Por Oberdan Rocamora, para JorgeAsisDigital.com
La intuición furtiva indica que infortunadamente Javier Milei desperdició la ancha ventaja de ser el único aliado de Donald Trump.
Desde Argentina, para colmo, un costado insólito del mundo.
Consta que Milei apoyaba a Trump desde antes que Trump volviera a presidir Estados Unidos.
La primera fotografía de la dupla transcurrió en plena campaña, en la monotonía de la kermesse de extrema derecha.
Justamente cuando Trump recitaba la fábula de MAGA, mientras el Panelista ya era presidente.
La apasionada soledad duró menos que el suspiro de la adolescencia.
Tiempo idílico en el que Trump no podía permitir que su exclusivo aliado de la derecha irracional se cayera con la ferocidad del piano por el fracaso justamente de la economía. Cuando el Panelista estaba casi sin aire, con un tuit del Tío Scott Bessent lo salvó del abismo.
Pronto se incorporó al suspiro la derecha de Bolivia, a través del dinástico Rodrigo Paz Pereira, que supo explotar el colapso irremediable de los indigenistas que cautivaron oportunamente al vibrante intelectual Martín Sivak.
Además la derecha ostensible de Paraguay pretendía aproximarse también a la franja de la felicidad y del confort administrativo.
Los atributos morales que depara la consideración de Washington se encaminaron a través del eficaz presidente Santiago Peña, El Colorado.
Epigonal sucesor de Alfredo Stroessner, en menos de un año Peña logró la gigantesca proeza.
Que el Departamento de Estado levantara las sanciones amontonadas contra el prestigio inmaculado de Horacio Cartes, enlace colorado entre Stroessner y Peña.
Para completarla, en Chile, el último domingo se impuso José Antonio Kast, defensor categórico del general Pinochet.
Como Milei, Kast volvió a demostrar que los peores sistemas represivos perfectamente pueden purificarse con los sufragios de la democracia.
Incluso Lula, sin excederse en elogios de compromiso, alcanzó a elaborar para Brasil con Trump un acuerdo en el tema básico de la carne (que el Panelista aún no pudo cerrar).
El diferendo ideológico Lula-Trump se diluyó merced a los aceitados contactos asiduos de Los Batista.
Los poderosos Joesley y Wesley Batista, líderes del JBS, gran emporio que mantiene la hegemonía del negocio cárnico.
Espantosa idea del retroceso
No hacen falta más datos para celebrar la consolidación del fracaso continental que plantea la espantosa idea del retroceso.
Sin tratar todavía al paisano arbitrario Nayib Bukele, que desde la benemérita prisión de El Salvador impone la condición de estadista notable.
Tampoco sin siquiera tener en cuenta la suerte incierta del acosado Nicolás Maduro en Venezuela.
El bolivarianismo festivo del generoso Hugo Chávez deriva finalmente en la derecha lamentablemente tibia de la señora María Corina Machado.
Figura que crece y se proyecta sin mayor obstinación, hasta erigirse involuntariamente en la motivadora fundamental del penúltimo papelón del Panelista.
Milei se abnegó en desplazarse hacia Oslo por dos días, en una excursión con la señora Karina y el flamante Canciller Quirno, solo movilizado por el afán de felicitar con Karina a Corina y sacarse los tres alguna fotografía fundacional, junto a la dama clandestina condecorada con el Nobel de la Paz.
Aunque a Corina, estadista de relativo pacifismo, no le desagrade que Trump, el protector común, ordene, si se le antoja, el desalojo de Maduro con un par de torpedos y la impermeable violencia que le preocupa al colombiano Gustavo Petro hasta la estoica indignación.
Para colmo Corina llegó tarde a Oslo. El Nobel lo recibió su dulce hija y el Panelista debió volverse capitalizado con un par de selfies inútiles y una inversión en combustible de medio millón de dólares.
Método Tolstoi
Así como el Panelista desperdició la ventaja de ser el máximo aliado, tampoco debe desperdiciar en Argentina el panorama repentinamente despejado de opositores.
Origen territorial del Fenómeno donde Milei aplica el método Tolstoi.
“Resuelve los problemas de tu aldea y serás universal”.
Después del providencial posteo del Tío Bessent, el Panelista logró un empoderamiento envidiable que lo hizo imponerse en la última elección.
Desde entonces ningún cuestionador está seguro de cómo demonios pararse ante la magnitud altiva del Fenómeno.
El triste conglomerado opositor se encuentra piadosamente desarticulado.
Con La Doctora presa y acaso abatida por la tobillera. Y con Mauricio, el Ángel que fue Exterminador, totalmente abducido.
Trasciende que lo sensato es resignarse estéticamente. Entregarse a la espera fervorosa de los próximos errores del Panelista.
Los que no tienen razones lícitas para producirse.
Pero pifia igual, siempre, invariablemente.
Cuenta a su favor con la parsimonia estricta del verano para disfrutar del panorama despejado que le produce la apertura esotérica de los caminos.
Debe aprovechar el generalmente conflictivo tercer año de Gobierno de Consultores y abandonar la tendencia gradualista de los abducidos.
Dedicarse a la aplicación transformadora de las reformas trascendentales, pendientes desde que en 1983 Raúl Alfonsín, El Penúltimo Radical, venciera a Ítalo Luder, Peronista Presentable.
La gran Reforma, tildada de “Modernización Laboral”, se demora desde que se estrelló aquel ministro Mucci. La misma que originó además la banalidad de La Banelco.
Ahora intenta la aprobación el Peronista Originario Diego Santilli, El Bermellón, gran baluarte en su momento de Horacio Rodríguez Larreta, Geniol, pero felizmente transplantado al libertarismo.
Sin embargo, no es necesario siquiera ser peronista para vaticinar que el proyecto reformista de Federico Sturzenegger, Bailarín Compadrito, mantiene el aroma espeso de la judicialización.
“La ofensiva política concluye en Comodoro Py”.
Lo que Santilli se va a adjudicar, para su gloria gestionaría, casi sin dificultades, es la eufórica obviedad de la Ley de Presupuesto.
Si no se interponen otros papelones, a partir del conflictivo discurso del 1º de marzo el Panelista avanzará con las tangenciales modernizaciones que el Bailarín Compadrito supo delirar en oraciones para la presidencia frustrada de Patricia, La Montonera del Bien, las que podrá aprobar como senadora.
Como la reforma fiscal, la previsional, y todas las que hagan, en efecto, falta.





















