31 Enero 2014
La tarjeta ciudadana debuta en el sistema de transporte de ómnibus en la capital tucumana. Se trata de una forma de pago del pasaje que reemplaza al cospel, como una forma de dinamizar, modernizar y hacer más seguro el sistema para usuarios, choferes y empresarios. No obstante, la implementación de la tarjeta comienza con dificultades producidas por inconvenientes operativos que obligaron a postergar el lanzamiento en dos ocasiones, y que hasta ahora no han sido solucionadas completamente.
En teoría, el sistema no debería representar mayores complicaciones para la comunidad, que durante muchos años ha utilizado los cospeles como forma de pago del pasaje, tras adquirirlos en quioscos. Había unos 600 puntos de venta de cospeles y el criterio con respecto a la tarjeta ha sido similar: la exigencia es que haya 300 bocas de expendio.
Las ventajas con respecto a los cospeles son muchas. Para los usuarios, que pueden adquirir varios viajes sin correr luego riesgos de transportar dinero; que tienen la posibilidad de usarla con saldo negativo (hasta dos veces) en caso de que no posean plata en un momento determinado, y luego pagar el viaje; y además. que en caso de perder la tarjeta tienen la posibilidad de llamar a un 0800 y recuperar el crédito que hayan tenido. En el caso de los choferes, ganan en seguridad, al no tener que hacerse cargo de la recaudación ni de verse obligados a dar cambio de dinero, lo cual también beneficia a las empresas. Por su parte, el Estado (la Municipalidad) gana en cuanto a la posibilidad de controlar mejor el funcionamiento del sistema.
Por estas razones se ha llegado a la actual circunstancia, que implica una modernización del transporte urbano esperada desde hace mucho tyiempo (el cospel llevaba 25 años de uso en esta capital).
No obstante, ponerlo en marcha ha significado más de un dolor de cabeza por varios motivos. En primer lugar, porque no se había llegado al mínimo estipulado de puntos de venta -hasta ayer había 194, más la promesa de que en los próximos días se habilitarán 50 más) y porque las expectativas de que se pueda adquirir las tarjetas en supermercadops aún no se han cumplido. Se espera que esto ocurra en breve. Además, aún no se ha podido introduicir en el sistema la tarjeta recargable, debido a problemas con importaciones derivados de los cimbronazos de la economía argentina de los últimos tiempos. En cuanto a los pocos puntos de venta, el sistema arranca con los mismos problemas del cospel en el sentido de que hay una gran concentración en el centro y mayores problemas en las zonas más alejadas. También ha habido alguna resistencia de parte de quiosqueros para aceptar las tarjetas a causa de que su margen de ganancia es menor que la del cospel (pasa del 3% al 1%) y además deben hacerse cargo del comodato del posnet. Al mismo tiempo, se han quejado por la irregularidad en la distribución de las tarjetas. Los empresarios de Transporte argumentaron, por ello, que el lanzamiento debía postergarse nuevamente.
No obstante, las autoridades han seguido adelante con la nueva situación y explicaron que los inconvenientes se irán superando con el tiempo. En este caso, cabe observar que todo esto debió haberse previsto para evitar estos inconvenientes para los usuarios, aunque es razonable pensar que el sistema debe comenzar a funcionar ya, sin más dilaciones. Para ello, todos los responsables deberían concentrarse en cumplir su parte. Los usuarios así lo esperan.
En teoría, el sistema no debería representar mayores complicaciones para la comunidad, que durante muchos años ha utilizado los cospeles como forma de pago del pasaje, tras adquirirlos en quioscos. Había unos 600 puntos de venta de cospeles y el criterio con respecto a la tarjeta ha sido similar: la exigencia es que haya 300 bocas de expendio.
Las ventajas con respecto a los cospeles son muchas. Para los usuarios, que pueden adquirir varios viajes sin correr luego riesgos de transportar dinero; que tienen la posibilidad de usarla con saldo negativo (hasta dos veces) en caso de que no posean plata en un momento determinado, y luego pagar el viaje; y además. que en caso de perder la tarjeta tienen la posibilidad de llamar a un 0800 y recuperar el crédito que hayan tenido. En el caso de los choferes, ganan en seguridad, al no tener que hacerse cargo de la recaudación ni de verse obligados a dar cambio de dinero, lo cual también beneficia a las empresas. Por su parte, el Estado (la Municipalidad) gana en cuanto a la posibilidad de controlar mejor el funcionamiento del sistema.
Por estas razones se ha llegado a la actual circunstancia, que implica una modernización del transporte urbano esperada desde hace mucho tyiempo (el cospel llevaba 25 años de uso en esta capital).
No obstante, ponerlo en marcha ha significado más de un dolor de cabeza por varios motivos. En primer lugar, porque no se había llegado al mínimo estipulado de puntos de venta -hasta ayer había 194, más la promesa de que en los próximos días se habilitarán 50 más) y porque las expectativas de que se pueda adquirir las tarjetas en supermercadops aún no se han cumplido. Se espera que esto ocurra en breve. Además, aún no se ha podido introduicir en el sistema la tarjeta recargable, debido a problemas con importaciones derivados de los cimbronazos de la economía argentina de los últimos tiempos. En cuanto a los pocos puntos de venta, el sistema arranca con los mismos problemas del cospel en el sentido de que hay una gran concentración en el centro y mayores problemas en las zonas más alejadas. También ha habido alguna resistencia de parte de quiosqueros para aceptar las tarjetas a causa de que su margen de ganancia es menor que la del cospel (pasa del 3% al 1%) y además deben hacerse cargo del comodato del posnet. Al mismo tiempo, se han quejado por la irregularidad en la distribución de las tarjetas. Los empresarios de Transporte argumentaron, por ello, que el lanzamiento debía postergarse nuevamente.
No obstante, las autoridades han seguido adelante con la nueva situación y explicaron que los inconvenientes se irán superando con el tiempo. En este caso, cabe observar que todo esto debió haberse previsto para evitar estos inconvenientes para los usuarios, aunque es razonable pensar que el sistema debe comenzar a funcionar ya, sin más dilaciones. Para ello, todos los responsables deberían concentrarse en cumplir su parte. Los usuarios así lo esperan.
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