Sonó el timbre, y los chicos del EPAM se pusieron al día

En el primer día de clases priorizaron las charlas y las recorridas por el nuevo edificio. Mayores sí, "viejos" no.

REENCUENTRO. Pocas clases pero mucho que conversar; los alumnos compartieron anécdotas de las vacaciones y cruzaron opiniones sobre el nuevo edificio. LA GACETA / FOTOS DE FRANCO VERA REENCUENTRO. Pocas clases pero mucho que conversar; los alumnos compartieron anécdotas de las vacaciones y cruzaron opiniones sobre el nuevo edificio. LA GACETA / FOTOS DE FRANCO VERA
25 Abril 2013

El día más esperado ha llegado. Desde que se despidieron el año pasado, los alumnos del Programa de Educación Permanente para Adultos Mayores de la UNT (EPAM) no veían las horas de volver a encontrarse en esa segunda casa que, para muchos, es el motivo de su felicidad. Ayer sonó el primer "timbre" del año, y ahora cuentan con una enorme ventaja: la casa que ocupan es propia.

Parecían chicos en escuela nueva. Subían y bajaban las escaleras para hacer el reconocimiento de las que serán sus aulas, copiaban en sus cuadernos los horarios de clases y, por supuesto, se ponían al día -café mediante- en el bar. Es que, en el espíritu, los alumnos del EPAM son prácticamente niños y "Tona" Sobrecasa lo sabe explicar muy bien: "nosotros somos mayores, que no es lo mismo que viejos. Los mayores tenemos proyectos, los viejos no", diferencia, y una de sus compañeras retruca: "yo ni siquiera llego a mayor, vos fijate". Las carcajadas retumban en la inmensidad del complejo Sarmiento y recién son las 8 de la mañana. Lo que no se puede saber, ni haciendo promesas, es la edad de "Tona": "ni loca le digo mi edad, hijo. Gasto una fortuna en tintura como para andar diciéndole", bromea.

En la cabecera de la mesa está el profe de tai-chi, Alberto Giménez. Su clase debió empezar a las 8, pero confiesa que, a pesar de ser el suyo uno de los talleres más convocantes -de hecho ya no queda lugar- el primer día de clases sólo se presentaron dos alumnas. "Pero me dicen que no empecemos hoy, se quieren quedar a tomar café, y otros quieren empezar en mayo", comenta el profe, entre desorientado y comprensivo. Y sí, ¿quién quiere entrar a un aula el primer día de clases...?

Los "chicos" del EPAM -así los llama Julio Melián, histórico arrendatario del bar- tendrán que darse tiempo para acostumbrarse al nuevo edificio. Además de las aulas, cuentan con un enorme salón central donde podrán hacer actividades, y un gran espacio verde para, por ejemplo, tomar clases de pintura. O para hacer asados, como estaban acostumbrados en el edificio de Rivadavia al 400. Ya no están en pleno centro y si bien para algunos queda "a trasmano", la mudanza también permitió abrir las puertas del EPAM a los vecinos de la zona. "Eso es bueno porque nos enriquece, nos permite conocer otras realidades", opina Delia Daluz, de 63 años, y alumna del EPAM desde hace 20.

Como casi todo primer día, la actividad fue a media máquina. Pero lo que importaba, en realidad, era el reencuentro.

PARA TODOS

Espacio compartido con toda la UNT
La nave central del edificio, donde funcionaban las máquinas de la usina, será compartida con el resto de la UNT. Las diferentes unidades académicas podrán utilizar las instalaciones para hacer actividades. En el primer y segundo piso se ubican las aulas y salones de clase.

Un futuro anfiteatro de gran capacidad
El arquitecto Carlos Prieto, titular de Planeamiento de la UNT, contó que en un futuro se realizaría un anfiteatro desmontable en la nave central del complejo Sarmiento. Explicó además que en una segunda etapa de obras se montará un ascensor para que los alumnos puedan acceder al segundo piso. Según la directora de EPAM, María Luisa Virla, al momento de distribuir las aulas tuvieron en cuenta las dificultades de algunos alumnos con movilidad reducida y evitaron asignarles salones en la planta alta.

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