05 Noviembre 2007
NOTABLE. Bravo Figueroa defendía la independencia de la actividad cultural del monopolio del Estado. LA GACETA / FRANCO VERA
Sus ojos de 92 años quedaron atrapados en el silencio eterno. Ayer, a las 10.30, se fue un hacedor, un hombre de aquellos que son fundamentales para la cultura, para la sociedad. El escritor, periodista y profesor de Letras, Gustavo Bravo Figueroa fue un hombre múltiple. Durante 53 años presidió la peña cultural El Cardón, de la que fue “el alma”, según sus amigos y compañeros.
Había nacido el 12 de marzo de 1915. Fue el primer egresado varón de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT (1941). En esa casa de estudios se desempeñó como jefe de trabajos prácticos en la cátedra de “Introducción a la Literatura”. Fue cesanteado en 1947 por cuestiones políticas (era militante socialista). Años más tarde, ganó un concurso para reintegrarse pero le opusieron “cuestiones formales” de dudosa índole. Se dedicó entonces de lleno a la enseñanza de la lengua y de la literatura en colegios secundarios (Instituto Técnico, Colegio Sagrado Corazón, escuelas Normal y de Agricultura), donde muchas generaciones de alumnos aún lo recuerdan con cariño.
Fue uno de los fundadores de la peña cultural El Cardón, entidad que presidió entre 1952 y 2005, año en que fue designado presidente de honor, y de cuyas actividades nunca dejó de participar. A fines de la década de 1930 fue cronista en el diario El Orden y fue el primero en entrevistar al filósofo español Manuel García Morente, que se encontraba en la Facultad de Filosofía y Letras dictando un curso de Introducción a la Filosofía y Psicología. Se casó con Nilda Ada Conterno. Es autor de cinco libros, entre ellos, 27 Cuentos del Norte Argentino, Antología de la poesía de Tucumán y Visiones de Amaicha del Valle.
Lo que vale
En una entrevista realizada en 1999, le decía a LA GACETA acerca de internet y de la globalización: “por abarcar mucha información perdemos la profundidad, que es lo que vale. Yo valgo, no por lo que veo en televisión, sino por lo que he leído, por hacer apuntes y tomar notas. La mente humana tiene una limitación para poder asimilar todo lo que viene de afuera”.
Ameno, sencillo, conversador, hospitalario -siempre convidaba con una empanada y una copa de vino-, Bravo Figueroa hizo de la peña El Cardón no sólo su segundo hogar, sino un faro de la cultura y de la amistad.
Su vasta erudición y su relación amistosa con notables intelectuales del país, le permitían abordar diferentes temas con autoridad. “La cultura oficial es un arma de doble filo, porque ahí caemos en que viene el peronismo, el radicalismo y hacen de la cultura una manera de propagar sus ideas”, afirmaba. “No hay nada que hacer: donde entra el gobierno, la cultura desaparece en ese aspecto fundamental que es la autenticidad. La peña El Cardón se mantiene porque no tenemos -salvo esos $ 20.000 que nos dio la Nación hace dos años para hacer arreglos- vinculación con lo oficial. La cultura se hace cuando hay gente desinteresada, que no va a recibir un solo centavo de su trabajo. Yo, hasta ahora, pongo plata”.
Enamorado de Amaicha del Valle, Bravo Figueroa participó activamente de las Jornadas Culturales del Valle Calchaquí. Fue distinguido, en 2005, como “Personalidad ilustre de las letras y de la cultura” por la Universidad Nacional de Tucumán.
El velatorio se realiza en la peña El Cardón, su segunda casa. El sepelio será hoy a las 11, en el Cementerio del Oeste.
Había nacido el 12 de marzo de 1915. Fue el primer egresado varón de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT (1941). En esa casa de estudios se desempeñó como jefe de trabajos prácticos en la cátedra de “Introducción a la Literatura”. Fue cesanteado en 1947 por cuestiones políticas (era militante socialista). Años más tarde, ganó un concurso para reintegrarse pero le opusieron “cuestiones formales” de dudosa índole. Se dedicó entonces de lleno a la enseñanza de la lengua y de la literatura en colegios secundarios (Instituto Técnico, Colegio Sagrado Corazón, escuelas Normal y de Agricultura), donde muchas generaciones de alumnos aún lo recuerdan con cariño.
Fue uno de los fundadores de la peña cultural El Cardón, entidad que presidió entre 1952 y 2005, año en que fue designado presidente de honor, y de cuyas actividades nunca dejó de participar. A fines de la década de 1930 fue cronista en el diario El Orden y fue el primero en entrevistar al filósofo español Manuel García Morente, que se encontraba en la Facultad de Filosofía y Letras dictando un curso de Introducción a la Filosofía y Psicología. Se casó con Nilda Ada Conterno. Es autor de cinco libros, entre ellos, 27 Cuentos del Norte Argentino, Antología de la poesía de Tucumán y Visiones de Amaicha del Valle.
Lo que vale
En una entrevista realizada en 1999, le decía a LA GACETA acerca de internet y de la globalización: “por abarcar mucha información perdemos la profundidad, que es lo que vale. Yo valgo, no por lo que veo en televisión, sino por lo que he leído, por hacer apuntes y tomar notas. La mente humana tiene una limitación para poder asimilar todo lo que viene de afuera”.
Ameno, sencillo, conversador, hospitalario -siempre convidaba con una empanada y una copa de vino-, Bravo Figueroa hizo de la peña El Cardón no sólo su segundo hogar, sino un faro de la cultura y de la amistad.
Su vasta erudición y su relación amistosa con notables intelectuales del país, le permitían abordar diferentes temas con autoridad. “La cultura oficial es un arma de doble filo, porque ahí caemos en que viene el peronismo, el radicalismo y hacen de la cultura una manera de propagar sus ideas”, afirmaba. “No hay nada que hacer: donde entra el gobierno, la cultura desaparece en ese aspecto fundamental que es la autenticidad. La peña El Cardón se mantiene porque no tenemos -salvo esos $ 20.000 que nos dio la Nación hace dos años para hacer arreglos- vinculación con lo oficial. La cultura se hace cuando hay gente desinteresada, que no va a recibir un solo centavo de su trabajo. Yo, hasta ahora, pongo plata”.
Enamorado de Amaicha del Valle, Bravo Figueroa participó activamente de las Jornadas Culturales del Valle Calchaquí. Fue distinguido, en 2005, como “Personalidad ilustre de las letras y de la cultura” por la Universidad Nacional de Tucumán.
El velatorio se realiza en la peña El Cardón, su segunda casa. El sepelio será hoy a las 11, en el Cementerio del Oeste.
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