Una fiesta en paz, llena de niños y una alegría irrepetible

LA GACETA / FOTO DE OSVALDO RIPOLL LA GACETA / FOTO DE OSVALDO RIPOLL
27 Abril 2014
El público de Bella Vista no esperó hasta el final del partido para transformar la ciudad y el estadio, en una épica fiesta. Todos disfrutaron del ascenso y sin ningún tipo de incidentes, aún compartiendo la tribuna con la media centena de hinchas que llegaron desde Jujuy para ver al visitante.

Sorprendió que gran parte de los invitados eran niños y en todas sus formas. Adentro de una panza, en un coche, brazos, sobre los hombros, jugando a la pelota atrás de la platea o presumiéndose con miradas detrás de los celulares, como si fuera una matiné. 

Guadalupe Cantos, caminaba durante el entretiempo con Joan, su hijo de un año, subido encima suyo. “En el gol vio que todos aplaudían y los imitó”, cuenta. El pequeño es el ahijado de Álvaro  Cantos Campero, uno de los flamantes ascendidos. 

En el coche, descansa Nicolás Trimarco, de cinco meses. Álvaro, su padre, no dudó en traerlo. “No hay ningún tipo de miedo. Bella Vista es una fiesta, siempre”, opina. Belén Carranza y Lucía Quesada contestan a dúo que tienen 14 y que salieron volando de un shopping de Yerba Buena, donde suelen ir los sábados, para estar en la cancha. Tal como lo hicieron varios grupos de jovencitas.

Y ni que hablar de los más grandes. Con algo más de licencias a la hora de los festejos, invadieron el campo cuando terminó el partido (y un rato antes también). Un grupo había confeccionado una copa en referencia al título, en la que pusieron vino y se las fueron pasando a los miembros del plantel. 

Todos habían puesto de su parte para terminar celebrando. Ayer, Bella Vista fue una fiesta y lo mejor de todo, es que fue en paz.

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