Historias íntimas de un circo que tiene una rica tradición

UN GRAN COCINERO. Marcelo Schnell, uno de los choferes del Rodas, prepara pollo al disco para sus compañeros. UN GRAN COCINERO. Marcelo Schnell, uno de los choferes del Rodas, prepara pollo al disco para sus compañeros.
02 Julio 2014
Las fotos de familia son con nariz roja y ropa brillante. El hogar es una casilla rodante. Hay mucha vocación. Hay ganas de recorrer y conquistar públicos. Así se presenta la vida en el campamento del Maravilloso Circo Rodas, en Belgrano al 3.400, donde viven más de 100 personas.

Este histórico circo volvió a Tucumán después de 20 años. Se quedará en la provincia todas las vacaciones de julio, presentando diversos espectáculos, entre los que se destacan las aguas danzantes y el globo de la muerte, entre otros. Los usuarios del Club LA GACETA tendrán el beneficio del 2 por 1 durante su estadía.

Todo circo tiene historias curiosas. Y este no es la excepción. Está el caso del mago, Ariel Heredia, que estuvo más de 10 años haciendo shows en barcos y ahora se sumó al espectáculo de la carpa. Jorge Riveiro, el dueño del circo, es de San Pablo (Brasil). Su historia es digna de ser guionada para el cine. El se fue de su casa a los 13 años. Empezó vendiendo golosinas hasta que se coló en un circo que pasó por la ciudad.

Con tiempo y esfuerzo, pudo agregar a sus responsabilidades la de repartir volantes. Así pasó sus años hasta que pudo ser accionista. Adquirió el Rodas hace tres años. A su esposa, María José Pintos, también la conoció en un circo. Ella era de una tradicional familia circense.

En su juventud hacía acrobacias en el aire, colgada de su pelo, según contó. La mayoría de los integrantes del Rodas nacieron y se criaron en un circo. Para los chicos de esta gran familia viajera, el mayor problema son los estudios. Tienen que hacer “verdaderos malabares” para terminar de cursar la primaria y la secundaria.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios