Siempre está la oveja negra

Nigeria e Irán aburrieron en un 0-0 que le da más aire de grandeza a la Selección

FEO, FEO. Odemwingie, de Nigeria, se anticipa en el aire a Haji Safi, de Irán, en un partido con poco brillo y cuidado del balón.  REUTERS FEO, FEO. Odemwingie, de Nigeria, se anticipa en el aire a Haji Safi, de Irán, en un partido con poco brillo y cuidado del balón. REUTERS
El análisis de los futuros rivales de la Selección coincidió con el peor partido en lo que va del Mundial. No sólo por el 0 a 0 que conspira contra el interesante promedio de goles que mantiene el torneo; también por la pobreza de ambos equipos y su incapacidad para lastimar al rival. Si Argentina era favorita a ganar la zona en el conteo de porotos previo, ahora resulta impensable que no se alce con los 9 puntos. Debería mediar un milagro o una hecatombe futbolística para que ocurra lo contrario. Lo atractivo de los Mundiales es que todo puede pasar.

El debut de iraníes y nigerianos no estuvo a la altura de una Copa del Mundo. Fue un duelo de selecciones de tercer orden, con la peor Nigeria que se vio en mucho tiempo y un adversario entusiasta y ordenado, aunque absolutamente inofensivo. Atención: no es una gran noticia para Argentina que lo aguarden estos rivales. Cuando se allanan los caminos los niveles de exigencia se mantienen bajos. En un Mundial conviene recorrer la pista salteando obstáculos fuertes, porque es el modo de cohesionar a un equipo y de potenciarle la voracidad.

Irán trata de manejar la pelota con respeto. Es un sello de los equipos del portugués Carlos Queiroz. Ayer agrupó mucha gente cerca de su área y raspó en la media cancha. Sólo se aproximó una vez al gol, con un cabezazo de Reza Ghoochannejad que tapó el arquero. La única fórmula que intentaron los persas fue la del centro. Ensayaron algún disparo de media distancia, por lo general con la pelota en la tribuna como destino final. Con orden y corazón rescataron un punto que les abre la puertita de la ilusión. En un grupo como este, ¿por qué no? Claro que para eso tendrían que ganarle a Bosnia. El pronóstico es reservado.

Uno de los escenarios posibles entre las conjeturas premundialistas era el siguiente: Argentina y Nigeria ganaban sus compromisos iniciales y definían el primer puesto en Porto Alegre. Pero esa era la Nigeria fuerte y peligrosa de campeonatos anteriores. Este equipo va para adelante sin la menor idea, comete errores infantiles, choca. Además carece de las figuras de antaño. La estrellita, John Obi Mikel, fue un turista en la tarde de Curitiba. Tampoco asomó Emmanuel Emenike.

Nigeria manejó más la pelota que Irán, pero no lo hizo mejor. Es cierto que en el repaso de las escasas jugadas de peligro se acercó un poco más. Abusó de los centros. Incapaz de herir al rival hilvanando algún movimiento colectivo trató de llevárselo por delante, pero el portento físico de otras épocas quedó licuado por su propia inoperancia.

Lo peor que podría hacer Argentina es confiarse. Si Irán tomó tantos recaudos para frenar a los nigerianos es sencillo deducir lo que hará el sábado en Belo Horizonte. Para Messi y compañía la misión será demoler con paciencia y precisión en velocidad el vallado defensivo. Al desorden nigeriano se le juega con inteligencia y, esencialmente, controlando la pelota. Para ambos partidos la Selección acumula una sobreabundancia de puntos en la mano. Enfrenta el tapete con el macho, la hembra y el siete de espadas. Habrá que cuidarse de un falta envido que haga trizas el tablero.

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