RAÍCES. Hace una década que Godoy no actúa en la Capital.
Fueron décadas de trabajo artístico y shows en vivo, pero recién hace pocos meses su nombre se volvió conocido y su canción llegó hasta las canchas de fútbol con “Alta coimera”, la letra con la cual ironizaba -al ritmo caribeño de “Guantanamera”- la versión de que Karina Milei cobraba retornos de laboratorios medicinales.
María Paula Godoy es tucumana; nació en Monteros y de niña se fue con su familia a Campinas, en San Pablo (Brasil), donde su padre físico hizo una maestría. Su devenir la llevó luego a Buenos Aires y ahora la tiene en Catamarca. Cada tanto vuelve al sur de la provincia para ser parte de algún festival folclórico, pero hace 10 años que no actúa en la Capital. Ese prolongado paréntesis se cerrará esta noche, desde las 21, en el Centro Cultural Virla (25 de Mayo 265).
“Lancé ‘Alta coimera’ porque el humor y la música han demostrado ser, a lo largo de la historia, dos maneras muy poderosas de compartir sentimientos con toda una comunidad como práctica social. Cada quien, desde su lugar, manifiesta como puede lo que siente y piensa sobre el acontecer de lo que le toca compartir como parte del pueblo. Se trata de una parodia más de lo que venimos haciendo desde el año pasado, como una forma de hacer catarsis ante la impotencia que muchas veces podemos sentir como ciudadanas y ciudadanos de a pie”, afirma en diálogo con LA GACETA.
Su concierto celebrará la música latinoamericana y el cruce de lenguajes y territorios bajo el nombre “Canciones para una Patria Grande”. El recital tendrá dos partes: “estará el dúo de mis grandes y admirados amigos Francisco Santamarina y Carla Guzmán, con un repertorio de tangos, y folclore argentino y latinoamericano; y luego con mi compañero Juan Martín Angera, voy a compartir canciones propias, parte de este camino brasileño y también un repertorio que honra las raíces argentinas, en un viaje por paisajes internos de Catamarca, Brasil, el norte, la memoria, el presente político y la emoción colectiva, teniendo siempre la alegría como trinchera”. El repertorio incluirá temas de sus discos junto a canciones inéditas.
- ¿Qué sentís al volver a cantar en San Miguel de Tucumán?
- Es emocionante porque es parte de mis raíces afectivas y musicales; esta fecha no es sólo un concierto, es un gesto de pertenencia y también de cuidado hacia la niña que fui. Este regreso se da como parte de una búsqueda de identidad, tanto personal como musical. Después de tantos años cantando los folclores del norte de Brasil, sentí la necesidad de volver a mis raíces y aprender a profundidad el folclore argentino que escuchaba en mi casa, con los discos de mi “viejo” que siempre estuvieron presentes en mi memoria emocional.
- Pasó mucho tiempo desde la última vez...
- La vida me llevó por otros territorios, otros escenarios y también la maternidad me mantuvo creciendo, criando, componiendo, mudándome, sobreviviendo como música independiente. Crecí entre libros, discos y un país que me adoptó como si fuera propio. Ese desarraigo temprano me marcó, pero también me abrió el mundo. Brasil me enseñó a trabajar con la música desde muy joven, me dio escenario, identidad y una forma de cantar que hoy es parte de mi ADN. Después la vida me trajo de vuelta al norte argentino y en Catamarca, donde encontré calma, maternidad y un hogar.
-¿Se puede dejar de lado el origen?
- No. El origen es una semilla que no se puede desplantar. Podés alejarte, transformarte, negarlo incluso, pero está ahí. Yo llevo Monteros, Tucumán, Brasil y Catamarca adentro, son capas que conviven y me definen. En el camino aprendí que no hay un solo origen: somos la suma de todos los lugares que nos transforman.
- ¿Qué te dio la música brasileña?
- Me enseñó la libertad rítmica, la dulzura melódica, la cadencia del cuerpo. Aprendí a cantar trabajando, en casas de forró, en escenarios enormes, cantando para más de 1.000 personas todos los domingos. Llevo ese pulso caliente, esa poesía luminosa y esa fuerza popular que me salva hasta hoy.
- El título de tu recital es prácticamente una declaración de principios, ¿existe realmente una patria grande?
- Para mí sí. La patria grande es cultural, emocional y lingüística. Yo la viví: crecí en Brasil escuchando a Mercedes Sosa y a Atahualpa Yupanqui. Mi música es una mezcla natural de Brasil y la Argentina, de norte y nordeste, de frontera. Existe en la gente que crea puentes, no muros. Mi música nace de mi experiencia, y mi experiencia es política. Soy mujer, obrera de la música y madre. Mi ideología no es un discurso, es la manera en que vivo y resisto en una industria que precariza. No puedo separar quién soy de lo que canto.
- Hablás de la identidad. ¿Qué significa reconocerse?
- Reconocerse es dejar de actuar para otros y escucharte de verdad. Es entender qué te dolió, qué te salvó y qué te sostiene. Es poder mirarte con honestidad y decir: Esta soy yo, con mis mezclas, mis luchas y mis músicas.
- ¿Cómo evalúas lo que está pasando en la política cultural?
- Se está buscando debilitar el tejido todo que sostiene la cultura: los artistas, los técnicos, los espacios, las políticas de fomento... La cultura no es un gasto; todo lo contrario: es una herramienta de identidad, de memoria y, por ende, de futuro. Quitarle recursos es una forma de empobrecer a un país en lo más profundo. No se trata de que el Estado “banque al arte”, sino que tenga una estrategia cultural, porque es el mismo pueblo el que vive dentro de ese Estado y allí se expresa, liberado de las reglas sencillas del marketing que, sabemos, suelen siempre rumbear hacia las fórmulas más livianas y efectistas de expresión.






















