El cuestionado derecho a la intervención humanitaria es rechazado por la comunidad internacional

10 Septiembre 2013

Ricardo ArredondoDoctor en Derecho/Prof. de Der. Internac. Público (UBA) - Especial para LA GACETA

El Congreso de Estados Unidos debate la cuestión de las violaciones masivas a los derechos humanos en Siria, que incluye el ataque con armas químicas en el que murieron 1.429 personas, atribuido a Bashar Al Assad. Su decisión tiene importantes repercusiones para el conjunto de la comunidad internacional, ya que estamos ante la disyuntiva de una acción colectiva autorizada por Naciones Unidas o un ataque armado unilateral (intervención humanitaria) por EEUU y algunos otros pocos países que han decidido acompañarlo en lo que sería una nueva aventura al margen del derecho internacional.

Si bien los mandatarios en la reciente Cumbre del G20, en Rusia, expresaron su preocupación por la escalada del conflicto en Siria y sus efectos en la economía global, se observó una clara oposición respecto a la decisión de quién debe actuar. La presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, y su par ruso, Vladimir Putin, fueron acompañados por otros líderes en su oposición a la intervención militar; mientras que Francia, Turquía, Canadá y Gran Bretaña respaldaron el llamado del presidente de EEUU, Barack Obama, en su intento de utilizar la fuerza armada en respuesta a la supuesta utilización de armas químicas por parte del régimen de Al Assad.

Mientras tanto, según el New York Times, el Pentágono habría planificado opciones adicionales para atacar Siria, que podrían incluir el uso de bombarderos de largo alcance, y funcionarios estadounidenses habrían mencionado la posibilidad de que el Departamento de Defensa suplante a la CIA en la responsabilidad de formar a los rebeldes. Por su parte, según Reuters, la Guardia Revolucionaria de Irán habría ordenado a grupos militantes chiítas en Irak atacar objetivos estadounidenses si el Gobierno de Obama lleva a cabo una intervención punitiva.

Credibilidad en debate

Como lo expresaron los ex senadores estadounidenses, Joe Lieberman y Jon Kyl, en The Wall Street Journal, la decisión de EEUU de intervenir "humanitariamente" no busca proteger a la población siria sino a la "credibilidad" estadounidense. "¿Somos un país en el que nuestros amigos pueden confiar y nuestros enemigos temer; o nos perciben como una superpotencia disfuncional dividida y en retirada, cuyas palabras y advertencias ya carecen de sentido?". El senador Rand Paul manifestó que Obama y su Gobierno ven el voto en el Congreso como un voto de cortesía y, a pesar de que sólo el 9% de la población estadounidense apoya esta intervención e incluso si el Congreso votara en contra, el Presidente se reserva el derecho intervenir en un conflicto armado en otro país.

Como afirmé en diversos artículos, documentos y más extensamente en mi libro

Intervención humanitaria y responsabilidad de proteger: hacia un nuevo paradigma de protección de los Derechos Humanos

, ese alegado derecho de intervención humanitaria no existe o es rechazado por el conjunto de la comunidad internacional. Lo puso de manifiesto indirectamente el secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, al señalar que cualquier tipo de intervención armada en Siria debería contar con la aprobación del Consejo de Seguridad.

La acción de la ONU, que la Argentina ha apoyado en su carácter de miembro no permanente del Consejo, es una "acción colectiva de naturaleza humanitaria", en el marco del Capítulo VII de la Carta. Creo firmemente que deberíamos tomar un rol más activo en este tema, tomando en consideración la reconocida tradición argentina de defensa de los derechos humanos.

Si el equipo de inspectores de la ONU encontrara pistas que apunten a la culpabilidad de Al Assad, el Consejo debería emitir una resolución que condenara el uso de armas químicas y las violaciones a los derechos humanos en Siria; alentara fuertemente a ese país a unirse a la Convención sobre Armas Químicas, y autorizara una acción colectiva que implique, de ser necesario, el uso de todos los medios disponibles para poner fin a un conflicto que se ha cobrado más de 150.000 muertos, 2 millones de refugiados y casi 5 millones de desplazados internos. Más vale tarde que nunca.

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