FINAL DE CICLO. El director deja la conducción de la Orquesta Juvenil de la UNT luego de 35 años al frente.
Hay una frase que Gustavo Guersman repite como mantra en cada entrevista, citando a Gustav Mahler: “La tradición no es adorar las cenizas, sino preservar el fuego”.
Esa idea encierra su concepto de vida y su posición frente a la responsabilidad artística que asumió hace 35 años, cuando se hizo cargo de la dirección de la Orquesta Juvenil de la Universidad Nacional de Tucumán en reemplazo de su fundador, Emir Omar. Ese camino está llegando a su fin: el director comenzó los trámites jubilatorios, así que cederá la batuta, sin alejarse bajo ningún concepto de la música; por el contrario, bajo su brazo se acumulan pentagramas y notas que se transforman en proyectos que piden pista para ser concretados.
En esas décadas acompañó a cientos de nóveles músicos en una formación donde la rotación es una marca de identidad. Es que a la Juvenil no se llega para quedarse: es un escalón para seguir subiendo. Él lo sabe y lo asumió de entrada; de allí que la alegoría del fuego se sostiene, además, desde la idea de avivar constantemente las brasas para que nunca se apague.
“Mi mayor orgullo es, quizá, haber transmitido en algunos músicos la pasión, la disciplina y la humanidad, aspectos que son excluyentes para desarrollar el arte”, afirma en una entrevista con LA GACETA, para repasar lo hecho y adelantar lo que vendrá.
Todo lo dice desde la experiencia personal, pero sin asumir una pose doctoral, al punto que aclara que no es fácil dar consejos para quien quiere empezar en la música. “Es multifactorial, porque si alguien tiene el deseo de ser músico no debe confundir el talento (los dones) con la vocación. La ecuación justa es talento+vocación. Incluso se puede tener talento y no tener disciplina, pasión, deseo. Y se puede tener vocación y no tener talento o condiciones naturales. Hay que saber casi como un axioma que sin disciplina y horas de trabajo fuerte, no se consigue una profesión sólida. La ‘magia’ (o brujería, según algunos) hoy solo la vemos en ciertas manifestaciones, mientras que hay otras expresiones que dicen ser música pero solo son productos de consumo o aplanadoras neuronales, como el reguetón… vivimos en un mundo raro y lleno de contradicciones”, dice.
- Antes que director, sos violinista. ¿Qué significa ese instrumento en tu vida?
- El violín me dio todo. El solo hecho de buscar un buen sonido, el repertorio infinito, mis experiencias como concertino aquí y afuera del país, transitar casi toda la música de cámara, tener la suerte de haber ganado becas y estudiar con grandes maestros, viajar, conocer colegas y amigos…
- Sos bioquímico, además. ¿Por qué?
- Estudié Bioquímica porque siempre me apasionó la ciencia y quizá porque mi abuelo materno fue uno de los primeros químicos en Tucumán, pero nunca fue una imposición familiar. Estudiar siempre me gustó. Estoy especializado en Hepatologia Clínica; mientras tanto, la música fue creciendo en paralelo. Creo que todo se vincula con todo si tenemos una visión humanista.
- ¿Hiciste un balance sobre la Juvenil?
- Es muy positivo, según lo han percibido las distintas generaciones que han pasado y así lo creo. La UNT supo fundar este organismo único y lo pudimos sostener ininterrumpidamente en el tiempo desde su nacimiento hace 40 años. Han surgido muchos músicos profesionales de orquesta y solistas que nutren formaciones argentinas y del exterior.
- La UNT tiene otros cuerpos artísticos...
- Que tenga dos orquestas, el coro, el ballet, habla del espíritu que despliega desde su fundación: su compromiso y la articulación sin fisuras con la comunidad. Siempre debemos tener presente que el músculo productivo, cultural, artístico, tecnológico y demás es nuestra UNT, faro para la Argentina y el mundo. Es una concepción esencial.
- ¿Existe un público tucumano asegurado para lo clásico?
- Sí, pero habría que desmitificar un poco más la música clásica, porque no hace falta tener grandes conocimientos para ir a un concierto; solo hay que sacarse los prejuicios y dejarse llevar por los sentidos. Lo clásico es esencial para un músico académico, pero el conocimiento se puede adquirir también de la música popular. Y los músicos populares deberían abrevar en los clásica, se les abriría un mundo infinito de posibilidades. La sensibilidad, en cualquier área, se puede estimular leyendo, conociendo las grandes obras de arte, potenciando los sentidos, mirando al mundo de una manera más renacentista y humana.
- ¿Qué implica dirigir?
- Es transmitir a través de los gestos, de las palabras y del pathos una idea, una emoción para que los músicos se contagien de lo que podemos transmitir. Las diferencias mayores entre una orquesta como la Juvenil y las profesionales están en cuanto a la dinámica y al liderazgo del grupo.
- ¿Qué se viene a futuro?
- Acabo de ser nombrado padrino de la Fundación Eco Cultura Creativa en Jujuy y muchos proyectos en relación a ello. También tengo ya invitaciones para dirigir varias orquestas de la Argentina en 2026 y dictar un curso de dirección, interpretación y música de cámara en Barcelona y en el país, y también dedicarme a la docencia, que se potenciará, junto al violín, la música de cámara y la dirección.
- ¿Cómo quisieras ser recordado?
- Como alguien que transmitió el fuego, la curiosidad y la búsqueda constante de que a través del estudio planificado y consciente, se pueden conseguir algunos objetivos. He trabajado para honrar la forma de hacer las cosas lo mejor de lo posible siempre, y por supuesto que pueda haber transmitido humanidad.
SENSIBILIDAD Y PASIÓN. Gustavo Guersman pide talento y vocación.
Cuerdas y batuta
Larga trayectoria
Director, violinista y docente, Gustavo Guersman se formó en la Escuela Superior de Música de la UNT, y fue becario en la Camerata Bariloche, en Verona (Italia) y en la Universidad de Artes de Tokyo (Japón). Aparte de su labor pedagógica y de difusión en la Orquesta Juvenil desde 1990 -donde realizó innumerables conciertos de música clásica, óperas y puestas con otras expresiones artísticas, tanto en la provincia como en el país y en el exterior-, es director invitado de distintas orquestas argentinas como las de Corrientes, Entre Ríos, Bahía Blanca, Córdoba, Sinfónica de los Neuquinos, Mar del Plata, Mendoza, Sinfónica Nacional y Juvenil Nacional y Nacional de Música Argentina.
Como violinista, integró la Orquesta de la Arena de Verona entre 1988 y 1990, se desempeñó en música de cámara en dúos, cuartetos y quintetos, y participó en el Festival Lysy y la Camerata Lysy-Gstaad, entre muchas otras actividades. Fue docente titular en las cátedras de violín, viola y música de cámara en el Ismunt. En 2010 fue designado Ciudadano Distinguido de la Cultura de San Miguel de Tucumán.





















