Por María Ester Véliz
22 Octubre 2012
"SOY OTRA PERSONA". Sue Haddad está disfrutando de su nueva vida.
Quizás sea la traductora de inglés más popular de Tucumán. Azucena Haddad -más conocida como Sue- se destaca no solo por la fluidez y la velocidad con la que habla, escribe y traduce al español, sino también porque vive perfeccionándose en el work que tanto ama. Y en su constante afán por alcanzar nuevas metas -se la pasa estudiando- se olvidó de darle descanso a sus ojos. Hasta que un día le dijeron ¡basta! Después de cambiar anteojos y de llegar a leer con ayuda de una lupa, ella le perdió el miedo a la cirugía. Decidió operarse cuando los doctores Patricio Navarro Zavalía y Julio Garzón le dijeron que su baja visión iría empeorando cada vez más porque tenía catarata.
"Mis nuevos ojos cumplieron un año el 17 y el 18 de octubre. Soy otra persona... Veo los paisajes nítidos, con los colores brillantes, como cuando era joven. Disfruto salir y mirar el mundo que me rodea... Además, estudio sin problemas de día y de noche. Nunca más necesitaré anteojos porque mis nuevos ojos ya tienen incorporada la lente multifocal...", celebra Sue con la simpatía y la verborragia que la caracterizan.
"La operación me cambió la vida. ¡No sabés cuánto lamento haber vivido tantos años viendo las cosas opacas, sin brillo y sin matices... Esforzándome para leer, para estudiar y hasta para caminar...!
- ¿Cuándo comenzaste a sufrir problemas visuales?
- La presbicia me sorprendió apenas cumplí los 40 años. Me acuerdo de que un día me levanté, me puse a leer LA GACETA y de repente comencé a notar que no veía bien. Me fui al oftalmólogo y me recetaron anteojos. Tiempo después empecé a ver borroso, tanto de cerca como de lejos. Me dijeron que tenía astigmatismo. Creo que sumé todos los defectos visuales juntos, porque mi visión fue empeorando en forma progresiva los últimos 18 años... (se ríe, sin disimular lo feliz que se siente). - Pero usabas anteojos... - Siempre me negué llevar anteojos para ver de lejos. Quizás de coqueta nomás. Solo los usaba para ver de cerca. Trataba de aprovechar al máximo la luz del día y por la noche iba aumentando la intensidad de la iluminación artificial. Pero todos los recursos se me fueron agotando. Era consciente de que mi baja visión me estaba limitando y, lo peor de todo, la lectura se me hacía más lenta. A veces les pedía a mis amigas que me leyeran los textos... Ahora me doy cuenta de todo el tiempo que desperdicié esforzándome. - ¿Tanto miedo le tenías a la cirugía? - Tenía un poco de miedo, pero la verdad es que a mi problema no le daba la importancia que requería. Vivo haciendo cursos de perfeccionamiento y siempre alcancé mis objetivos porque mis anteojos me lo permitían. Mi situación empeoró y llegó al límite con la aparición y la progresión de catarata. - Y finalmente decidiste hacerte operar. - Acepté el consejo de los doctores Navarro Zavalía y Garzón porque me contuvieron en todo momento, me aseguraron que recuperaría totalmente la visión. Me sentí cuidada, querida, mimada y esta atención tan personalizada me devolvió la seguridad que había perdido... Primero me operaron el ojo derecho y al día siguiente el izquierdo. ¡Salí viendo del quirófano! ¡No lo podía creer! Mi visión es la misma que tenía cuando era niña. Gracias a la cirugía terminé -dentro del traductorado- un posgrado de Relaciones Internacionales en la Facultad de Derecho de la UNT y ahora estoy preparando la tesis... Mi posgrado se lo debo a al avance de la tecnología y a los oftalmólogos. Ellos me abrieron el camino; hicieron que mis ojos me queden como un traje a medida... ¿Qué más puede pedir una persona que prácticamente veía al mundo como un cuadro sepia y sin vida?
"Mis nuevos ojos cumplieron un año el 17 y el 18 de octubre. Soy otra persona... Veo los paisajes nítidos, con los colores brillantes, como cuando era joven. Disfruto salir y mirar el mundo que me rodea... Además, estudio sin problemas de día y de noche. Nunca más necesitaré anteojos porque mis nuevos ojos ya tienen incorporada la lente multifocal...", celebra Sue con la simpatía y la verborragia que la caracterizan.
"La operación me cambió la vida. ¡No sabés cuánto lamento haber vivido tantos años viendo las cosas opacas, sin brillo y sin matices... Esforzándome para leer, para estudiar y hasta para caminar...!
- ¿Cuándo comenzaste a sufrir problemas visuales?
- La presbicia me sorprendió apenas cumplí los 40 años. Me acuerdo de que un día me levanté, me puse a leer LA GACETA y de repente comencé a notar que no veía bien. Me fui al oftalmólogo y me recetaron anteojos. Tiempo después empecé a ver borroso, tanto de cerca como de lejos. Me dijeron que tenía astigmatismo. Creo que sumé todos los defectos visuales juntos, porque mi visión fue empeorando en forma progresiva los últimos 18 años... (se ríe, sin disimular lo feliz que se siente). - Pero usabas anteojos... - Siempre me negué llevar anteojos para ver de lejos. Quizás de coqueta nomás. Solo los usaba para ver de cerca. Trataba de aprovechar al máximo la luz del día y por la noche iba aumentando la intensidad de la iluminación artificial. Pero todos los recursos se me fueron agotando. Era consciente de que mi baja visión me estaba limitando y, lo peor de todo, la lectura se me hacía más lenta. A veces les pedía a mis amigas que me leyeran los textos... Ahora me doy cuenta de todo el tiempo que desperdicié esforzándome. - ¿Tanto miedo le tenías a la cirugía? - Tenía un poco de miedo, pero la verdad es que a mi problema no le daba la importancia que requería. Vivo haciendo cursos de perfeccionamiento y siempre alcancé mis objetivos porque mis anteojos me lo permitían. Mi situación empeoró y llegó al límite con la aparición y la progresión de catarata. - Y finalmente decidiste hacerte operar. - Acepté el consejo de los doctores Navarro Zavalía y Garzón porque me contuvieron en todo momento, me aseguraron que recuperaría totalmente la visión. Me sentí cuidada, querida, mimada y esta atención tan personalizada me devolvió la seguridad que había perdido... Primero me operaron el ojo derecho y al día siguiente el izquierdo. ¡Salí viendo del quirófano! ¡No lo podía creer! Mi visión es la misma que tenía cuando era niña. Gracias a la cirugía terminé -dentro del traductorado- un posgrado de Relaciones Internacionales en la Facultad de Derecho de la UNT y ahora estoy preparando la tesis... Mi posgrado se lo debo a al avance de la tecnología y a los oftalmólogos. Ellos me abrieron el camino; hicieron que mis ojos me queden como un traje a medida... ¿Qué más puede pedir una persona que prácticamente veía al mundo como un cuadro sepia y sin vida?
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