Por Guillermo Monti
10 Junio 2014
EL ESTADIO QUE FALTA. El Mineirao de Belo Horizonte es el emblema de una ciudad bien futbolera, como Tucumán. Los frondosos árboles que lo rodean son otro símbolo que le dan el toque distintivo al lugar.
BELO HORIZONTE, (De nuestro enviado especial, Guillermo Monti).- Belo Horizonte es la Tucumán que soñamos. La clase de ciudad que podríamos tener. Como Tucumán, discurre entre ondulaciones, pequeños cerros colmados de verde. Como en Tucumán, prolifera una intensa vida académica y cultural. Como en Tucumán, la pasión se reparte entre el deporte (Cruzeiro vs Atlético Mineiro, el clásico de la provincia de Minas Gerais) y la música que fluye: no son zambas, es el samba que trasciende el carnaval.
Que se trate de una de las ciudades con mayor calidad de vida de América Latina es todo un título. Es que Belo Horizonte tiene árboles por todas partes. Ejemplares vistosos, frondosos, capaces de dar sombra y refrescar los 25° de promedio que se mantienen durante todo el año. Árboles, plazas, pequeños espejos de agua que serpentean entre los parques. ¿Por qué costará tanto cuidar el arbolado en Tucumán?
Lo que salta a la vista es la planificación. El aeropuerto está del centro a una distancia equivalente a la que media entre Famaillá y San Miguel de Tucumán. Se accede por una autopista de seis carriles. La burocracia se concentra en una joya: la “cidade administrativa”, ubicada en las afueras de la ciudad. A la policía se la ve en la calle. En las veredas no hay mugre. No existen los animales abandonados. Y eso que hablamos de una ciudad en permanente ebullición, conocida por los 14.000 bares en actividad y por la intensa vida nocturna. Tanta que, como se informó en repetidas ocasiones, la Asociación de Meretrices tarifó una hora de amor en 150 reales (más de $ 500), si se concreta en un hotel. En un auto, el costo baja a 80 reales.
Por supuesto que en una ciudad que cuenta con dos millones y medio de habitantes hay problemas. El tráfico, por ejemplo. La construcción de un metro bus -similar al que implementó Mauricio Macri en Buenos Aires- marcha lenta y rodeada de sospechas de corrupción.
Por supuesto que hay pobreza, notoria en algunos sectores favelizados del conurbano. No olvidemos que estamos en Brasil, uno de los países más desiguales del mundo en cuanto a distribución del ingreso. Lo que se aplica es ingenio para cambiar la realidad.
No a todos los mineiros (gentilicio de los habitantes de Minas Gerais, provincia de la que Belo Horizonte es capital) les gusta ser sede del Mundial. Ayer se realizó una marcha de los trabajadores docentes, en demanda de mejoras salariales y de condiciones de trabajo. “Gobernador, ¿por qué se gastaron tantos millones en la Copa con las carencias que tenemos?”, apuntaba el locutor. Eso sí: la marcha se efectuó sin cortar las calles, ya que todos transitaron ordenadamente por la mitad de la calzada.
Una definición para comparar ambas ciudades podría redondearse así: “Belo Horizonte, potencial aprovechado. Tucumán, potencial desperdiciado”. Focalizando la atención en el fútbol, porque a fin de cuentas el Mundial está a la vuelta de la esquina, el estadio Mineirao lo dice todo. ¿Cuándo contaremos los tucumanos con un escenario de esas características?
Lo positivo, siempre, es el aprendizaje. La certeza de que Tucumán es una tela en la que se pueden pintar los mejores colores. El financiamiento puro es el carro adelante del caballo. Primero está el proyecto, definir en qué clase de ciudad queremos vivir. ¿Por qué no tomar ejemplos como la magnética Belo Horizonte?
Que se trate de una de las ciudades con mayor calidad de vida de América Latina es todo un título. Es que Belo Horizonte tiene árboles por todas partes. Ejemplares vistosos, frondosos, capaces de dar sombra y refrescar los 25° de promedio que se mantienen durante todo el año. Árboles, plazas, pequeños espejos de agua que serpentean entre los parques. ¿Por qué costará tanto cuidar el arbolado en Tucumán?
Lo que salta a la vista es la planificación. El aeropuerto está del centro a una distancia equivalente a la que media entre Famaillá y San Miguel de Tucumán. Se accede por una autopista de seis carriles. La burocracia se concentra en una joya: la “cidade administrativa”, ubicada en las afueras de la ciudad. A la policía se la ve en la calle. En las veredas no hay mugre. No existen los animales abandonados. Y eso que hablamos de una ciudad en permanente ebullición, conocida por los 14.000 bares en actividad y por la intensa vida nocturna. Tanta que, como se informó en repetidas ocasiones, la Asociación de Meretrices tarifó una hora de amor en 150 reales (más de $ 500), si se concreta en un hotel. En un auto, el costo baja a 80 reales.
Por supuesto que en una ciudad que cuenta con dos millones y medio de habitantes hay problemas. El tráfico, por ejemplo. La construcción de un metro bus -similar al que implementó Mauricio Macri en Buenos Aires- marcha lenta y rodeada de sospechas de corrupción.
Por supuesto que hay pobreza, notoria en algunos sectores favelizados del conurbano. No olvidemos que estamos en Brasil, uno de los países más desiguales del mundo en cuanto a distribución del ingreso. Lo que se aplica es ingenio para cambiar la realidad.
No a todos los mineiros (gentilicio de los habitantes de Minas Gerais, provincia de la que Belo Horizonte es capital) les gusta ser sede del Mundial. Ayer se realizó una marcha de los trabajadores docentes, en demanda de mejoras salariales y de condiciones de trabajo. “Gobernador, ¿por qué se gastaron tantos millones en la Copa con las carencias que tenemos?”, apuntaba el locutor. Eso sí: la marcha se efectuó sin cortar las calles, ya que todos transitaron ordenadamente por la mitad de la calzada.
Una definición para comparar ambas ciudades podría redondearse así: “Belo Horizonte, potencial aprovechado. Tucumán, potencial desperdiciado”. Focalizando la atención en el fútbol, porque a fin de cuentas el Mundial está a la vuelta de la esquina, el estadio Mineirao lo dice todo. ¿Cuándo contaremos los tucumanos con un escenario de esas características?
Lo positivo, siempre, es el aprendizaje. La certeza de que Tucumán es una tela en la que se pueden pintar los mejores colores. El financiamiento puro es el carro adelante del caballo. Primero está el proyecto, definir en qué clase de ciudad queremos vivir. ¿Por qué no tomar ejemplos como la magnética Belo Horizonte?