El crimen de Paulina, un estigma para Alperovich

Así como el ex gobernador catamarqueño Ramón Saadi carga en sí y para siempre, con el asesinato de María Soledad Morales, y el santiagueño Carlos Arturo Juárez se fue de este mundo con el doble crimen de La Dársena -ambos hechos terminaron tumbando esas satrapías-, José Alperovich lleva, también, su propia cruz por el asesinato de Paulina Lebbos. Hasta que no se conozca la verdad del femicidio y se condene a los que participaron, en la sociedad continuará enraizada la convicción de que en el suceso estuvieron involucrados "los hijos del poder". De otra manera, no se explica tan extendido encubrimiento e impunidad. Es un estigma que el mandatario no podrá sacarse de encima, mientras no se dilucide. El jefe del PE insiste en llamar error a lo que fue un espantoso crimen.

El padre de la víctima, Alberto Lebbos, tiempo atrás, señaló en sede judicial a un vástago del gobernador y a otro de su secretario privadísimo, Alberto Kaleñuk, como implicados. Por ahora, nada se comprobó contra ellos. El cuerpo de la estudiante de ciencias de la comunicación se encontró, horrorosamente mutilado y lavado, en un zanjón camino a Raco, 13 días después de su desaparición, sin estar en total descomposición. Su deceso se produjo por estrangulamiento manual, según el informe forense.

La investigación de la muerte de Paulina, aún impune, a casi 8 años, tuvo un giro copernicano en apenas 48 horas. Su imprevisto estallido impactó de lleno en Alperovich y su familia. A pedido del fiscal Diego López Ávila, a cargo de la pesquisa, se ordenó la detención, primero, de Maximiliano Gallardo, de 34 años, empleado en un negocio de repuestos de autos, y después la de Luis Gómez, agente municipal. Ambos fueron imputados por el secuestro seguido de muerte de la joven. A más de estas detenciones iniciales, el caso cobró mayor resonancia, de pronto, con ramalazos en el palacio, al disponerse el apresamiento de dos altos ex jerarcas policiales: el ex subjefe de Policía, Luis Nicolás Barrera, y Héctor Rubén Brito, ex jefe de la Regional Norte, bajo cuya jurisdicción se produjo el asesinato. Ambos estaban en funciones y ahora se los acusa de encubrimiento. Por la carga inercial de la investigación, se prevén más detenciones, algunas de funcionarios que revistan al lado del zar.

Con sofisticadas tecnologías y cruces telefónicos -reclamados por Alberto Lebbos durante años-, se logró determinar que desde el celular de Paulina, el mismo día del crimen -26 de febrero de 2006-, se hicieron varias llamadas. Pero a su móvil -nunca encontrado-, le fue extraído el chip, colocándose otros pertenecientes a los detenidos. Esa es la prueba informática incriminatoria contundente de la imputación. ¿Cómo el celular de la estudiante pudo llegar a manos de los encartados? De ser ellos los que cometieron el femicidio, podrían ser condenados a prisión perpetua.

En medios conectados a la Fiscalía se parte de la convicción de que los detenidos -que niegan totalmente su participación en el ominoso suceso- por tratarse de quienes son, carecían de estructura, de logística y medios para mantener oculto el cadáver durante 13 días y después trasladarlo y arrojarlo donde apareció. Ergo, se busca a "peces gordos", con ataduras al poder, que habrían tomado intervención en el asesinato. La investigación apunta hacia arriba. Esto explica que la causa fuera "dormida", con un blindaje de encubrimiento inexpugnable en el ámbito gubernamental, policial y judicial durante tantos años. La policía de Alperovich hizo nada de nada por su esclarecimiento. La verdad es que la pesquisa a cargo del fiscal Albaca nunca llegó a buen puerto. Mientras tuvo el expediente, no imputó ni detuvo a nadie. Es un misterio que se debiera investigar. Hasta negó al padre de la víctima el acceso a la causa. Lebbos litigó largamente hasta que se reconoció su carácter de querellante.

A poco de producirse la desaparición de la joven, el gobernador reveló que conocía el nombre del asesino. A pesar de tamaña confesión, se llamó a silencio. Jamás aportó dato alguno a la Justicia, ni fue citado por los dos fiscales que tuvieron la causa. Alejandro Noguera intervino inicialmente. A éste la Fiscalía de Corte lo despojó del expediente al ser sorprendido a la salida del domicilio del mandatario, como lo revelaron las fotografías de LA GACETA. Poco después, como premio, fue ascendido a fiscal de Cámara. Tampoco la Corte Suprema se ocupó del caso en ese lapso interminable. Tomó un vigoroso impulso con la llegada del fiscal López Ávila, por decisión de la Casa Rosada. La inacción del fiscal Albaca, en el caso Paulina, bordea la complicidad, según la opinión del papá de la difunta. ¿No merece el pedido de juicio político por desidia, de parte de Lebbos?

Lebbos, en diálogo con esta columna, dijo estar convencido que en el crimen de su hija hay otros responsables, con poder, a los que sindicó con nombres y apellidos en una presentación que hizo ante el gobernador. Ahora, no puede Alperovich aducir desconocimiento -afirmó-, reiterando que hubo un deliberado encubrimiento de su parte. Esos ex funcionarios policiales, después del crimen, fueron nombrados como asesores en la Secretaría General de la Gobernación. La causa de la reciente renuncia de Oscar Bercovich a su cargo, habría sido justamente para no quedar enredado en los sucesos que derivarían. No habría otros motivos. Antes de que se desatara la tormenta por el caso Lebbos, el joven economista supo lo que se avecinaba y puso los pies en polvorosa. Su madre, Claudia Sdbar, es miembro del Supremo Tribunal.

El fiscal López Ávila hizo en siete meses lo que no pudo o no quiso hacer su par Carlos Albaca, en siete años. En ese período la causa estuvo en catacumbas, con pistas falsas, desbaratamiento de pruebas e impunidad. Las detenciones pegaron fuerte en la aldea y en el país. Las derivaciones del espantoso homicidio apuntan a la cumbre del poder tucumano. El grado de participación de cada responsable lo determinará la Justicia. El intrincado caso comenzó a desovillarse con el apresamiento de Gallardo. Este nada recuerda ahora por una repentina amnesia. La causa ya cobró un movimiento inercial que resultará difícil "plancharla". El fiscal López Ávila tomará licencia desde el 18 de ese mes. ¿Quién lo reemplazará? ¿Se declarará la causa asunto de feria? Si hay algo que desvela al mandatario es el crimen de Paulina, porque sabe como nadie las consecuencias políticas que lleva en sus entrañas. Todos los caminos conducen a Roma, la capital del Imperio donde habita el César.

Fronteras adentro del alperovichismo, ante la certeza de que su jefe no tendrá otra reelección, comenzó la diáspora y, en paralelo, conspiraciones que no se ocultan, como la liderada por el legislador José Orellana. El abogado con novel título se retobó cuando Alperovich, en un mal paso, armó a dedo la lista de candidatos a diputados y marginó de ésta al parlamentario. Con la derrota política reciente, al perder un diputado, así haya obtenido más votos, se descuajeringó la estantería oficialista, mantenida por el clientelismo y la billetera estatal. Quedó al desnudo que con las prebendas no alcanza, ante una sociedad hastiada de autoritarismo, corrupción y nepotismo.

Orellana, con todos sus petates y los de su hermano, el intendente, se cobijó bajo la carpa de Sergio Massa, a quien ya expresó su incondicional adhesión. No teme las represalias de quien fuera hasta ayer su patrón. "No nos quedaremos de brazos cruzados", anunció a este columnista, sin revelar las acciones a futuro, si Alperovich le corta los víveres. Confirmó que el viernes 20 Massa visitará Tucumán, como parte de una retahíla de actos en todo el NOA, con miras a posicionarse para el veinte quince.

El intendente de Tigre viene envuelto en vahos triunfalistas, después del duro golpe que asestó al aparato K en la provincia de Buenos Aires. El legislador famaillense dijo que abandonó definitivamente a Alperovich y está decidido a enfrentarlo. Cuando llegue Massa se reunirá con el empresariado tucumano en un hotel del Parque 9 de Julio y a la noche participará de un acto, a realizarse en Famaillá, en el que actuará el Chaqueño Palavecino.

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