18 Diciembre 2013
DESLUMBRANTE. Nicolás Riveros practicó kayak junto con Diego Pave y quedó maravillado por las bellezas del paisaje puntano. En la otra foto, el golero “santo” en una cabalgata con su hermano David.
Viajaron y dejaron las obligaciones atrás. El dueño de casa y el invitado partieron de La Ciudadela, derechito a San Luis, provincia natal de Diego Pave. Su huésped fue nada menos que Nicolás Riveros, que lo acompañó un par de días para aprovechar al máximo las vacaciones que les dio San Martín.
“Estamos descansando en el campo con mi papá Juan, mi mamá Mónica y mi hermano David. Mis otros hermanos viven afuera y vendrán para las fiestas”, cuenta el N°1 feliz en la distancia, disfrutando de la familia. “‘Nico’ vino conmigo unos días y se vuelve el viernes”, dice. “Me vuelvo porque el domingo cumple años mi novia y voy a pasar las fiestas con mi familia, por más que esta sea como una familia más para mí. Estoy disfrutando de ellos y sus amigos, que son muy buena gente”, responde el pibe, feliz con los puntanos. “Es que Diego es de 10, yo siempre digo que es mi hermano mayor”, resalta.
Concaran, un pueblo tranqui y con vegetación de sobra que se encuentra a 155 kilómetros al noreste de la capital de San Luis, recibió a los jugadores para una especie de turismo aventura que los despeja de toda obligación. “Siempre andamos en caballo, pasamos las tardes en el arroyo, yendo a pescar y a andar en Kayak”, cuenta el arquero. ¿El invitado la tuvo clara, o tuvo que aprender? Fue la consulta: “y… en kayak anduvo bien, en el caballo un poco con miedo, ja ja”, ríe Pave. “¡No sé de qué habla, si le di clases!”, responde “Nico” al toque y para no quedar colgado, aunque después dice la verdad el volante y revela que además de custodiar el arco de gran manera, Diego es un jinete que sabe: “él la tiene clara; yo me defiendo, nomás”.
La paz de San Luis es lo que fueron a buscar los jugadores, y es una costumbre que Diego le contagió al compañero. “Acá cambiamos el aire para encarar lo que viene, que va hacer más difícil que lo que fue este año. Siempre vengo para cargar pilas porque te desconectás de todo. Estar en el campo sólo con los animales es lo mejor”, recuerda.
“La verdad que lejos de todo te despejás mucho. Igual ahora ya empezamos a correr porque tenemos que hacer el plan de trabajo que nos dio el preparador físico”, dice Riveros.
La estadía en Concaran dejará anécdotas de sobra en los jugadores, como esa que ya recuerdan de “Nico” sin poder controlar a “San Francisco” (el caballo de la mamá de Pave), o en la que remarcan que en el kayak los dos remaron a la perfección, o la de la comida en escabeche que la abuela de Riveros le hizo llegar al 1, amante de aquellos almuerzos. “Mi abuela se las preparó para que traiga porque sabe que le encantan, pero él no le quiere convidar a nadie, ja ja”, cuenta el pibe.
Así, lejos de la bocha y con la cabeza puesta en cualquier cosa menos en el fútbol, los jugadores de San Martín buscaron escaparle al ritmo del Argentino A, que ya quedó parado pero que arrancará con todo en febrero de 2014. La pretemporada se larga el 4 de enero, y qué mejor que recargar pilas remando en vacaciones.
“Estamos descansando en el campo con mi papá Juan, mi mamá Mónica y mi hermano David. Mis otros hermanos viven afuera y vendrán para las fiestas”, cuenta el N°1 feliz en la distancia, disfrutando de la familia. “‘Nico’ vino conmigo unos días y se vuelve el viernes”, dice. “Me vuelvo porque el domingo cumple años mi novia y voy a pasar las fiestas con mi familia, por más que esta sea como una familia más para mí. Estoy disfrutando de ellos y sus amigos, que son muy buena gente”, responde el pibe, feliz con los puntanos. “Es que Diego es de 10, yo siempre digo que es mi hermano mayor”, resalta.
Concaran, un pueblo tranqui y con vegetación de sobra que se encuentra a 155 kilómetros al noreste de la capital de San Luis, recibió a los jugadores para una especie de turismo aventura que los despeja de toda obligación. “Siempre andamos en caballo, pasamos las tardes en el arroyo, yendo a pescar y a andar en Kayak”, cuenta el arquero. ¿El invitado la tuvo clara, o tuvo que aprender? Fue la consulta: “y… en kayak anduvo bien, en el caballo un poco con miedo, ja ja”, ríe Pave. “¡No sé de qué habla, si le di clases!”, responde “Nico” al toque y para no quedar colgado, aunque después dice la verdad el volante y revela que además de custodiar el arco de gran manera, Diego es un jinete que sabe: “él la tiene clara; yo me defiendo, nomás”.
La paz de San Luis es lo que fueron a buscar los jugadores, y es una costumbre que Diego le contagió al compañero. “Acá cambiamos el aire para encarar lo que viene, que va hacer más difícil que lo que fue este año. Siempre vengo para cargar pilas porque te desconectás de todo. Estar en el campo sólo con los animales es lo mejor”, recuerda.
“La verdad que lejos de todo te despejás mucho. Igual ahora ya empezamos a correr porque tenemos que hacer el plan de trabajo que nos dio el preparador físico”, dice Riveros.
La estadía en Concaran dejará anécdotas de sobra en los jugadores, como esa que ya recuerdan de “Nico” sin poder controlar a “San Francisco” (el caballo de la mamá de Pave), o en la que remarcan que en el kayak los dos remaron a la perfección, o la de la comida en escabeche que la abuela de Riveros le hizo llegar al 1, amante de aquellos almuerzos. “Mi abuela se las preparó para que traiga porque sabe que le encantan, pero él no le quiere convidar a nadie, ja ja”, cuenta el pibe.
Así, lejos de la bocha y con la cabeza puesta en cualquier cosa menos en el fútbol, los jugadores de San Martín buscaron escaparle al ritmo del Argentino A, que ya quedó parado pero que arrancará con todo en febrero de 2014. La pretemporada se larga el 4 de enero, y qué mejor que recargar pilas remando en vacaciones.