Otra vez en el centro del ring

Cristina Fernández asimiló el golpe social del 8N. En cierta medida, el anuncio de ayer sobre Ganancias atiende a uno de los reclamos de la clase media; ese que dice que el Estado deje de meterles la mano a los argentinos, porque el salario no es ganancia. Con el decreto que firmó, la Presidenta intenta ocupar el centro del ring en una disputa política que anticipa lo que será el año electoral. También ganar tiempo y que pierda fuerza el paro anunciado para el 20 por algunos sectores gremiales. Cristina contestó, en parte, la demanda sindical. Y postergó la discusión para más adelante, de tal manera que el porcentaje de suba del mínimo no imponible de Ganancias sea parte de las negociaciones salariales de marzo. La Casa Rosada ya les puso un techo a las paritarias de 2013: no más del 20% de reajustes en los salarios. El sindicalismo -afin y opositor- avisó ya que las recomposiciones deben estar a tono de la evolución inflacionaria real; no las del Indec.

El fisco se llevó gran parte del aumento salarial de este año (en torno del 24%). Y la excepción del pago de Ganancias para el segundo aguinaldo (puede significar un adicional de entre $ 500 y $ 2.000 por trabajador, según su nivel de ingresos). No es más que una devolución de un sistema tributario que debería ser revisado. A vuelo de pájaro, en Tucumán, la medida puede beneficiar a unos 135.000 trabajadores en relación de dependencia que tributan Ganancias.

Ahora, con la medida, ¿cuánto cede el Estado? Por más que la Presidenta diga que tiene un costo fiscal de $ 2.162 millones, casi todo ese dinero volverá -vía consumo- al Estado a través de la recaudación que ha mostrado signos de agotamiento por la desaceleración económica. La banca nunca pierde.

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