Por Nora Jabif
20 Junio 2013
En la historia de las instituciones, los hombres -y las mujeres - son, en general, sólo una circunstancia, a menos que sean líderes capaces de marcarle un rumbo a esa institución. En la Universidad Nacional de Tucumán (UNT), que este año vive las vísperas de su centenario, una retrospectiva incluirá en ese panteón, indiscutibles, los nombres de Juan B. Terán y Eugenio Flavio Virla, cada uno en su tiempo histórico. Luego se irán sumando al bronce, pero ya desde trincheras a veces enfrentadas, nombres como los de Julio Prebisch, impulsor de la universidad reformista de 1918 tras el rectorado de Terán, y el peronista Horacio Descole, timonel de la UNT entre 1946 y 1951. En lo que va del siglo XXI, la historia de la UNT se está escribiendo. Y quienes en las últimas décadas la capitanean durante cuatro u ocho años (hasta ahora, es el límite) son sólo circunstancias, en un momento en el que en la Universidad argentina ya no se discuten ideologías, sino el poder de los aparatos de turno y las militancias rentadas. En la UNT, el kirchnerismo tiene ahora las llaves de la caja en una institución que ya no vive la ilusión de las regalías de Minera Alumbrera; hasta ayer sólo podía pagar sueldos. Un escenario novedoso, para esta Universidad de cuño radical y "Franja morada" que en los últimos 30 años fue territorio de acumulación política para más de un dirigente rojiblanco: el diputado Luis Sacca y el senador José Cano son dos de los ejemplos más acabados de ese proceso en el que hoy se avizoran grietas.
La semana pasada, en una doble maniobra, el rector de la UNT, Juan Cerisola, acogió a dos funcionarios de la agrupación kirchnerista La Cámpora y desplazó intempestivamente a Susana Maidana, quien fuera no sólo su secretaria académica sino, además, una operadora política de fuste. Allegados a Maidana indican que a Cerisola no le gustó la insistencia de la doctora en filosofía en contra de una virtual movida reeleccionista del rector, para lo cual se requeriría la aprobación en el Consejo Superior de la reforma del estatuto de la UNT. El desembarco camporista fue en el Virla, donde la Marcha peronista sonó extraña, casi como un estreno; pero igual de extraña fue la presencia en el lugar del ex secretario de Bienestar Estudiantil de la UNT, Ramiro Moreno, procesado por la supuesta compra de votos para la dupla Cerisola -Bardón, en las elecciones de 2010. Al lado de Moreno, en la misma foto, revistaba el "zurdo" Morales, cuyo poder en la UNT trasciende el gremio de los no docentes, que él conduce, y que promete protagonismo en un eventual debate sobre la reforma del estatuto de la casa de Juan B. Terán.
Entre el jueves y el viernes últimos, tras la llegada de los camporistas al gabinete, no sólo Maidana, sino un grupo mayoritario de decanos (nueve o 10 de 13) le hicieron llegar también a Cerisola su rechazo a un intento de nuevo mandato. Ayer, declaraciones periodísticas del rector sonaron como un "operativo clamor". Dijo: "Hay grupos dentro de la UNT que por distintos motivos quieren reformar el estatuto: o por motivos académicos, o para tener voto completo en los Consejos Directivos, o para tener mayor representación...". Un anzuelo perfecto para los profesores, que buscan la carrera docente; para los no docentes, que buscan voz y voto en cuestiones académicas; para los estudiantes, que quieren ampliar su representación. Pero saben, todos, que si se abre una hendija para reformar el estatuto, la"re - re" meterá la cola. Hasta ayer, los decanos (de gran peso en el Superior) no habían hecho público su malestar ante esos cimbronazos que se digitan en Buenos Aires. Igual de cautos se mostraron, hasta ahora, aquellos que, como el radical Luis Sacca, pueden decir de Cerisola, sin lugar a error: "esta circunstancia es el hombre que yo inventé".
La semana pasada, en una doble maniobra, el rector de la UNT, Juan Cerisola, acogió a dos funcionarios de la agrupación kirchnerista La Cámpora y desplazó intempestivamente a Susana Maidana, quien fuera no sólo su secretaria académica sino, además, una operadora política de fuste. Allegados a Maidana indican que a Cerisola no le gustó la insistencia de la doctora en filosofía en contra de una virtual movida reeleccionista del rector, para lo cual se requeriría la aprobación en el Consejo Superior de la reforma del estatuto de la UNT. El desembarco camporista fue en el Virla, donde la Marcha peronista sonó extraña, casi como un estreno; pero igual de extraña fue la presencia en el lugar del ex secretario de Bienestar Estudiantil de la UNT, Ramiro Moreno, procesado por la supuesta compra de votos para la dupla Cerisola -Bardón, en las elecciones de 2010. Al lado de Moreno, en la misma foto, revistaba el "zurdo" Morales, cuyo poder en la UNT trasciende el gremio de los no docentes, que él conduce, y que promete protagonismo en un eventual debate sobre la reforma del estatuto de la casa de Juan B. Terán.
Entre el jueves y el viernes últimos, tras la llegada de los camporistas al gabinete, no sólo Maidana, sino un grupo mayoritario de decanos (nueve o 10 de 13) le hicieron llegar también a Cerisola su rechazo a un intento de nuevo mandato. Ayer, declaraciones periodísticas del rector sonaron como un "operativo clamor". Dijo: "Hay grupos dentro de la UNT que por distintos motivos quieren reformar el estatuto: o por motivos académicos, o para tener voto completo en los Consejos Directivos, o para tener mayor representación...". Un anzuelo perfecto para los profesores, que buscan la carrera docente; para los no docentes, que buscan voz y voto en cuestiones académicas; para los estudiantes, que quieren ampliar su representación. Pero saben, todos, que si se abre una hendija para reformar el estatuto, la"re - re" meterá la cola. Hasta ayer, los decanos (de gran peso en el Superior) no habían hecho público su malestar ante esos cimbronazos que se digitan en Buenos Aires. Igual de cautos se mostraron, hasta ahora, aquellos que, como el radical Luis Sacca, pueden decir de Cerisola, sin lugar a error: "esta circunstancia es el hombre que yo inventé".