23 Diciembre 2012
BARRIO INDEPENDENCIA. La Policía custodió los puestos luego del ataque.
Comenzaron por los puestos de ropa, pero su intención -según una parte de los protagonistas-, era llegar hasta los de comida. Cerca de las 17, un grupo de personas atacó una tradicional feria de avenida Independencia al 3.200 -barrio Independencia-. Lograron sacar algunas prendas, pero se llevaron también la represión de los propietarios de los puestos. Debido a la trifulca, que obligó a la intervención de la Policía, un grupo de mujeres resultó con heridas leves.
Como consecuencia de la reacción de los feriantes, los "saqueadores" se dispersaron rápidamente. Los puesteros se apuraron, sin embargo, a armarse, para repeler un posible nuevo ataque. De hecho, convocaron a más integrantes de las familias que atienden los puestos de venta, y se organizaron: mientras unos se seguían encargando de las ventas, otros -por lo general, los hombres jóvenes- se paseaban por frente de la mercadería, dejando ver el palo o la cadena que pensaban utilizar como armas, en caso de un ataque. De todos modos, la mayoría comenzaba a desarmar los kioscos, porque ya había llegado la hora del cierre. Se quedó una guardia policial.
Durante la tarde, en especial, fluyeron las denuncias sobre saqueos, en distintas zonas de la capital y del Gran San Miguel. Se trataba de falsas alarmas. Fueron los casos de, entre otros, un almacén de Colón y Larrea o del Súper Changomas, de Banda del Río Salí. Este cerró temprano y montó una barricada de carritos en la puerta. Además, un importante número de policías montaron guardia, para impedir un eventual intento de saqueo.
Como consecuencia de la reacción de los feriantes, los "saqueadores" se dispersaron rápidamente. Los puesteros se apuraron, sin embargo, a armarse, para repeler un posible nuevo ataque. De hecho, convocaron a más integrantes de las familias que atienden los puestos de venta, y se organizaron: mientras unos se seguían encargando de las ventas, otros -por lo general, los hombres jóvenes- se paseaban por frente de la mercadería, dejando ver el palo o la cadena que pensaban utilizar como armas, en caso de un ataque. De todos modos, la mayoría comenzaba a desarmar los kioscos, porque ya había llegado la hora del cierre. Se quedó una guardia policial.
Durante la tarde, en especial, fluyeron las denuncias sobre saqueos, en distintas zonas de la capital y del Gran San Miguel. Se trataba de falsas alarmas. Fueron los casos de, entre otros, un almacén de Colón y Larrea o del Súper Changomas, de Banda del Río Salí. Este cerró temprano y montó una barricada de carritos en la puerta. Además, un importante número de policías montaron guardia, para impedir un eventual intento de saqueo.
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