29 Octubre 2012
ACOMPAÑADA. La mujer espera por una respuesta en la entrada del edificio. LA GACETA/ INÉS QUINTEROS ORIO.
Totalmente convencida que lo que le pasó a ella es una injusticia, Blanca Rosa Sara se encadenó hoy en el el edificio de la Dirección General de Rentas (DGR), exigiéndo que le devuelvan el trabajo o, al menos, que le expliquen los motivos del despido que se llevó a cabo el viernes pasado.
Su madre, Lucía Daniel, explicó a LA GACETA, que Sara fue con su hijo, de 16 años, al edificio y ambos se encuentran encadenados desde las 5 de la mañana y no se irán de allí hasta que el director de rentas, Pablo Clavarino, la reciba.
"Ella estaba efectiva en un a empresa de limpieza, llamada Beta, y junto a otros 15 empleados los eligen para llevarlos a Rentas, tres años atrás. Ante esta posibilidad, mi hija le pregunta al director cuál era el riesgo de perder el empleo, dado que en el otro ya se encontraba efectiva, y él le prometió que trabajando allí iba a estar contenta toda la vida", relató Daniel.
"No las pueden despedir, le habían prometido. Ellos eran los 16 mejores de Beta y por eso los llevaron a Rentas", subrayó la madre de Sara, que junto a otros empleados perdió su empleo la semana pasada. "Además, no le llegó ninguna carta de despido. Cuando ella fue al trabajo directamente le quisieron hacer firmar un papel para que acepte el despido, lo que ella se negó a hacer", contó Daniel. Tras el hecho, Sara, en su desesperación, subió a la terraza del edificio y pensó en tirarse, lo que finalmente, gracias a la insistencia de una compañera, no hizo.
Ahora Sara espera, encadenada, que alguno de sus jefes baje a dialogar con ella y a explicarle por qué la despidieron. "No le dieron ninguna razón", reitera su madre. LA GACETA ©
Su madre, Lucía Daniel, explicó a LA GACETA, que Sara fue con su hijo, de 16 años, al edificio y ambos se encuentran encadenados desde las 5 de la mañana y no se irán de allí hasta que el director de rentas, Pablo Clavarino, la reciba.
"Ella estaba efectiva en un a empresa de limpieza, llamada Beta, y junto a otros 15 empleados los eligen para llevarlos a Rentas, tres años atrás. Ante esta posibilidad, mi hija le pregunta al director cuál era el riesgo de perder el empleo, dado que en el otro ya se encontraba efectiva, y él le prometió que trabajando allí iba a estar contenta toda la vida", relató Daniel.
"No las pueden despedir, le habían prometido. Ellos eran los 16 mejores de Beta y por eso los llevaron a Rentas", subrayó la madre de Sara, que junto a otros empleados perdió su empleo la semana pasada. "Además, no le llegó ninguna carta de despido. Cuando ella fue al trabajo directamente le quisieron hacer firmar un papel para que acepte el despido, lo que ella se negó a hacer", contó Daniel. Tras el hecho, Sara, en su desesperación, subió a la terraza del edificio y pensó en tirarse, lo que finalmente, gracias a la insistencia de una compañera, no hizo.
Ahora Sara espera, encadenada, que alguno de sus jefes baje a dialogar con ella y a explicarle por qué la despidieron. "No le dieron ninguna razón", reitera su madre. LA GACETA ©