22 Febrero 2014
UNA AYUDA. Bianchi no pierde de vista los pasos de Román y lo necesita para que el equipo encuentre el juego que no tiene.
BUENOS AIRES.- El ídolo está en su cuenta regresiva, recuperándose de un desgarro que lo hizo ver lo peor del equipo desde las gradas. Pero en Boca ya no tienen tiempo. Se le agota a todos para dar pelea y no sufrir en el futuro, y también a un Carlos Bianchi que jamás imaginó caminar por la cornisa como lo hace, sobre todo desde la caída en Rafaela. ¡S.O.S Juan Román! Es el cartel que cuelga en La Ribera. El equipo no tiene síntoma alguno de mejoría y por eso el “Virrey” concentró a Riquelme para el choque ante Estudiantes.
Al 10 de noviembre de 2013 se remonta la última victoria “xeneize” (2-1 sobre Tigre). Por eso la desesperación. Los ánimos no son para buenos, y ahora la responsabilidad le cae al 10, al más capaz para conducir y manejar el juego de un equipo que, en realidad hasta aquí, no tuvo ninguno. ¿Podrá ser el salvador un Riquelme a media máquina? ¿Hay ídolo que lo sea?
El gran interrogante se instaló hace rato, y mucho más ahora que el rival de turno es nada menos que el líder del Final, que llegará a La Bombonera con puntaje ideal y ocho puntos más que el anfitrión que pena. El enganche deberá hacer lo suyo, pero también tiene la misión contagiar al resto. Trabajar solo será imposible, y casi que no servirá de nada. Pero la fe se mantendrá intacta, al menos hasta ver qué es lo que hace el 10.
“Estamos esperando tener un resultado a favor porque esto tiene que cambiar”, sostuvo Bianchi con miras al duelo de mañana. “Es un momento duro, difícil, hay que seguir trabajando y lo haremos pensando en el partido difícil que tenemos con Estudiantes, que está primero”, siguió el técnico, esperando que su equipo haya tocado fondo para volver a despegar. Y Estudiantes será una muy buena medida. De lo contrario, la realidad podrá verse aún más oscuras que los números que últimamente identifican a Boca. Tres meses, una semana y cinco días es lo que lleva sin ganar, con cuatro derrotas y tres empates. Tremendo. (Especial)
Al 10 de noviembre de 2013 se remonta la última victoria “xeneize” (2-1 sobre Tigre). Por eso la desesperación. Los ánimos no son para buenos, y ahora la responsabilidad le cae al 10, al más capaz para conducir y manejar el juego de un equipo que, en realidad hasta aquí, no tuvo ninguno. ¿Podrá ser el salvador un Riquelme a media máquina? ¿Hay ídolo que lo sea?
El gran interrogante se instaló hace rato, y mucho más ahora que el rival de turno es nada menos que el líder del Final, que llegará a La Bombonera con puntaje ideal y ocho puntos más que el anfitrión que pena. El enganche deberá hacer lo suyo, pero también tiene la misión contagiar al resto. Trabajar solo será imposible, y casi que no servirá de nada. Pero la fe se mantendrá intacta, al menos hasta ver qué es lo que hace el 10.
“Estamos esperando tener un resultado a favor porque esto tiene que cambiar”, sostuvo Bianchi con miras al duelo de mañana. “Es un momento duro, difícil, hay que seguir trabajando y lo haremos pensando en el partido difícil que tenemos con Estudiantes, que está primero”, siguió el técnico, esperando que su equipo haya tocado fondo para volver a despegar. Y Estudiantes será una muy buena medida. De lo contrario, la realidad podrá verse aún más oscuras que los números que últimamente identifican a Boca. Tres meses, una semana y cinco días es lo que lleva sin ganar, con cuatro derrotas y tres empates. Tremendo. (Especial)
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