Uno de los genios de la inteligencia artificial reveló qué profesión no conviene estudiar en 2026.
Con el final de 2025 y el inicio de un nuevo año académico en el horizonte, miles de jóvenes que egresan del secundario se enfrentan a una de las decisiones más importantes de su vida: qué estudiar en un mercado laboral atravesado por la inteligencia artificial. La pregunta ya no es solo qué carrera tiene mayor salida laboral, sino cuáles ofrecen mayores chances de supervivencia frente al avance acelerado de la automatización. En ese debate, la voz de Sam Altman, CEO de OpenAI y una de las figuras más influyentes del sector tecnológico, se volvió una referencia ineludible.
La profesión que no debes estudiar en 2026
En una reciente entrevista con el periodista estadounidense Tucker Carlson, Altman fue contundente al señalar que los empleos vinculados al soporte al cliente —tanto telefónico como técnico— están entre los primeros en quedar obsoletos. Según explicó, la inteligencia artificial ya realiza esas tareas con mayor rapidez, menor costo y un nivel de eficiencia superior al humano, lo que acelera su reemplazo en empresas de todo el mundo.
Las advertencias no son solo teóricas. Un relevamiento global de Salesforce confirma que la IA ya está transformando de manera profunda el funcionamiento de los equipos de atención al cliente. Actualmente, cerca de un tercio de las consultas ya son resueltas por sistemas automatizados, y las proyecciones indican que para 2027 más de la mitad de los casos serán gestionados por inteligencia artificial. Este cambio no solo impacta en la cantidad de empleos disponibles, sino también en la forma en que los trabajadores distribuyen su tiempo y construyen sus trayectorias profesionales.
La resistencia a la automatización
Sin embargo, el escenario no es completamente adverso. Altman sostiene que existen áreas donde la intervención humana seguirá siendo clave, incluso frente a modelos cada vez más sofisticados. En contraposición a visiones más extremas, como la de Elon Musk —quien afirmó que la IA podría superar ampliamente a médicos y abogados—, el CEO de OpenAI remarcó que las profesiones que requieren empatía, criterio clínico y toma de decisiones complejas, como las vinculadas a la salud, presentan una mayor resistencia a la automatización.
Para Altman, la historia demuestra que la sociedad logra adaptarse a cambios tecnológicos profundos. Como ejemplo, mencionó la capacidad de reorganización global durante la pandemia de COVID-19, un proceso que obligó a redefinir tareas, habilidades y formas de trabajo en tiempo récord.
En ese sentido, el ejecutivo destacó el potencial positivo de la inteligencia artificial, a la que definió como una “gran mejora de nivel” para la humanidad. Según su visión, la IA permitirá que miles de millones de personas sean más productivas, amplíen su creatividad y aceleren descubrimientos científicos. Un caso concreto es el de los programadores, quienes hoy pueden escribir mucho más código en menos tiempo gracias a estas herramientas, multiplicando su rendimiento sin que eso implique, al menos por ahora, una desaparición masiva de puestos de trabajo.
No obstante, Altman también puso el foco en los riesgos. Entre sus mayores preocupaciones mencionó las amenazas difíciles de anticipar, como el uso de la inteligencia artificial para el desarrollo de armas biológicas o la generación de pandemias artificiales. A esto se suma la capacidad de la IA para producir contenidos —imágenes, audios y textos— prácticamente indistinguibles de los reales, un fenómeno que complica la verificación de la información y abre la puerta a fraudes y manipulaciones.
Como respuesta, propuso avanzar en sistemas de validación, como firmas criptográficas o mecanismos de autenticación que permitan distinguir los mensajes reales de los generados artificialmente, especialmente en contextos sensibles.
La mirada de otros referentes del sector tecnológico refuerza este análisis. Bill Gates, cofundador de Microsoft, coincidió en que el futuro del empleo estará marcado por una convivencia entre humanos e inteligencia artificial. Según Gates, existen al menos tres áreas donde el factor humano seguirá siendo indispensable: programación, biología y energía. En el desarrollo de software, explicó, la IA puede asistir en la escritura de código, pero aún necesita supervisión experta para garantizar seguridad y confiabilidad, especialmente en sistemas críticos.
En biología y medicina, el desafío es aún mayor. La aparición de nuevos virus, enfermedades complejas y la necesidad de tratamientos personalizados requieren profesionales capaces de interpretar escenarios inéditos y tomar decisiones creativas. Algo similar ocurre en el sector energético, donde la transición hacia fuentes sostenibles, como el hidrógeno verde o la captura de carbono, depende del conocimiento y la innovación humana.






















