Ahí, en esa grieta que se abre, en esa primera duda que surge, en esa incomodidad con el mundo, ate cada acto desnaturalizado, toda mujer crea un agujero por dónde se cuela toda la historia de irreverencias feministas. Es el virus de la palabra que se alimenta de las luchas en las calles.
*Fragmento de Lecturas feministas.
Perfil
Gabriela Borrelli Azara es escritora y conductora de radio. Se formó en letras y se especializó en crítica literaria. Hace más de dos décadas que trabaja en medios gráficos y radiales y dicta talleres de lectura y escritura de poesía. Es autora de los libros de relatos poéticos Océano y Hamaca paraguaya y de la novela Vidrio. En 2018 publicó con la primera parte de Lecturas feministas, un libro que la llevó de gira por todo el país.














