Por Rubén Rodó
22 Septiembre 2013
En medio del ajetreo de la política comarcana, con la desesperación del Gobierno por conseguir, a cualquier precio, 30.000 votos más, para atemperar el papelón en las elecciones primarias, acaba de concluir en esta capital el XI° Congreso Iberoamericano de Derecho Constitucional. Hay que ponderar, antes que nada, que se haya elegido el terruño de Juan Bautista Alberdi para celebrar el onceno encuentro, como merecido reconocimiento al padre fundador de nuestra nacionalidad y lúcido organizador de la naciente República, en tiempos tormentosos de la Patria. Pero, a la vez, no deja de extrañar -y hasta causa estupor- que se realizara aquí, porque si hay, hoy, algún lugar en Occidente donde son notorios los déficits de la democracia y el atropello a la Constitución y al estado de derecho, ése es Tucumán, sin ninguna duda. .
Este rincón azucarado del subtrópico se alza como el ícono de la anti-república y del a-constitucionalismo, para no imitar nunca jamás en ninguna parte del planeta. Paradójicamente, Tucumán, a 30 años de la restaurada democracia, se convirtió en una tierra sin ley, donde priva la voluntad omnímoda del señor feudal que la gobierna. El solo hecho de que ambicione la perpetuidad en el poder -transita su tercer mandato consecutivo, cuestionado por ilegítimo e inconstitucional-, sin respeto por la división de poderes (con la Legislatura como sucursal del Gobierno y la Justicia condicionada por el poder político) es una prueba irrefutable de la degradación a que llegó el sistema republicano en el actual ejercicio.
Es lo que el Congreso Iberoamericano de Derecho Constitucional, precisamente, desmenuzó en sus sesiones, con sólidas exposiciones de sus participantes. Se condenó la reelección sin fin, la corrupción, la concentración del poder, el clientelismo, la falta de transparencia en los actos de gobierno, la inequidad social, la inseguridad, etc., etc. Todos estos males como flaquezas de las democracias débiles y derivaciones tóxicas de regímenes autoritarios, que asolaron -y asuelan- es continente americano no sólo en el siglo XX.
La tierra de Alberdi es una expresión tangible de esos enumerados flagelos tan dañinos. Hubiera sido bueno, para no hablar en abstracto, que el "caso Tucumán" se expusiera en una clínica especial, con la vivisección en profundidad de la Carta Magna provincial. Las personalidades que asistieron, para su asombro, se habrían enterado, en vivo, de que gran parte de las pústulas ajurídicas que se criticaron en la asamblea, siguen aún vigentes en pleno siglo XXI, en la provincia donde se juró la Independencia argentina.
Aquí, en José Jorge Alperovich se da una concentración hegemónica del poder como nunca ocurrió. Todo quedó plantado a fuego en la Constitución del 06 del 06 del 2006 por él impuesta a su medida, para satisfacer sus caprichos de tintes absolutistas. La Corte Suprema tucumana no reparó todos los daños institucionales. Quedan algunos irresueltos. Sólo aplicó parches, con una morosidad alarmante, tras infinitos tironeos y chicanas.
Entre las aberraciones jurídicas de la Ley de Leyes -en plena vigencia- figura el tercer mandato consecutivo. A pesar de que sólo permitía dos períodos consecutivos de gobierno, mediante un escapismo tangencial, una Corte de Conjueces, a impulso del vocal titular Antonio Gandur, con la firma de los camaristas Carlos Ibáñez y Raúl Díaz Ricci, convalidó la anomalía. Utilizó una imaginativa argumentación: la gestión inicial se la declaró inexistente. Tomó el segundo mandato como si fuera el primero, para así justificar el tercero como el segundo. ¿Cabe dentro del rigor jurídico tamaño absurdo? Picaresca criolla o realismo mágico a la tucumana. Es la gestión que ejerce actualmente el jefe del Poder Ejecutivo. Y va por más, según se desprende de sus propias confesiones.
La actual Constitución contiene, a siete años de sancionada, una cláusula de blindaje para el gobernador. Podría cometer cualquier tropelía en la administración y sería imposible su juzgamiento por juicio político. ¿Por qué? Porque la remoción de su cargo únicamente es posible con las tres cuartas partes del Parlamento, en tanto para los miembros de la Corte se necesitan dos tercios. Una canonjía que no tiene el presidente de EE.UU., el hombre más poderoso de la tierra.
Ese privilegio único, antirrepublicano, irritativo, pese al tiempo pasado, no fue resuelto todavía por los supremos cortesanos. Continúa en sesudos análisis. Ni que se tratara del caso Galileo Galilei. Los constitucionalistas Carmen Fontán y Luis Iriarte plantearon su inconstitucionalidad. La Cámara Contencioso Administrativa, Sala II, con la excusación de Rodolfo Novillo, hizo lugar al cuestionamiento. La causa llegó a la instancia de la Corte y ahí duerme un sueño sin fin. ¿No es un entuerto simple para resolverlo de un plumazo o se definirá cuando Alperovich deje el poder?
Qué ilustrativo hubiera sido que los académicos tomaran conocimiento de las cosas que se hicieron en Tucumán, para avergonzar a Alberdi, si viviera. A menos de 10 años de aquella mutación envenenada, el César de pago chico, en su angurria de poder sin fronteras, maniobra en las sombras para estirar su mandato hasta el día del Juicio Final, debilidad patológica de los mesiánicos y fenómeno extendido de las democracias en decadencia. Ante la nueva situación política surgida en la Argentina, planchó la idea hasta mejor ocasión. Puede habilitar la ley de necesidad de la reforma. Dispone en el Parlamento del número suficiente para hacerlo. De ahí a obtener la mayoría en la Asamblea Constituyente hay un empinado camino por andar.
Igualmente, hubiera sido bueno que se expusiera el caso Marita Verón y sus implicancias políticas, narrando el gesto del mandatario ante las imposiciones de la madre de la joven desaparecida. También las vicisitudes que pasó el camarista Emilio Herrera Molina hasta jubilarse, o las de su par Alberto Piedrabuena, que la Corte demora en resolver su retiro. En contraste, con toda premura reactiva el juicio político contra los dos magistrados, aún en proceso, que absolvieron por carencia de pruebas contundentes a los imputados por ese sonado affaire. De las falencias de la policía en la investigación, como las de la fiscal Adriana Cuello Reynoso en la instrucción de la causa, Susana Trimarco nada dijo.
Es de lamentar que ningún comprovinciano se haya tomado la molestia de exponer el caso sobre la Constitución tucumana, presentándolo en toda su desnudez y crudeza. Ni constitucionalistas, que los hay, ni académicos del derecho de las dos universidades -Nacional y Católica-, ni magistrado alguno, ni el Colegio de Abogados, levantó su voz condenatoria sobre lo que ocurre institucionalmente en los lares de Alberdi. Así, los participantes hubieran tenido oportunidad de conocer en directo el mamarracho jurídico que es la Carta Magna aldeana, todo para complacer al príncipe del que hablaba Niccoló Maquiavelo. Es un testimonio, acaso único. Sin ruborizarse, el Superior Tribunal, en pleno, recibió a los ilustres visitantes como si fuera la Corte de La Haya.
El organizador del encuentro continental fue el constitucionalista Sergio Díaz Ricci. Recibió felicitaciones por su tarea. El vocal del Tribunal de Cuentas y eterno aspirante a la Corte Suprema (sin suerte hasta ahora), tuvo la prudencia de no hablar en la inauguración del Congreso. Estaba la flor y nata del derecho constitucional. ¿Qué podría haber dicho? Poco y nada, que no volviera contra sí mismo como un bumerán. Él fue uno de los sostenes y exégetas del adefesio constitucional que parió Tucumán, en 2006, y salió a defender y difundir sus bondades por el país, como en el Encuentro de Profesores de Derecho Constitucional, en Paraná, en septiembre de 2007. Hubiera quedado muy mal parado ante sus colegas. Sabe que el silencio es salud y se preservó.
El papelón que el Gobierno no podía dejar de ofrecer a sus visitantes estuvo a cargo del presidente subrogante de la Legislatura y gobernador de a ratos. En el acto inaugural, Regino Amado, con una carencia imaginativa que ya no sorprende a nadie, soltó, sin inmutarse, que la asamblea continental de jurisconsultos significaba "expandir nuestros matices turísticos". Desopilante. Da la cabal estatura intelectual de los gobernantes. El PE tuvo la desfachatez de auspiciar la asamblea, aunque resulte increíble.
¿Empate o 3 a 1?
Un diputado más o uno menos: 2 a 2, o 3 a 1. Ese es el nudo central de la puja a dirimirse el 27 de octubre entre los dos José. Cano, con el Acuerdo Cívico y Social, pelea denodadamente por arrebatar a otro parlamentario a Alperovich y éste por retener al menos tres, después del sopapo que recibió en las primarias del 11 de agosto. El peronismo de la vieja guardia se muestra cada día más movedizo, dispuesto con todas sus fuerzas a jugar a las patas del caballo radical con el aporte del voto útil desde sus filas. No es una traición -se defienden-, sino la opción histórica de la coyuntura. El objetivo es harto conocido: debilitar a Alperovich hasta dejarlo exangüe y sacarlo de la cancha, en 2015, aprovechando la caída en picada de la reina Cristina.
Con la presencia de sus resucitados gladiadores ha constituido una mesa de enlace peronista, de conducción colectiva, donde sobresale Antonio Guerrero a la cabeza. A esa reunión asistió el líder radical. Cano fue recibido afectuosamente y hasta se le pidió que hablara. De hoy al último domingo de octubre, buscarán sufragantes peronistas para la bolsa de aquél. Según trascendió, Alperovich tiene en sus manos una encuesta en la que los números no lo favorecen. La verdad la destaparán las urnas. Página 12, que es el Boletín Oficial de la Casa Rosada, dice lo mismo.
Este rincón azucarado del subtrópico se alza como el ícono de la anti-república y del a-constitucionalismo, para no imitar nunca jamás en ninguna parte del planeta. Paradójicamente, Tucumán, a 30 años de la restaurada democracia, se convirtió en una tierra sin ley, donde priva la voluntad omnímoda del señor feudal que la gobierna. El solo hecho de que ambicione la perpetuidad en el poder -transita su tercer mandato consecutivo, cuestionado por ilegítimo e inconstitucional-, sin respeto por la división de poderes (con la Legislatura como sucursal del Gobierno y la Justicia condicionada por el poder político) es una prueba irrefutable de la degradación a que llegó el sistema republicano en el actual ejercicio.
Es lo que el Congreso Iberoamericano de Derecho Constitucional, precisamente, desmenuzó en sus sesiones, con sólidas exposiciones de sus participantes. Se condenó la reelección sin fin, la corrupción, la concentración del poder, el clientelismo, la falta de transparencia en los actos de gobierno, la inequidad social, la inseguridad, etc., etc. Todos estos males como flaquezas de las democracias débiles y derivaciones tóxicas de regímenes autoritarios, que asolaron -y asuelan- es continente americano no sólo en el siglo XX.
La tierra de Alberdi es una expresión tangible de esos enumerados flagelos tan dañinos. Hubiera sido bueno, para no hablar en abstracto, que el "caso Tucumán" se expusiera en una clínica especial, con la vivisección en profundidad de la Carta Magna provincial. Las personalidades que asistieron, para su asombro, se habrían enterado, en vivo, de que gran parte de las pústulas ajurídicas que se criticaron en la asamblea, siguen aún vigentes en pleno siglo XXI, en la provincia donde se juró la Independencia argentina.
Aquí, en José Jorge Alperovich se da una concentración hegemónica del poder como nunca ocurrió. Todo quedó plantado a fuego en la Constitución del 06 del 06 del 2006 por él impuesta a su medida, para satisfacer sus caprichos de tintes absolutistas. La Corte Suprema tucumana no reparó todos los daños institucionales. Quedan algunos irresueltos. Sólo aplicó parches, con una morosidad alarmante, tras infinitos tironeos y chicanas.
Entre las aberraciones jurídicas de la Ley de Leyes -en plena vigencia- figura el tercer mandato consecutivo. A pesar de que sólo permitía dos períodos consecutivos de gobierno, mediante un escapismo tangencial, una Corte de Conjueces, a impulso del vocal titular Antonio Gandur, con la firma de los camaristas Carlos Ibáñez y Raúl Díaz Ricci, convalidó la anomalía. Utilizó una imaginativa argumentación: la gestión inicial se la declaró inexistente. Tomó el segundo mandato como si fuera el primero, para así justificar el tercero como el segundo. ¿Cabe dentro del rigor jurídico tamaño absurdo? Picaresca criolla o realismo mágico a la tucumana. Es la gestión que ejerce actualmente el jefe del Poder Ejecutivo. Y va por más, según se desprende de sus propias confesiones.
La actual Constitución contiene, a siete años de sancionada, una cláusula de blindaje para el gobernador. Podría cometer cualquier tropelía en la administración y sería imposible su juzgamiento por juicio político. ¿Por qué? Porque la remoción de su cargo únicamente es posible con las tres cuartas partes del Parlamento, en tanto para los miembros de la Corte se necesitan dos tercios. Una canonjía que no tiene el presidente de EE.UU., el hombre más poderoso de la tierra.
Ese privilegio único, antirrepublicano, irritativo, pese al tiempo pasado, no fue resuelto todavía por los supremos cortesanos. Continúa en sesudos análisis. Ni que se tratara del caso Galileo Galilei. Los constitucionalistas Carmen Fontán y Luis Iriarte plantearon su inconstitucionalidad. La Cámara Contencioso Administrativa, Sala II, con la excusación de Rodolfo Novillo, hizo lugar al cuestionamiento. La causa llegó a la instancia de la Corte y ahí duerme un sueño sin fin. ¿No es un entuerto simple para resolverlo de un plumazo o se definirá cuando Alperovich deje el poder?
Qué ilustrativo hubiera sido que los académicos tomaran conocimiento de las cosas que se hicieron en Tucumán, para avergonzar a Alberdi, si viviera. A menos de 10 años de aquella mutación envenenada, el César de pago chico, en su angurria de poder sin fronteras, maniobra en las sombras para estirar su mandato hasta el día del Juicio Final, debilidad patológica de los mesiánicos y fenómeno extendido de las democracias en decadencia. Ante la nueva situación política surgida en la Argentina, planchó la idea hasta mejor ocasión. Puede habilitar la ley de necesidad de la reforma. Dispone en el Parlamento del número suficiente para hacerlo. De ahí a obtener la mayoría en la Asamblea Constituyente hay un empinado camino por andar.
Igualmente, hubiera sido bueno que se expusiera el caso Marita Verón y sus implicancias políticas, narrando el gesto del mandatario ante las imposiciones de la madre de la joven desaparecida. También las vicisitudes que pasó el camarista Emilio Herrera Molina hasta jubilarse, o las de su par Alberto Piedrabuena, que la Corte demora en resolver su retiro. En contraste, con toda premura reactiva el juicio político contra los dos magistrados, aún en proceso, que absolvieron por carencia de pruebas contundentes a los imputados por ese sonado affaire. De las falencias de la policía en la investigación, como las de la fiscal Adriana Cuello Reynoso en la instrucción de la causa, Susana Trimarco nada dijo.
Es de lamentar que ningún comprovinciano se haya tomado la molestia de exponer el caso sobre la Constitución tucumana, presentándolo en toda su desnudez y crudeza. Ni constitucionalistas, que los hay, ni académicos del derecho de las dos universidades -Nacional y Católica-, ni magistrado alguno, ni el Colegio de Abogados, levantó su voz condenatoria sobre lo que ocurre institucionalmente en los lares de Alberdi. Así, los participantes hubieran tenido oportunidad de conocer en directo el mamarracho jurídico que es la Carta Magna aldeana, todo para complacer al príncipe del que hablaba Niccoló Maquiavelo. Es un testimonio, acaso único. Sin ruborizarse, el Superior Tribunal, en pleno, recibió a los ilustres visitantes como si fuera la Corte de La Haya.
El organizador del encuentro continental fue el constitucionalista Sergio Díaz Ricci. Recibió felicitaciones por su tarea. El vocal del Tribunal de Cuentas y eterno aspirante a la Corte Suprema (sin suerte hasta ahora), tuvo la prudencia de no hablar en la inauguración del Congreso. Estaba la flor y nata del derecho constitucional. ¿Qué podría haber dicho? Poco y nada, que no volviera contra sí mismo como un bumerán. Él fue uno de los sostenes y exégetas del adefesio constitucional que parió Tucumán, en 2006, y salió a defender y difundir sus bondades por el país, como en el Encuentro de Profesores de Derecho Constitucional, en Paraná, en septiembre de 2007. Hubiera quedado muy mal parado ante sus colegas. Sabe que el silencio es salud y se preservó.
El papelón que el Gobierno no podía dejar de ofrecer a sus visitantes estuvo a cargo del presidente subrogante de la Legislatura y gobernador de a ratos. En el acto inaugural, Regino Amado, con una carencia imaginativa que ya no sorprende a nadie, soltó, sin inmutarse, que la asamblea continental de jurisconsultos significaba "expandir nuestros matices turísticos". Desopilante. Da la cabal estatura intelectual de los gobernantes. El PE tuvo la desfachatez de auspiciar la asamblea, aunque resulte increíble.
¿Empate o 3 a 1?
Un diputado más o uno menos: 2 a 2, o 3 a 1. Ese es el nudo central de la puja a dirimirse el 27 de octubre entre los dos José. Cano, con el Acuerdo Cívico y Social, pelea denodadamente por arrebatar a otro parlamentario a Alperovich y éste por retener al menos tres, después del sopapo que recibió en las primarias del 11 de agosto. El peronismo de la vieja guardia se muestra cada día más movedizo, dispuesto con todas sus fuerzas a jugar a las patas del caballo radical con el aporte del voto útil desde sus filas. No es una traición -se defienden-, sino la opción histórica de la coyuntura. El objetivo es harto conocido: debilitar a Alperovich hasta dejarlo exangüe y sacarlo de la cancha, en 2015, aprovechando la caída en picada de la reina Cristina.
Con la presencia de sus resucitados gladiadores ha constituido una mesa de enlace peronista, de conducción colectiva, donde sobresale Antonio Guerrero a la cabeza. A esa reunión asistió el líder radical. Cano fue recibido afectuosamente y hasta se le pidió que hablara. De hoy al último domingo de octubre, buscarán sufragantes peronistas para la bolsa de aquél. Según trascendió, Alperovich tiene en sus manos una encuesta en la que los números no lo favorecen. La verdad la destaparán las urnas. Página 12, que es el Boletín Oficial de la Casa Rosada, dice lo mismo.