Por Natalia Viola
10 Diciembre 2012
Y SE ARMÓ. Todas las versiones en cumbia de los clásicos del rock, del pop y del melódico avivaron la fiesta. LA GACETA / FOTOS DE FRANCO VERA
Pasó lo siguiente. Son esas fiestas que esperás durante mucho tiempo porque sabés que, salvo que ocurra una catástrofe, será difícil aburrirse. Adivinás los personajes con los que vas a cruzarte, conocés el lugar, te gusta la música y vas con amigos: la receta del éxito.
El ánimo durante la previa del show en Central Córdoba era de fiesta. El lugar estaba distribuido como un gran boliche. Había barras, un espacioso vip, suficiente lugar como para circular y el cierre más esperado: Agapornis.
La edad del público era de lo más heterogénea. Desde adolescentes que no superaban los 14 años hasta padres con hijos que subían en sus hombros. Aunque sin duda los que abultaban más fueron los de veinteytantos y los de treintaytantos... El ambiente predominante confirmó -quiera Agapornis o no- que son cumbia cheta. Sin vueltas, por lo menos en Tucumán.
Todos llegaron seducidos por la posibilidad de cantar esos temas que Agapornis, en clave de cumbia, logró convertir en bailables. Y que para muchos de esa manera suenan mejor.
Quienes quisieron entrar en calor aterrizaron cerca de la medianoche y escucharon el rock de Valdez en la voz de "Chipi" Merino, hasta la 1.30. La media hora que faltaba para que llegara la banda platense la aprovechó el DJ para animar con música bolichera.
Sobraban las ganas
Después del preámbulo musical llegó el momento. A las 2 de la mañana aparecieron ellos con las corbatas rojas medio flojas, ya incorporadas como parte de su imagen. Arrancaron con el "Muelle de San Blas" y los varones le dedicaron más de un "no puede estar tan buena" a la cantante, Belén Condomí Alcorta.
La floja calidad del sonido hizo complicado entender algunas de las acotaciones que hacían los integrantes de la banda entre tema y tema. Pero las letras de las canciones no fueron un problema porque para el público resultaban archiconocidas y al momento de cantarlas ellos eran el amplificador.
El entusiasmo y las ganas de pasarla bien no decayeron ni un instante. El enganchado de covers tuvo su cumbre cuando los acordes anunciaron la inconfundible "Persiana Americana", de Soda Estéreo. Eso sí, los que anhelaban escuchar el "hasta dónde llegaré..." de Belén se quedaron con las ganas. El sonido no pudo asomarse por encima del nivel de la potencia del público.
Los amigos de La Plata presentaron dos reversiones nuevas: "Seguir viviendo sin tu amor", de Spinetta, y "Volverte a ver", de Juanes. Ninguna de las dos están incluidas en el CD "Volando con ritmo". No hubo quejas, a esas alturas el público hubiese pedido que reversionaran hasta el CD de Pimpinela.
A las 3.11 Agapornis se despidió con "Si te vas", de Shakira, y luego pidieron a todos los presentes que levantaran las manos e hicieran un corazón con los dedos para que ellos se sacaran una foto para el face.
Se los notaba entusiasmados con el público. Puede ser que todavía les dure el efecto sorpresa de pasar de jugar a cantar a ser una banda que tiene programadas giras de aquí a varios meses más por toda Argentina. Además, de saber que llenan fácilmente un club y que ponen a bailar a todas las edades.
Pero (¿siempre hay un pero?) visualmente la puesta en escena no superaba lo que una banda de secundario puede ofrecer. Ninguna marca gráfica señalaba que ellos eran Agapornis y no otro grupo. El fondo era una tela negra de la que prendían y apagaban luces navideñas.
En todo caso, esa cuota de show venía desde abajo, de la gente. Así, informales y sin escenografía, les dijeron que estaban dispuestos a bailarse todo. Y quizás era eso: una fiesta que a cada uno le trajo recuerdos de la secundaria, de los casamientos de amigos, de los cumpleaños de 15 o del boliche. Esos momentos en los que importa más con quienes los compartís.
Podrían ser dos las lecturas: "se les nota que todavía les gana la improvisación" o "se la jugaron y les salió bien". De cualquier forma el resultado que importa es que el público se desgargantó con cada cover y que ellos no van a desaprovechar el envión.
El ánimo durante la previa del show en Central Córdoba era de fiesta. El lugar estaba distribuido como un gran boliche. Había barras, un espacioso vip, suficiente lugar como para circular y el cierre más esperado: Agapornis.
La edad del público era de lo más heterogénea. Desde adolescentes que no superaban los 14 años hasta padres con hijos que subían en sus hombros. Aunque sin duda los que abultaban más fueron los de veinteytantos y los de treintaytantos... El ambiente predominante confirmó -quiera Agapornis o no- que son cumbia cheta. Sin vueltas, por lo menos en Tucumán.
Todos llegaron seducidos por la posibilidad de cantar esos temas que Agapornis, en clave de cumbia, logró convertir en bailables. Y que para muchos de esa manera suenan mejor.
Quienes quisieron entrar en calor aterrizaron cerca de la medianoche y escucharon el rock de Valdez en la voz de "Chipi" Merino, hasta la 1.30. La media hora que faltaba para que llegara la banda platense la aprovechó el DJ para animar con música bolichera.
Sobraban las ganas
Después del preámbulo musical llegó el momento. A las 2 de la mañana aparecieron ellos con las corbatas rojas medio flojas, ya incorporadas como parte de su imagen. Arrancaron con el "Muelle de San Blas" y los varones le dedicaron más de un "no puede estar tan buena" a la cantante, Belén Condomí Alcorta.
La floja calidad del sonido hizo complicado entender algunas de las acotaciones que hacían los integrantes de la banda entre tema y tema. Pero las letras de las canciones no fueron un problema porque para el público resultaban archiconocidas y al momento de cantarlas ellos eran el amplificador.
El entusiasmo y las ganas de pasarla bien no decayeron ni un instante. El enganchado de covers tuvo su cumbre cuando los acordes anunciaron la inconfundible "Persiana Americana", de Soda Estéreo. Eso sí, los que anhelaban escuchar el "hasta dónde llegaré..." de Belén se quedaron con las ganas. El sonido no pudo asomarse por encima del nivel de la potencia del público.
Los amigos de La Plata presentaron dos reversiones nuevas: "Seguir viviendo sin tu amor", de Spinetta, y "Volverte a ver", de Juanes. Ninguna de las dos están incluidas en el CD "Volando con ritmo". No hubo quejas, a esas alturas el público hubiese pedido que reversionaran hasta el CD de Pimpinela.
A las 3.11 Agapornis se despidió con "Si te vas", de Shakira, y luego pidieron a todos los presentes que levantaran las manos e hicieran un corazón con los dedos para que ellos se sacaran una foto para el face.
Se los notaba entusiasmados con el público. Puede ser que todavía les dure el efecto sorpresa de pasar de jugar a cantar a ser una banda que tiene programadas giras de aquí a varios meses más por toda Argentina. Además, de saber que llenan fácilmente un club y que ponen a bailar a todas las edades.
Pero (¿siempre hay un pero?) visualmente la puesta en escena no superaba lo que una banda de secundario puede ofrecer. Ninguna marca gráfica señalaba que ellos eran Agapornis y no otro grupo. El fondo era una tela negra de la que prendían y apagaban luces navideñas.
En todo caso, esa cuota de show venía desde abajo, de la gente. Así, informales y sin escenografía, les dijeron que estaban dispuestos a bailarse todo. Y quizás era eso: una fiesta que a cada uno le trajo recuerdos de la secundaria, de los casamientos de amigos, de los cumpleaños de 15 o del boliche. Esos momentos en los que importa más con quienes los compartís.
Podrían ser dos las lecturas: "se les nota que todavía les gana la improvisación" o "se la jugaron y les salió bien". De cualquier forma el resultado que importa es que el público se desgargantó con cada cover y que ellos no van a desaprovechar el envión.
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Agapornis