Hollywood llora a un malo entrañable

Pasado de patovica, ojos melancólicos, la mochila de un personaje que pasó a la historia y una conciencia de su obesidad que lo empujó a afirmar que el verdadero legado de "Los Soprano" fue mostrar que los gordos también hacen el amor. Todos estos elementos formaban parte de la ecléctica personalidad de James Gandolfini, quien murió en Roma. Y a quien Hollywood despidió con desconsuelo.

El actor nació en Nueva Jersey hace 51 años. Y de joven se desempeñó como guardia de seguridad en distintos boliches de esa ciudad norteamericana. Su deseo de ser actor lo llevó a interpretar desde papeles insignificantes hasta roles secundarios en más de 50 películas y en obras de Broadway. Pero el salto a la fama mundial se produjo recién cuando encarnó al entrañable jefe mafioso Tony Soprano. La serie tuvo 86 capítulos y se convirtió en una de las más exitosas a nivel global. Incluso, en 2009 fue elegida como la mejor de su década. Lo confirman los cinco Globos de Oro y los 21 Emmys que ganó.

Tras confirmarse su muerte (sufrió un infarto masivo mientras descansaba en Roma junto a su familia), los amigos de Hollywood demostraron su dolor en las redes sociales. "Mis pensamientos y oraciones están con la familia de James Gandolfini", twitteó Robin Williams. "Jesús. El mundo acaba de perder a uno de sus más grandes actores. James Gandolfini ha muerto", se entristeció Ewan McGregor.

Malo de diván

Un psicópata con problemas domésticos. Gandolfini acercó el mafioso que sufre ataques de pánico al espectador, que se inquieta o se ríe al ver tan cercanos los miedos y fantasías del personaje. Depresivo y soñador, se entusiasma con los patos en su pileta o con una etérea estudiante italiana tanto como sufre con su madre manipuladora. Y aunque mata con precisión de cirujano, no maneja el cargo de conciencia, los problemas de la familia o de una mafia a la que el FBI le pisa los talones. Y va a la psiquiatra. Tony Soprano es temible como el mal mismo. Pero sus miedos y contradicciones son demasiado parecidos a las de la gente común. Eso lo hizo querible y cercano, y marcó para siempre al artista.

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