El traumatólogo Zancolli cumplió 89 años, pero sigue operando como en sus años mozos

Eduardo Alfredo Zancolli disertó en Tucumán. El Gobierno lo designó "Huésped de Honor" y la Municipalidad, "Visitante Ilustre"

UN AS DEL BISTURÍ. Eduardo Zancolli -al igual de su maestro Ricardo Finochietto- afirma: el que dibuja bien, opera bien. El hace las dos cosas. LA GACETA / FOTO DE ANALIA JARAMILLO UN AS DEL BISTURÍ. Eduardo Zancolli -al igual de su maestro Ricardo Finochietto- afirma: "el que dibuja bien, opera bien". El hace las dos cosas. LA GACETA / FOTO DE ANALIA JARAMILLO
27 Mayo 2013

Uno de los protagonistas más importantes de la historia de la ortopedia y la traumatología nacional visitó Tucumán: el doctor Eduardo Alfredo Zancolli, "Maestro de la Medicina Argentina" y "Maestro de la Cirugía", entre otros numerosos galardones.

El docente, investigador, creador de técnicas quirúrgicas y disertante internacional -con más de medio siglo de trayectoria- fue distinguido en esta provincia por partida triple: el gobernador José Alperovich lo designó "Huésped de Honor" al recibirlo en la Casa de Gobierno; el intendente Domingo Amaya le entregó el título de "Visitante Ilustre de la Ciudad" en la Municipalidad, y la Asociación Tucumana de Ortopedia y Traumatología lo homenajeó durante el curso oficial de recertificación "por sus valiosos aportes a la medicina". Y, además, le festejó su cumpleaños.

Sí, el jueves 23 de mayo, el doctor Zancolli cumplió 89 años y lo celebró a su manera: por la mañana dictó una conferencia sobre cirugías en pacientes con artritis reumatoidea. Después, desde la platea -como si fuese un asistente más-, les hizo preguntas a los demás disertantes. Terminó la jornada celebrando junto a su esposa, su hijo, su nieto y sus discípulos.

Fiel a su perfil bajo -afirman quienes lo conocen- el doctor Zancolli no quería conceder ninguna entrevista. Pero ante la insistencia de LA GACETA aceptó amablemente el convite, aunque aclaró: "a las 15 tengo que ingresar al salón de exposiciones". Para reforzar su dicho, el doctor Enrique Ortega -uno de los coordinadores del curso que lo acompañaba- manifestó: "el doctor no duerme la siesta, es puntual, no se pierde ninguna charla y es muy activo, un trabajador incansable".

Hecha la advertencia -y café de por medio- el propio doctor Zancolli inició la conversación.

"¡Qué le puedo contar...! Que amo y extraño Chivilcoy, mi cuna natal. Ahí me crié, terminé la secundaria, me enamoré de Aurora Falabella -mi esposa y madre de mis dos hijos: Eduardo Rafael (médico) y Adriana- y decidí seguir los pasos de mi padre Eduardo Zancolli, que también fue médico", narró en tono afable y presto a seguir la charla.

-¡Cuántos Eduardo en la familia! ¿Todos ortopedistas y traumatólogos?

- Vamos por la cuarta generación de médicos 'Eduardos' (se ríe). Mi hijo y mi nieto EduardoPablo siguieron mi especialidad. Mi padre era médico de cabecera, un médico de familia de los de antes: atendía a los viejos, a los hijos, a los nietos...Cumplía las tareas de ginecólogo, de partero, de pediatra, de infectólogo, de psicólogo, de amigo, de vecino... Amaba profundamente su profesión. A veces, para atender partos domiciliarios tenía que recorrer caminos de tierra o de barro, si llovía. Iba como Dios lo ayudaba. No se olvide que estamos hablando de comienzos del siglo pasado...

- Lo admiraba...

- Por algo seguí sus pasos. Pero a diferencia de él, yo me recibí de médico, volví a Chivilcoy para casarme... (sonríe, hace una pausa, vuelve a sonreir). Luego me radiqué en la Capital Federal para especializarme en cirugía en la escuela del gran maestro, el doctor Ricardo Finochietto, en el Hospital Rawson. El doctor Ricardo junto a su hermano, doctor Enrique Finochietto,

crearon técnicas quirúrgicas innovadores para medidados del siglo XX.

- ¿Por qué se rió cuando recordó su casamiento ...?

- Le voy a contar algo que no quería hacerlo... Mi padre era profundamente radical. Cuando dije en casa que había vuelto a Chivilcoy para casarme con Aurora, él me preguntó: '¡¿quéee?! ¿te vas a casar con la hija de un conservador...?' (soltó una carcajada) ¡Las antinomias no son de ahora, existieron siempre...! Pero en mi caso, se impuso el amor.

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-Y ¿qué tal le resultó la conservadora...?

- Fantástica. Formamos una buena dupla. Al empezar a operar advertí que necesitaba un ayudante quirúrgico -no una instrumentadora- sino alguien que me colaborara en la cirugía. Comencé a entrenarla. Aurora fue mi primera ayudante quirúrgica, después la reemplazó mi hijo, luego lo tuve a mi sobrino político Juan Carlos Cagnone (también traumatólogo) y actualmente me ayuda mi nieto.

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- ¿Sigue operando...?

- ¡Por supuesto! Jamás dejé de hacerlo (levantó las manos para mostrar su pulso firme). Aprendí de Finochietto que el trabajo, el estudio, la dedicación pero sobre todo la práctica permanente hacen al buen cirujano. Opero, escribí cuatro libros -a mano y en una vieja máquina de escribir- y también dibujo. Esta habilidad heredé de mi madre. Ahora estoy preparando mi quinto libro sobre Anatomía: todos serán dibujos a mano alzada. Tendrá 75 páginas y lo haré imprimir en blanco y negro porque el color no me gusta para libros de medicina.

Como decía Finochietto: la práctica hace al cirujano. Y a sus 89 años el doctor Eduardo Alfredo Zancolli sigue haciendo gala de su digitación con el lápiz, la Olivetti y el bisturí.

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