Las diferencias entre prevención y reacción

Dos frases del jefe de Policía, comisario general Hugo Sánchez, encierran toda una visión de la seguridad en los últimos dos meses: al terminar enero, a propósito de cómo fueron las vacaciones, dijo: "no habría habido hechos en proporción descontrolada" (LA GACETA 1/02); y este fin de semana, a propósito de la detención de los acusados del crimen de Pablo Aiziczon, sentenció: "el primer día, la familia exigió saber quiénes habían cometido el crimen. Bueno, la Policía ha cumplido" (LA GACETA, 28/3).

Entre esas dos frases, las crónicas policiales han descripto, a lo largo de estos dos meses, las más variadas manifestaciones de la inseguridad. Desde los hechos considerados típicos por la misma fuerza, como los robos y asaltos -comenzando por el robo al quiosco "Gayiyo" frente a la comisaría de Famaillá- hasta las quejas vecinales que derivaron en encuentros con los comisarios: tres reclamos con reuniones en la zona de la Mate de Luna cercana a Villa Piolín; dos reuniones en Lomas de Tafí; dos reuniones en el barrio Roselló de La Costanera; dos reuniones con el vecindario del barrio Terán e inquietudes en barrio Sur (donde un taxista mató a un delincuente que intentó asaltarlo y donde fue allanado un drugstore de avenida Roca y Entre Ríos). También hubo una fuerte denuncia por los robos de las mecheras -un comerciante puso el video en Youtube y, pese a que el jefe de Robos y Hurtos opinó que eso no servía como prueba, la fiscala Adriana Giannoni terminó deteniendo a un hombre que aparecía en la filmación- y también se suscitó una polémica entre Carlos Garmendia, representante de la la Fundación Verón, y el policía Pablo Barrionuevo, a cargo de la división Trata de Personas, a propósito de la apreciación que tienen sobre la prostitución en Tucumán.

Y lo más dramático: en estos dos meses hubo tres casos conmocionantes: el asesinato del guardián del barrio Terán, Juan Manuel Leguizamón (18/02), el crimen de la jubilada Ester Rodríguez (2/03) y el homicidio de Aiziczon.

Muy llamativas, en todos los casos mencionados, han sido las diferencias entre las apreciaciones de los vecinos sobre lo que pasaba y la estupefacción de los policías. En el sector de Villa Piolín, a medida que crecía la indignación vecinal contrastaban las declaraciones del comisario José Luis Pérez, jefe de la comisaría 3a: "No tenemos muchas denuncias... la zona peligrosa continúa siendo la esquina de San Lorenzo y Padilla... tenemos un móvil apostado allí... no teníamos denuncia de que estaba cortado el tránsito por basurales"; y el sábado pasado, el jefe de Regional, Heberto Cortez, dijo: "en Villa Piolín ya está todo controlado... pero no podemos sacar el pie del acelerador".

Lo mismo ocurrió con el caso de las mecheras: "hay muy pocas denuncias de esta clase", dijo el comisario Adrián Alvarez, jefe de Robos y Hurtos. Más doloroso fue el impacto de la respuesta policial en el crimen de la jubilada: "está estadísticamente comprobado que no tenemos estos delitos en Tucumán", detalló el comisario Raúl Ferreira, jefe de Investigaciones, acerca de las salideras bancarias. Y ante la protesta de los vecinos de la Costanera y de Lomas de Tafí, se les prometió en un caso un operativo (días después los vecinos dijeron la que Policía no había ido a hacer ese operativo); y en el otro caso se les dijo que se vería qué hacer -les pusieron tres policías, según el jefe Sánchez- mientras la gente de Lomas de Tafí denunciaba que la asaltaban a diario.

Problema de visión

¿Qué pasa con la Policía? ¿Cumple o no cumple? Hay un severo problema de visión sobre las cosas, que impide que se pueda cambiar la realidad, pese a que el gobernador José Alperovich acaba de anunciar que se incorporarán 200 efectivso más y que 350 agentes de la Policía Vial pasarán a depender del jefe Sánchez (antes dependían de la secretaría de Transporte). Aunque aprendan a trabajar con informática y con entrecruzamiento de datos telefónicos (como ocurrió con el caso Aiziczon, por iniciativa del hermano de la víctima, Fernando, quien descubrió la pista de la tal Claudia al pedir a la compañia telefónica las llamadas que había hecho su hermano) y aunque algún día lleguen a hacer mapas del delito con la colaboración de la ciudadanía, el problema sigue siendo el concepto de seguridad.

El viejo modelo de la sábana azul que cubre con presencia todo el territorio no da respuestas porque no existe el concepto de prevención sino de reacción. Se busca presencia con la idea de disuadir al delincuente, que siempre intentará encontrar la manera de burlar o que no se preocupará de que lo vean, como hacen las mecheras. El mismo caso Aiziczon, ocurrido en la hípercustodiada Yerba Buena, demostró la poca utilidad de las cámaras de vigilancia de las avenidas Aconquija y Perón. La respuesta del jefe es que necesitan más agentes. El concepto es que hace falta un policía cada 100 habitantes. Ergo, la sábana dejaría de ser corta cuando haya 15.000 agentes, en este concepto de seguridad que no ha demostrado ser efectivo, pese a que en estos últimos siete años se duplicó la cantidad de policías.

Los agentes dicen que quieren escuchar a los vecinos. El jefe dice que "desde hace años hacen reuniones con los vecinos", pero no entiende qué pasa cuando sus propios hombres afirman que la gente no hace denuncias o cuando la misma gente dice que no confía en sus vigilantes.

El modelo debería ya ser un objeto de debate político. Para que entre esas dos frases tan voluntariosas del jefe de Policía no haya ese infierno de hechos dramáticos que pintaron estos dos tremendos meses. Así las cosas, no parece que la Policía haya cumplido.

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