Por Juan Pablo Durán
26 Diciembre 2013
El 2013 que se diluye dejó varias enseñanzas a todos los políticos que buscarán, en 2015, conservar el poder y los cargos parlamentarios y ejecutivos obtenidos en los comicios de 2011. A pocos días de la llegada de un nuevo año, quienes gobiernan aprendieron que la sociedad ha cambiado. Ya no es la misma. Los tucumanos maduraron políticamente y comenzaron a entender cómo funciona la democracia y el sistema republicano que nos rige. Ya no hay un tejido social anestesiado. Tampoco hay letargo. Descubrieron que el Estado son todos los ciudadanos y no sólo la persona que nos representa. Entendieron, luego de 30 años de vigencia ininterrumpida de la Constitución, que es el pueblo quien gobierna, a través de sus representantes. Y que estos pueden ser castigados con un arma letal: el voto popular. Así lo demostraron en los comicios del 27 de octubre. Pese a que el oficialista Frente para la Victoria desplegó toda su maquinaria bolsonera -más de $ 30 millones en un solo día- los electores recibieron la prebenda pero votaron en contra. Y principalmente en la capital, donde el Acuerdo Cívico y Social realizó una histórica elección al vencer a los candidatos a diputado del oficialismo, encabezados por el ministro de Salud de la Nación, Juan Manzur. Primera lección: el bolsón y las obras de pavimento ya no son suficientes. Los tucumanos comenzaron a exigir calidad institucional.
Los desmanes del 10 y 11 del mes en curso que dejaron a Tucumán sumido en el caos, y la impericia del Gobierno en solucionar un problema marcó un antes y un después en los ciudadanos. Segunda lección: si el Estado está ausente, los tucumanos están dispuestos -peligrosamente- a reemplazarlo y detentar el monopolio de la fuerza pública, atribuida a la Policía. Durante las jornadas trágicas, los ciudadanos no tuvieron otra opción que armarse para garantizar su integridad y la de sus familias, como consecuencia del abandono de los uniformados que de manera extorsiva le exigieron un aumento salarial al Gobierno.
Por estos dos hechos concretos, 2014 será un año preelectoral significativamente difícil para los políticos tucumanos. Como está comprobado que la billetera ya no es suficiente para ganar elecciones, los candidatos tendrán que agudizar su ingenio para convencer a los votantes en 2015. Una pista: la sociedad está demandando con urgencia la aplicación de políticas de Estado destinadas a solucionar el problema de la inseguridad y la inflación, por caso.
Con las cartas en la mano
El próximo año será crucial. En 2014 empezarán a asomar la cabeza los candidatos que buscarán suceder en la gobernación a José Alperovich. Y sobre la estrategia que deberán implementar oficialistas y opositores por igual se tejen varias hipótesis. Hay quienes opinan que los postulantes deberán agudizar las contradicciones con el mandatario provincial. Hay otros operadores políticos, en cambio, que aseguran que será necesario esperar a que llegue 2015 para comenzar a poner las cartas sobre la mesa. “Nadie debe darse el lujo de escupir para arriba”, sostiene un veterano dirigente peronista que ya no ocupa un cargo electivo. Según los mentores de esta teoría, Alperovich y Amaya no están aún en condiciones de romper políticamente. Argumentan que si surgiese una alianza política entre Daniel Scioli y Sergio Massa, los mandatarios provincial y municipal podrían verse obligados a unificar al peronismo para enfrentar al radical José Cano . Porque si el alperovichismo y el amayismo deciden presentar candidatos a gobernador por separado, el único beneficiado -al haber tres fuerzas en pugna- sería el diputado radical.
Los desmanes del 10 y 11 del mes en curso que dejaron a Tucumán sumido en el caos, y la impericia del Gobierno en solucionar un problema marcó un antes y un después en los ciudadanos. Segunda lección: si el Estado está ausente, los tucumanos están dispuestos -peligrosamente- a reemplazarlo y detentar el monopolio de la fuerza pública, atribuida a la Policía. Durante las jornadas trágicas, los ciudadanos no tuvieron otra opción que armarse para garantizar su integridad y la de sus familias, como consecuencia del abandono de los uniformados que de manera extorsiva le exigieron un aumento salarial al Gobierno.
Por estos dos hechos concretos, 2014 será un año preelectoral significativamente difícil para los políticos tucumanos. Como está comprobado que la billetera ya no es suficiente para ganar elecciones, los candidatos tendrán que agudizar su ingenio para convencer a los votantes en 2015. Una pista: la sociedad está demandando con urgencia la aplicación de políticas de Estado destinadas a solucionar el problema de la inseguridad y la inflación, por caso.
Con las cartas en la mano
El próximo año será crucial. En 2014 empezarán a asomar la cabeza los candidatos que buscarán suceder en la gobernación a José Alperovich. Y sobre la estrategia que deberán implementar oficialistas y opositores por igual se tejen varias hipótesis. Hay quienes opinan que los postulantes deberán agudizar las contradicciones con el mandatario provincial. Hay otros operadores políticos, en cambio, que aseguran que será necesario esperar a que llegue 2015 para comenzar a poner las cartas sobre la mesa. “Nadie debe darse el lujo de escupir para arriba”, sostiene un veterano dirigente peronista que ya no ocupa un cargo electivo. Según los mentores de esta teoría, Alperovich y Amaya no están aún en condiciones de romper políticamente. Argumentan que si surgiese una alianza política entre Daniel Scioli y Sergio Massa, los mandatarios provincial y municipal podrían verse obligados a unificar al peronismo para enfrentar al radical José Cano . Porque si el alperovichismo y el amayismo deciden presentar candidatos a gobernador por separado, el único beneficiado -al haber tres fuerzas en pugna- sería el diputado radical.