Atlético Tucumán atraviesa un momento de reconstrucción deportiva que combina urgencia, planificación y una necesidad evidente: darle más lugar a los jóvenes que vienen empujando desde abajo. Dentro de ese proceso, uno de los nombres que más se consolidó en 2025 fue el de Luciano Vallejo, capitán de la Reserva que condujo al equipo de Hugo Colace a una campaña histórica, con clasificación a octavos tanto en el Apertura como en el Clausura. A los 21 años, el defensor central no solo levantó el rendimiento de la categoría, sino que además cumplió su sueño debutando en Primera, en la victoria 2-1 ante Godoy Cruz que aseguró la permanencia.
Desde Tandil, su ciudad natal, donde disfruta unos días con su familia antes de iniciar la pretemporada, Vallejo resume su año con una mezcla de satisfacción y ambición. “Fue el cierre que estaba esperando. Creo que fue muy bueno el 2025. Cumplí mi sueño de jugar en Primera. Ojalá pueda hacer una buena pretemporada y en 2026 tener minutos. Pero sobre todo, sueño con jugar como titular”, afirma, con la claridad de quien sabe que el próximo paso dependerá de su evolución y constancia.
La marca de un capitán joven
Vallejo llegó al “Decano” como un proyecto a pulir. Lo que nadie preveía era la velocidad con la que asumiría un rol central dentro del grupo. No solo se ganó el puesto, sino que fue elegido capitán por el cuerpo técnico, un gesto que marcó su madurez y liderazgo.
“Soy un chico de Tandil que juega de central y que va a aportar su granito de arena desde donde me toque. Estoy muy contento por cómo alientan siempre los hinchas”, se presenta, sabiendo que el primer vínculo con el hincha es la honestidad.
Su debut en Primera fue más que un premio. Colace se la jugó por él en un contexto de presión extrema: Atlético necesitaba ganar para no complicar su futuro inmediato. Vallejo respondió con aplomo, anticipos firmes y personalidad, atributos que ya había mostrado en la Reserva.
El 2026, objetivo personal y colectivo
En Atlético, el plan para la temporada que viene combina experiencia con proyección. La continuidad de Colace ordenó parte del mapa y abrió la puerta para que los juveniles comiencen a integrarse formalmente al plantel profesional.
Vallejo lo sabe y lo celebra. “Mis sueños y mis objetivos son poder consolidarme en Primera, quedarme ahí y sumar la mayor cantidad de minutos posibles. Obvio que la continuidad de Colace es muy importante porque ya nos conocemos; trabajamos un año entero y creo que lo hicimos muy bien. Es muy importante que siga”.
La declaración del central refleja una certeza que repiten varios jugadores de Reserva: el entrenador no solo les dio espacio, sino que construyó un vínculo de confianza, algo que muchas veces marca la diferencia en la transición hacia Primera.
La Reserva del “Decano” fue una de las sorpresas del año. Consiguió regularidad, identidad y un patrón de juego sostenido. La clasificación a octavos en ambas competencias no fue casualidad: hubo trabajo físico, orden táctico y una camada de jóvenes que se potenciaron entre sí.
Vallejo no elude el orgullo por lo conseguido. Ser capitán lo obligó a crecer puertas adentro, gestionar ansiedades y acompañar a compañeros que también estaban cerca de pegar el salto. Ese liderazgo silencioso, construido sin estridencias, lo convirtió en una de las piezas que el club mira con proyección.
Un presente entre Tandil y Tucumán
Durante el receso, Vallejo se refugia en su ciudad. La rutina, lejos del ruido del fútbol, lo mantiene conectado a su esencia. “Disfruto de mi familia, somos seis. Entreno con mi hermano Lucas, que tiene 25 años y estuvo a préstamo en Deportivo Maipú; juega de 4 u 8. Eso es lo que hago en el día a día”, cuenta.
Su familia es un pilar central: sus padres, Javier y Claudia; sus hermanos Agustín y Lucas; y Emilia, la menor. Ese entorno lo acompañó durante el proceso de dejar Tandil y adaptarse al Norte, un camino que no siempre es sencillo para los chicos del interior profundo.
“Tucumán me recibió de manera hermosa. Los chicos me adaptaron muy bien y me agregaron rápido al grupo. Como capitán fue un lindo año en Reserva, y después terminé debutando en Primera. Tengo contrato tres años más, así que el futuro depende de mí”, asegura.
La proyección de un central moderno
Atlético busca, desde hace varias temporadas, potenciar defensores surgidos de sus inferiores. La salida de referentes históricos generó un espacio que jugadores como Vallejo pueden ocupar si continúan creciendo. Su perfil encaja con lo que pide el fútbol actual: buen juego aéreo, salida limpia, agresividad en los duelos y lectura del juego.
El club ya trabaja en la estructura 2026, con refuerzos puntuales pero con la idea firme de que los juveniles integren el plantel de manera estable. Vallejo aparece entre los nombres con más proyección inmediata.
El sueño que viene
En Tandil, mientras entrena y respira aire de familia, Vallejo mira hacia el futuro con la ambición justa y los pies bien puestos en el césped. Sabe que la competencia será exigente y que el salto definitivo se construye día a día.
Pero también sabe otra cosa: ya demostró que puede estar a la altura.
“Quiero consolidarme, sumar minutos y quedarme en Primera. Ese es mi sueño”, repite.
Atlético Tucumán necesita jugadores con esa convicción. Y Luciano Vallejo, a los 21 años, parece listo para escribir su capítulo en la historia del “Decano”.























