La ruta al altar empezó en un "Bon jour" on line

Recomiendan cuidar la información y las fotos que se compartenDeborah quería practicar su francés. Ollivier, enamorarse. Tras un año de citas on line decidieron casarse. Ella ahora vive en FranciaEl portal de citas online Match.com elaboró un ranking con los mitos que giran en torno a conocer a gente por internet

SI, ACEPTO. Momentos del casamiento entre Deborah y Ollivier. FOTO GENTILEZA DEBORA SERRANO  SI, ACEPTO. Momentos del casamiento entre Deborah y Ollivier. FOTO GENTILEZA DEBORA SERRANO
09 Agosto 2013

Deborah Serrano, de 39 años, no buscaba el amor, pero lo encontró. Estaba por recibirse de profesora de Francés y le pareció muy buena idea escribir en su muro de Facebook que quería chatear con franceses para poder practicar. "Con los únicos que podía charlar era con mis profesores", cuenta. Del otro lado del mundo, Ollivier Marquès, también de 39, sí buscaba el amor. Por eso se había anotado en varias páginas de citas online. Pero cuando vio el pedido de Deborah decidió ofrecerse gentilmente.

No se conocían. Con un "Bon Jour" que rompió el hielo comenzaron a escribirse. 

La química virtual fue instantánea, cuenta Deborah. Hablaban de todo: de libros, de la vida, de historia... "De todo menos de amor y computadoras", cuenta y se ríe. Ollivier es ingeniero en sistemas, pero le apasionan los libros y la música. Se pasaban horas y horas charlando. Ella desde aquí y él desde Velaux (a 30 kilómetros de Marsella). En el círculo de amistades de Deborah nadie sabía de esa relación porque ella intuía que todos comenzarían a advertirle acerca de los peligros.

Mientras su francés fluía como el aire, el amor crecía y exigía trascender esa barrera que les imponía la pantalla. Se habían conocido en mayo de 2011. En septiembre de ese año la hermana de Ollivier murió. Lo más increíble de todo es que Deborah le había advertido a él que alguna tragedia iba a suceder. "Había tenido una visión de un charco de sangre y se lo conté, pero no sabía si era un mensaje para nosotros o para alguien cercano", relata. Ya llevaban tres meses chateando a diario, así que se conocían. Ollivier creyó en las palabras de Deborah y tomó ciertos recaudos. Pero al final el mensaje no era para él.

"Después que pasó esto sus padres quisieron conocerme. Me invitaron a Francia", cuenta Deborah. Habían quedado impresionados con esa premonición y sintieron que algo especial la unía a ella con su familia. Deborah armó su valija y la de su hijo de 14 años para pasar las fiestas de fin de año en el continente Europeo. Sería la primera vez que se verían en vivo y en directo. En su interior, ella ansiaba saber cómo se llevaría él con su hijo; otras relaciones habían fracasado porque sus parejas no terminaban de acostumbrarse a que ella no estaba sola en este mundo.

Durante un mes salieron, pasearon y vieron si eran compatibles. La magia de esas conversaciones por internet no se había perdido con el contacto.

Llegó febrero y Ollivier le propuso casamiento. Hacía menos de un año que se conocían y sabían que si se habían encontrado era por algo. "Yo era mamá soltera y en ese país encontramos nuestro lugar en el mundo con mi hijo", reconoce.

El francés vino a Tucumán y se casaron en abril. Una boda sencilla, pero con mucha alegría. Y pensar que cuando ella contó que se iba a Francia a conocerlo le habían dicho de todo. "Me repetían que tuviera cuidado de que no me secuestraran, que podía ser una red de trata de personas", recuerda.

Pero ella tenía una corazonada.

Ollivier hasta ese momento no había tenido suerte en el amor. Por eso se había anotado en varias páginas de citas online. Hasta se había puesto a estudiar español. "El soñaba con conocer a una sudamericana", explica Deborah. Ahí fue cuando ella apareció de la forma menos pensada.

Cruzar el charco


Cambiar la dirección postal no fue fácil. La justicia tuvo que autorizar que su hijo se fuera a vivir en otro país con su mamá. "Hubo que llenar muchos papeles. Además tuvimos que demostrar que era un matrimonio sincero", explica. Recién en febrero pudo completar todos los trámites para inscribirse y poder trabajar como profesora de lengua extranjera.

Anotó a su hijo en un colegio de franceses y no para extranjeros porque no quería que lo vieran como alguien distinto. Cuenta que se adaptó muy bien y que sueña con ser piloto de avión. Los tres viven en una casa pegada a la de los padres de Ollivier. "Nunca pensé que por querer practicar el francés iba a terminar así. Lo bueno es que, a pesar de todo lo que me dijeron, triunfó el amor".

Atrae porque no tiene fronteras

"Creo que el deseo de encontrar a alguien trasciende todas las posibilidades y en este momento la web es una gran ayuda", opina Graciela Chamut, psicóloga especialista en Comunicación. Por supuesto que así como a algunos puede salirles bien, también hay que tener mucho cuidado. Sobre todo en la información personal que se comparte y en las fotografías.

El hecho de que muchos jóvenes estén anotados en un portal de citas -reflexiona la especialista- puede obedecer a que para ellos internet no representa algo ajeno. Lo tienen incorporado y les resulta muy natural conocer a alguien por ese medio. Romper con esa barrera de no tener contacto cara a cara termina siendo un problema más de los adultos. "Considero que es una forma moderna de conocer gente: ni mejor, ni peor".

Para muchos posee el atractivo de no tener límites de frontera ni de tiempo. "De repente estás chateando con alguien del otro extremo del globo. En los argentinos se da eso de que les atrae mucho un extranjero". A diferencia de otros países en los que generan desconfianza los foráneos, aquí el extranjero es tratado como alguien de una categoría superior.

Otro punto a favor es que ese contacto con alguien que no conocés le da a la persona la posibilidad de construirse de otra manera. "Es casi como en una cita, que uno se arregla para mostrar su mejor cara", comenta Chamut. El tema es cuando exageramos, ya que en algún punto la fantasía puede romperse.

Para los que ven a las citas como un momento de tensión, de nerviosismo y de fracaso la web resulta una aliada. Los tiempos -detalla la psicóloga- son otros, entonces, te da la posibilidad de pensar mejor qué es lo que vas a decir o contar. Ocurre algo similar con quienes suponen que sus atributos físicos no serán suficientes para que ocurra el flechazo. En la web se puede enamorar por el lado intelectual, por la sensibilidad y que no sea tanto la primera impresión (de la vista) lo que cuente.

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¿Qué hay de cierto? 

1 Las citas online son sólo para personas mayores: falso 


Más de la mitad de los registrados (55%) tiene entre 18 y 24 años, seguido por los que están entre los 25 y 45 años con el 21%, dejando el resto para los que tienen más de 46 años. Los jóvenes son muchos más.

2 La gente miente en Internet: es como en la 'vida offline' 

"Cuando conoces a alguien en un bar, un boliche o cualquier lugar uno queda expuesto a que la otra persona pueda inventar una historia. En las citas online pasa lo mismo", señala Mariela Stescobich, de Match.com Latinoamérica.

Es imposible formar una pareja seria: falso 

Muchas personas dicen que no existe la "química online", cuando en verdad se da el mismo proceso que en el "mundo offline". Cuando conoces a alguien por Internet podrás chatear y ver cuáles son sus intereses para ver si son afines con los tuyos.

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Una buena cita llega después de varias malas: falso 

"Hay casos de quienes conocieron a su pareja en el primer intento, como también quienes tuvieron que probar con varias personas antes de poder formar una relación seria. En las citas online pasa lo mismo", agrega Mariela. 

5 Las citas online son para los perdedores o nerds: falso 

"Las citas online están ganando reputación gracias a que son una forma cómoda de conocer gente nueva. Ya sea por las jornadas laborales o porque nuestros amigos están en pareja, ya no hay con quién salir a un bar", dice la experta.

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