UNA IMAGEN REPETIDA. La Policía escolta a Eloy Guzmán y sus colaboradores, en medio de una batalla campal. La violencia volvió a ser protagonista luego de un partido de fútbol. FOTO DE OSVALDO RIPOLL / LA GACETA
El Regional Federal Amateur tiene un nuevo semifinalista. Con un doblete de Bruno Medina, Tucumán Central se lo dio vuelta a San Pablo (2-1) de visitante y sentenció al “Paulistano” tras el 1-0 conseguido en la ida. De esta manera, enfrentará a Boroquímica de Salta en la próxima fase.
El encuentro tuvo de todo, pero estuvo marcado por la tensión: hubo expulsados, un penal polémico y un cierre bajo la lluvia que culminó con agresiones de los jugadores a Eloy Guzmán, árbitro del encuentro, y el retiro de la terna arbitral escoltada por Infantería mientras volaban escombros y balas de goma.
El local propuso un planteo algo más ofensivo para intentar revertir la serie en su casa. Alejandro Bernat dejó de lado la línea de cuatro defensores y dibujó un 3-4-1-2 con el objetivo de sumar gente en la mitad de la cancha y poblar el área rival. Por su parte, Walter Arrieta volvió a apostar por el 3-4-3 que tan buenos resultados le venía dando, con tres centrales de gran altura y una delantera “picante”.
El “Rojo” tomó el protagonismo durante los primeros minutos, mientras que el “Paulistano” parecía no entrar en partido. No lograba circular la pelota y se lo notaba visiblemente impreciso, también afectado por el estado del campo de juego. Los primeros fouls cobrados en contra del local empezaron a activar el enojo de las tribunas. Cada amarilla se gritaba con más efervescencia, calentando el ambiente de a poco.
Cuando la visita parecía tener el control total del juego (y el resultado de la serie a favor), llegó la mejor jugada de la tarde. A los 23’, el local recuperó una pelota en su propio campo y empezó a acumular pases. La maniobra se inició por la derecha, pasó por Menseguez hacia el centro con Lucena, quien descargó con Cuevas. Este, con un gran gesto técnico a dos toques, cambió de frente hacia la izquierda para Ruiz, que recibió pegado a la línea. El extremo encaró y, con un gran centro de zurda a media altura, encontró a Maldonado, quien definió en el punto penal para enviar la pelota al fondo de la red.
En la primera vez que San Pablo lograba hilvanar pases y pisar el área rival, conseguía el gol que abría el marcador y empataba la serie.
La hinchada local y los jugadores explotaron con el grito sagrado. Parecía el momento en el que el “Paulistano” podía tomar el timón y buscar la victoria. Sin embargo, apenas unos minutos después, un polémico penal cometido a Martínez Llanos cambió totalmente el curso de la historia. No solo desde el marcador (porque Medina ejecutó un tiro perfecto al medio del arco), sino también desde lo anímico, marcando el inicio de un conflicto con el arbitraje que se tornaría cada vez más grave.
Al penal discutido se le sumó una expulsión antes de terminar el primer tiempo, lo que generó el primer capítulo de violencia en el descanso: los jugadores saltaron sobre el árbitro, que debió salir hacia el vestuario escoltado entre insultos y proyectiles.
Aunque demorado, el segundo tiempo se jugó igual. A puro corazón y con uno menos, el local buscó el empate con grandes arremetidas de Luciano Ruiz, pero su empuje no fue suficiente. En tiempo adicionado, Javier Frías intentó jugar un pase atrás a su arquero que fue interceptado por Medina, quien firmó su doblete y el tercer gol de su equipo en la serie.
Con el pitazo final, se desataron los incidentes graves. Jugadores de San Pablo intentaron agredir al árbitro, obligando a la rápida intervención de Infantería. Se armó una batalla campal con golpes, patadas, escombros y balas de goma en el campo de juego. Mientras Ignacio López pedía piedad por sus colegas de la visita, los enfrentamientos continuaron también entre las facciones de la barra local en las inmediaciones del estadio.
Así, Tucumán Central es el único tucumano que sigue en carrera; buscando ese enorme sueño llamado Federal A.






















