El escándalo de la Brigada de Investigaciones es una comedia dramática que hace reír y asusta a la vez. No termina de resolverse, porque a las investigaciones judiciales se agregan nuevos hechos que vuelven más complejo el rompecabezas. En la trama hay sorpresas y explicaciones desopilantes, pero la red que une todas las piezas huele a corrupción.

La primera escena es la investigación de la fiscala Adriana Giannoni. Descubrió en febrero que la huella digital del sospechoso del robo (en septiembre) a la casa de Julia María Paz en el country Jockey Club era de un tal Maltés, quien en el momento del delito debía estar detenido en la Brigada. La sorpresa surgió porque Giannoni estrenó el flamante sistema nacional de identificación de huellas Sibios. Si no, jamás se hubiera descubierto la picardía. Se conjeturó que policías dejaban salir a presos para asaltar, cobrándoles "peaje", o bien participando del botín.

La segunda escena correspondió al fiscal Diego López Avila, quien investigaba dos robos ocurridos en marzo en el country "Cerro Azul", de donde se llevaron muchos dólares. La Brigada Norte (de Yerba Buena), entonces a cargo del comisario Marcos Goane, hizo un allanamiento, detuvo a una persona, secuestró un auto y armas. Alguien de esa Brigada Norte le avisó al fiscal Washington Navarro Dávila que uno de los asaltantes de "Cerro Azul" también estaba detenido en la Brigada de Investigaciones. Era "Teco", quien no figuraba en el libro de guardia de la sede policial. El comisario José Luis Salas, jefe de Investigaciones, dijo que se trató de una "mala interpretación". "Está mintiendo el comisario", bramó Navarro Dávila.

A partir de este momento comenzó a hincharse la pesquisa de Giannoni. Se hicieron allanamientos en las casas de 18 policías sospechosos de ser "sacapresos" y se pidieron cruces telefónicos en busca de claridad. Dicen que en un teléfono se encontraron mensajes de texto que develaron todo un sistema de entradas y salidas de presos y de visitas íntimas, de donde surgió el comentario de que la Brigada era un lugar de amplia diversión "tarifada".

Salas fue separado del cargo y quedó en la división Antiabigeato. Pero hace días fue ascendido a comisario general. La explicación oficial es que no se hace nada a nivel administrativo con él ni con los policías sospechosos porque Giannoni aún no levantó el secreto del sumario y no se sabe quiénes serán acusados. Menos Salas, todos siguen en la Brigada.

La cuarta escena es de la fiscala Mercedes Carrizo, que hizo detener al comisario Goane por la confusa pesquisa del asalto al shopping Solar del Cerro. No sólo demoró en avisar de un procedimiento, sino que las víctimas hallaron raro su accionar. Goane fue separado hace días de la Brigada Norte y cuando la fiscala Carrizo hizo allanar su domicilio le encontraron tres cheques por $ 200.000 cada uno, de ignoto origen.

El último episodio de la comedia fue el del martes, cuando fue descubierta una mujer con un preso en la Brigada a la 0.30. Dicen que era la esposa. Los policías explicaron que le permitieron quedarse "un ratito más". La hora de visita terminaba a las 18. Ese mismo día a las 23.30 fue asaltado el bar "El Gran Chef", de Catamarca y avenida Sarmiento (a tres cuadras de la Brigada) y cuando los dueños llamaron a Investigaciones, les dijeron que no les podían tomar la denuncia porque en ese momento había "una revuelta de presos".

Los fiscales están lejos de armar el rompecabezas, aunque parece sencillo. Algunos, como el gobernador, el secretario de Seguridad y el jefe de Policía, dirán que habrá "tolerancia cero para los policías corruptos". Otros podrán opinar que hasta ahora sólo se ve tolerancia, y esperarán un nuevo episodio, como el del martes, de la tragicomedia policial.

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