Aquellos "cinemas paradiso" de nuestra infancia

Lo llamaban el Tulio, Don Orione, Ceferino Namuncurá y Fátima. No eran salas comerciales pero convocaban a niños y a la familia en pleno

EL TULIO. Las butacas siguen en la platea y la tertulia. Sólo falta la sala de proyección, al fondo y arriba, donde está el amplio balcón  EL TULIO. Las butacas siguen en la platea y la tertulia. Sólo falta la sala de proyección, al fondo y arriba, donde está el amplio balcón

Ella o él siempre quedaban en peligro. Ya sea al borde del abismo, en el centro de una explosión o en el medio de un incendio intempestivo. Y había que esperar hasta el próximo fin de semana. La angustia de entonces era como la sarna del refrán: con gusto no pica. Exhibían dos películas y una serie o tres filmes que se alternaban del sábado para el domingo: comedias, vidas de santos, cintas bíblicas, vaqueros. Producciones sin restricciones, aptas para todo público, familiares. Y además, formaban parte de la tarea evangelizadora.

A veces la convocatoria incluía los días de festividades religiosas. También era un "picadito" de fútbol en el patio del colegio, después del catecismo y al final, cine. Claro está eran otras épocas. Ni mejores ni peores que hoy. Sólo diferentes, distintas, con otros "códigos" como dice ahora la muchachada. Tiempos donde había que certificar la concurrencia a la misa de los domingos. Llegar a diario al almuerzo cotidiano. Tampoco había que mancharse o romperse el delantal.

Alegrías y fantasías

En esos ámbitos oscuros pero gratos, con butacas en las plateas como en los cines de verdad y hasta algunos con "gallinero" (tertulia), la tarde transcurría entre lágrimas, sonrisas y fantasías. La "colimba" (servicio militar) parecía una diversión en la pantalla. También el hijo millonario se enamoraba y casaba con la empleada de la casa. O la hija bonita, educada, aplicada y hacendosa del patroncito caía rendida ante la rectitud y honestidad del capataz o algún peón con sanas ambiciones de crecer y mejorar como ciudadano.

Cuatro salas

¡Cuantos recuerdos y travesuras de la infancia se acumulan en las salas de los cines parroquiales o de colegios! No hubo muchos pero desempeñaron un rol importante en la comunidad donde funcionaron. Los más conocidos fueron el Tulio, de avenida Mitre 312 (Colegio Salesiano Tulio García Fernández), Don Orione (Colegio de la Pequeña Obra de la Divina Providencia Don Orione), de República del Líbano 2.148; Ceferino Namuncurá, de Chacabuco y General Paz (Colegio Salesiano General Belgrano) y Fátima, de Santiago y avenida Salta (parroquia del Inmaculado Corazón de María).

La sala del Tulio

"El cine nunca fue rentable. Tampoco proyectábamos películas comerciales sino más bien de consumo familiar. Era una forma más de acercar a la gente a la comunidad salesiana", dijo a LA GACETA, el padre Amado Agüero, de 81 años.

El religioso recordó que la sala según tiene entendido fue remodelada por el arquitecto Graña y construida por Sollazo. "Aunque cuando llegué en el 66 a Tucumán ya estaba funcionando", aseveró. No obstante ello, en la investigación que realizó el profesor Ricardo Brunetti, sobre la historia de los cines de la capital tucumana, consigna que el Tulio fue un cine parroquial que funcionó entre 1967 y 1988. Lo cierto es que documentalmente no hay escritos que establezcan con precisión las fechas.

Mayor perdurabilidad

Lo claro y concreto es que fue el cinematógrafo de colegios o parroquias que más tiempo funcionó ya que la otra sala salesiana, el Namuncurá del Manuel Belgrano, abarcó un tiempo menor entre 1973 o 74 hasta fines de 1975 principios del 76.

En cambio, el parroquial Fátima, ubicado contiguo al templo del Corazón de María, proyectó filmes un poco más de cuatro años entre 1965 y 1969. El mismo período abrió la sala de Don Orione, que fue de significativa trascendencia para las familias de la zona noroeste de nuestra capital, pero entre 1975 y 1979.

Butacas y proyectores

Curiosamente tres de las cuatro salas parroquiales estaban provistas de butacas, a excepción de la localizada en Salta y Santiago del Estero. Pero de las cuatro sólo el Tulio conserva el lugar intacto, como un símbolo testigo de una época que alegró la niñez y adolescencia de varias generaciones. También el recinto de Don Orione sigue en pie. Claro está que ya fue desprovisto de las butacas. Estas fueron donadas y el amplio espacio se transformó en un salón multiuso del colegio ubicado frente al penal de Villa Urquiza.

"No recuerdo con precisión cual fue la primera película que vi en esos cines. Probablemente sería el Tulio, pero no lo puedo asegurar. Tenía 11 o 12 años. ME acuerdo de sus butacas chapeadas, de madera, en la platea. Después le agregaron la tertulia", contó Francisco Miguel Baltiérrez, de 58 años, que residía en las inmediaciones.

"La noche de las narices frías, un clásico de Walt Disney, disfruté en el Tulio -añadió Baltiérrez. Me acuerdo que ea la historia de de Pongo y Perdita, una pareja de dálmatas que vive feliz y rodeada de sus cachorros es asediada por una malvada mujer, Cruel De Vil, enemiga de los perros".

PADRE PIRULO.- "Por lo general alquilaban tres películas al señor Billoni de la Compañía Cinematográfica del Norte. El proyector lo manejaba el padre Celestino González, a quienes los alumnos le decían padre Pirulo. Incluso hubo algunos pupilos y también chicos que venían que les enseñó a manejar el proyector", contó el padre Amado Agüero, del Tulio (foto).

UN CLÁSICO.- "Vida, pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo" se programaba siempre en Semana Santa. Después comenzaron a pasarse otras versiones. La más difundida fue la de Franco Zefirelli.

ENTRADAS.- El precio de las entradas para los cines parroquiales eran muchos más económicas que las de las salas del centro y de los barrios. Pero las proyecciones eran discontinuas, es decir sábados, domingos y fiestas religiosas.

COMODIDADES.- El cine parroquial Fátima, de la esquina de Santiago y Salta (foto derecha), de esta capital era un salón para 250 personas. En cambio el Namuncurá del Salesiano tenía la misma capacidad, pero estaba equipado con butacas, que hoy aún se conservan en los depósitos del colegio y en la sala funciona el salón de actos, y se ingresa por Chacabuco.

CAPACIDAD.- El cine parroquial Don Orione, publicaba su programación en la cartelera de los diarios de la época. Tenía capacidad para más de 500. En la actualidad la sala de máquinas alberga hoy a la biblioteca del Colegio homónimo. 

PELÍCULAS.- "El Llanto de un ídolo y Un hombre llamado caballo, con Richard Harris; el musical Las aventuras de Tom Sawyer, con Johnny Whitaker y Jodie Foster; las películas de Walt Disney, Tarzán (de Jock Mahone y luego Ron Ely) y El Enmascarado Solitario los ví en el Tulio y en el Fátima", dijo Mario Galindo.

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