Recuerdos fotográficos: 1927. El ministro que se cayó del avión

En este espacio de “Recuerdos” LA GACETA busca revivir el pasado a través de imágenes que se encuentran guardadas en ese tesoro que es el Archivo de LA GACETA. Esperamos que a ustedes, lectores, los haga reencontrarse con el pasado y que puedan retroalimentar con sus propios recuerdos esta nueva sección.

Recuerdos fotográficos: 1927. El ministro que se cayó del avión
Por Roberto Delgado y Jorge Olmos Sgrosso 24 Noviembre 2025

El 12 de abril de 1927 el general Agustín Pedro Justo, ministro de Guerra de Marcelo Torcuato de Alvear y futuro presidente, se cayó del avión a causa de un brusco sacudón por un pozo de aire cuando sobrevolaba los llanos de La Rioja. El robusto ministro pudo salvarse porque llevaba puesto el paracaídas.

El funcionario tenía por costumbre hacer giras aéreas. En esta ocasión habían ido a varias provincias, con cinco biplanos Breguet que contaban con un asiento para el piloto y otro detrás para el acompañante. En este vuelo partió de Córdoba. Cuenta Carlos Páez de la Torre (h) en “El ministro que se cayó del avión”, 24/11/2011) que no se ajustó el cinturón de seguridad porque no quiso que en una emergencia confundiera la hebilla con la del paracaídas, ya que eran parecidas. Según Daniel Balmaceda (en “El ministro que se perdió en el aire”, “La Nación”, 17/12/2012) no se lo ajustó porque le molestaba por su panza.

Como fuera, el barquinazo sacó a Justo de su sitio y lo lanzó al vacío. En el acto activó el paracaídas. “En el aire comenzó a girar rápidamente sobre el eje que forman las cuerdas de sostén, primero en un sentido, luego en otro”, contó Adolfo Lanús, citado por Páez de la Torre. “Enseguida el general se recobró,: miró el reloj pulsera, miró la vía férrea y tomándose de las cuerdas de que pendía y haciendo flexión con los brazos contuvo el movimiento giratorio”. En siete minutos cayó a tierra ileso, junto a las vías del tren, sobre un arbusto del llano riojano.

Entretanto, el piloto, que había dado aviso de que había perdido al pasajero, empezó a buscarlo hasta que lo divisó mientras estiraba el paracaídas. Eran las 11 de la mañana. Al caer la tarde Justo marchó por las vías. Varias comisiones salieron a buscarlo desde La Rioja; la más numerosa iba en tren. Iba a paso de hombre, alternando entre silbatos y gritos. El jefe de Policía de La Rioja, Jesús Salas, se ufanaba de llevar al mejor “gritón” de los llanos, a fin de que su voz pudiera ser oída por Justo desde lejos, mientras la locomotora se paraba y retrocedía para luego seguir la búsqueda.

A las 11 de la noche, en el tren, un grupo de los exploradores aburridos jugaban al “siete y medio” y de pronto vieron entrar al general Justo al vagón. Se sentó con los jugadores y les narró su odisea.

En la foto aparece el intrépido aviador, entre el presidente Alvear y su esposa, Ana Bernal, en su regreso a Buenos Aires, tras el accidente.

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