Por Guillermo Monti
04 Julio 2014
ESQUEMA. Sabella deslizó que utilizará el mismo dibujo táctico que en los partidos anteriores. REUTERS
En el estadio "Mané Garrincha" hay 72.778 asientos, 20 ascensores, 276 baños, 54 bares y 24 palcos que parecen la suite de un sultán. Por los pasillos de esta maravilla enclavada cerca del centro de Brasilia caminó Alejandro Sabella para hablar en la previa del partido con Bélgica. Nadie esperaba precisiones sobre el equipo que alineará mañana y, por supuesto, no las dio. En eso el DT es intransigente. Pero sí se prendió en una discusión cuando le sugirieron que había desequilibrios en el armado del plantel: muchos volantes y pocos delanteros. Y de paso dejó una definición que es compartida por el pueblo futbolero: no quedar entre los cuatro primeros será una frustración. Eso dijo, frustración; no usó la palabra fracaso.
Después de la conferencia de prensa Sabella se dirigió al campo de juego para conducir una práctica liviana. Los arqueros pelotearon a un costado y el resto del grupo –Agüero incluido- hizo algunos movimientos con pelota.
El entrenador sigue atentamente la evolución de Agüero y se ilusiona con la posibilidad de que vaya al banco mañana. ¿Jugará unos minutos? Sólo en caso de extrema necesidad. A la hora del fútbol, ya sin la prensa en los palcos, asomó una formación con dos cambios: Basanta por lesionado Rojo y Demichelis por Federico Fernández. ¿Será la definitiva?
"Al equipo lo tengo en la cabeza, pero primero lo voy a conversar con los muchachos", apuntó Sabella. Lo de siempre. Tampoco profundizó en el análisis de Bélgica; sólo remarcó que disfruta una generación dorada
similar a la de la década del 80, con figuras que actúan en los principales clubes de Europa. "Habrá que tomar recaudos cuando no tengamos la pelota", destacó.
Le preguntaron más de una vez sobre el éxito y el fracaso y Sabella intentó ser cuidadoso con las respuestas. Reconoció lo determinante que es conseguir buenos resultados, pero sostuvo que el trabajo de tres o cuatro
años no puede supeditarse a lo que ocurra en un partido. "En un club un técnico tiene que formar jugadores, dejar una base –indicó-. En la Selección es más o menos lo mismo". Y para graficar la importancia de superar los cuartos de final, instancia en la que Argentina viene desinflándose desde hace 24 años, la comparó con cruzar el Rubicón. Es el río que pasó Julio César para convertirse en monarca absoluto de Roma.
Lo más interesante se produjo cuando le advirtieron que, para jugar 4-3-3, le están faltando delanteros en el plantel, mientras tiene volantes que no utiliza. "Es al revés –dijo Sabella-. Hay delanteros que juegan de
volantes. Lo hizo Lavezzi y lo hizo Palacio. Si Palacio no hubiera colaborado en la mitad de la cancha el gol a Suiza no habría existido. Fue Palacio el que robó la pelota y se la dio a Messi con ventaja".
Con mayor énfasis del que suele emplear, seguramente algo molesto por la observación, Sabella recalcó que en el fútbol de hoy lo importante es ocupar los espacios, y puso como ejemplos en ese sentido a Barcelona, Real Madrid y Bayern Munich. "Nuestro equipo no ha llegado al nivel que pretendemos –aceptó-. Hay atenuantes, pero me los reservo".
"Los argentinos siempre pensamos que somos más de lo que somos. Es una cuestión cultural. Cuando era chico escuchaba que éramos los mejores y nunca habíamos ganado un Mundial”, advirtió Sabella. Le habían preguntado
si pensaba que la Selección está sobrevalorada por el público y por la prensa. Habló de un Mundial difícil, parejo, lleno de sorpresas, y puso como ejemplo a Costa Rica. "El mundo del fútbol se ha globalizado y esa es
la realidad", remarcó.
El DT no es afecto a hablar de sus jugadores, pero se tomó un tiempo para elogiar a Higuaín. "Tuvo problemas físicos al final de la temporada. Estaba dolorido y no pudo entrenarse al 100% -comentó-. Sin embargo, contra Suiza fue el que más corrió. Él juega para el equipo, esperemos que se le dé el gol".
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