Del dolor y la desesperanza surgen poderosas historias

Lo demostró John Steinbeck, de cuya muerte se cumplen 45 años. La Gran Depresión fue un tema central para el ganador del Nobel.

PINTOR DE SU TIEMPO. Esta foto de Steinbeck fue tomada por Robert Capa, amigo y compañero de trabajo. PINTOR DE SU TIEMPO. Esta foto de Steinbeck fue tomada por Robert Capa, amigo y compañero de trabajo.
17 Diciembre 2013
Consejo número 1: “abandona la idea de que algún día vas a terminar lo que estás escribiendo. De esta manera no te agobias, podés concentrarte en el trabajo y el final llegará como una sorpresa agradable”.

Lewis Milestone, John Ford, Victor Fleming, Elia Kazan y Alfred Hitchcock convirtieron a las novelas de John Steinbeck en grandes películas. El cine es una de las aconsejables puertas de ingreso a la obra del californiano, de cuya muerte se cumplirán el viernes 45 años. Ganador del Nobel y del Pulitzer, Steinbeck fue un hábil buceador entre géneros, aunque se lo reconoce como un eximio retratista del realismo social estadounidense.

Consejo número 2: “escribe con la mayor fluidez y velocidad que puedas, escúpelo todo en el papel; no corrijas ni reescribas hasta que termines”.

¿Cómo se puede asustar a un hombre que no sólo carga con el hambre de su vientre sino también con el de sus pobres hijos? No se le puede atemorizar porque este hombre ha conocido un miedo superior a cualquier otro. El fragmento de “Viñas de ira” (1939) desnuda la crudeza con la que Steinbeck pintó la Gran Depresión norteamericana. Es una historia cruzada por la desdicha y el dolor, protagonizada por una familia de granjeros obligada a desarraigarse de sus tierras en Oklahoma. El libro le valió el Pulitzer a Steinbeck y Henry Fonda protagonizó el filme, una obra maestra de John Ford.

Consejo número 3: “escribe para una sola persona, no para una masa desconocida a la que no puedes complacer por completo”.

Las vivencias que recogió Steinbeck mientras erraba por los polvorientos caminos de California salieron a la luz en “De ratones y hombres” (1937). Aquí son los amigos Lennie y George quienes recorren las rutas, empleándose aquí y allá, siempre con la Gran Depresión como escenario. Otra pintura de la pobreza y la desesperanza, encarnada en seres desamparados y carentes de futuro.

Consejo número 4: “si una escena o sección se te resiste, pero crees que es necesaria, déjala a un costado y continúa por otro lado. Cuando termines podrás regresar a ella. Tal vez descubras que la razón por la que te daba problemas era porque realmente sobraba o no encajaba ahí”.

James Dean alcanzó el estrellato gracias a su primer protagónico. Steinbeck se lo sirvió en bandeja y Elia Kazan puso la cámara. “Al este del paraíso” (1952) fue un vigoroso paso adelante en la carrera de Steinbeck. Él lo consideró su trabajo más logrado. La saga de las familias Hamilton y Trask se extiende durante décadas, a partir de la Guerra de Secesión, y le permite al autor meterse en lo más profundo de sus personajes. Hay varios planos de lectura e infinidad de metáforas en esta vuelta de tuerca sobre el más clásico de los temas: la tensión entre el bien y el mal.

Consejo número 5: “cuidado con una escena que te gusta demasiado, más que las demás. Es frecuente que destaque demasiado y que no termine de conjugar con el resto, y que ese favoritismo le reste verosimilitud”.

En “¡Viva Zapata!” (también del 52), Steinbeck abordó la vida del revolucionario mexicano. Lo interpretó Marlon Brando en la película de Elia Kazan, por la que Anthony Quinn ganó un Oscar. Otro personaje histórico con el que jugó Steinbeck fue Henry Morgan, aunque “La taza de oro” (1929, su primer libro) abreva en el fantástico. “El pony rojo” (1933), “Tortilla Flat” (1935), “En la jungla de la noche” (1950) y “El invierno de mi desazón” (1961) constituyen paradas ineludibles en el recorrido de la obra de Steinbeck. Había nacido en Salinas (California) en 1902, recibió el Nobel 60 años más tarde y murió el 20 de diciembre de 1968. Junto a sus libros dejó valiosas enseñanzas, como estos seis consejos imprescindibles para todo escritor.

Consejo número 6: “a los diálogos leelos en voz alta mientras los escribes. Así, la conversación parecerá más realista, se acercará más a la palabra hablada”.

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