Los hinchas argentinos sólo piensan en conseguir una entrada

"Me pidieron 2.000 dólares, es mucha plata. Voy a esperar un poco, a ver si consigo a otro precio", contó Manuel. LA GACETA en Brasil.

ASOMBRADO. A Manuel le impactó la imponencia del estadio de Itaquera. LA GACETA / FOTO DE GUILLERMO MONTI ASOMBRADO. A Manuel le impactó la imponencia del estadio de Itaquera. LA GACETA / FOTO DE GUILLERMO MONTI
"Cuando terminó el partido con Bélgica le dije a mi señora: yo me voy a Brasil. Y me vine". Así de simple y de expeditivo fue el trámite para Manuel González. Ahora está admirando la imponencia del estadio de Itaquera, acompañado por un grupo de argentinos. Hay una bandera de Catamarca, otra de Córdoba y un par de camisetas de Rosario Central. Una banda heterogénea y multiprovincial, unida en pos del objetivo que desvela a cientos de argentinos: conseguir entradas para el partido con Holanda.

La lluvia se largó fuerte a la madrugada y acompañó el amanecer en San Pablo. Agua bendecida por los paulistas, que estaban hartos de la sequía, pero que dificulta los movimientos en una ciudad desconocida. A esta megalópolis gris, ocupada 100% en lo que puede ocurrirle a Brasil frente a los alemanes (es un semiferiado), arribó por la mañana la Selección. Las selfies de rigor se dispararon vía Twitter, para demostrar que el ánimo del plantel es óptimo, al tiempo que los jugadores se blindaban en el hotel.

Mientras, los hinchas recorrían el Fan Fest y los aledaños, buscando revendedores. La investigación policial empezó a desnudar la mafia que se enriquece con las entradas y por eso las operaciones son mucho más encubiertas. "Me pidieron 2.000 dólares, es mucha plata. Voy a esperar un poco, a ver si consigo a otro precio", apunta Manuel sin perder la fe. Son alrededor de 20.000 los argentinos que aterrizarán en San Pablo, y cientos de ellos vienen con el dinero en el bolsillo y la ilusión de encontrar un ticket a tiro.

Más lejos, en el Pacaembú, Holanda desarrolló el último entrenamiento antes de la semifinal. El césped del tradicional estadio aguantó a la perfección el aguacero, por lo que –una vez desalojada la prensa- el DT Van Gaal dispuso movimientos tácticos. Van Persie no se exigió y el gigante Krull ensayó en uno de los arcos, dispuesto a seguir estudiando a los lanzadores de penales argentinos.

"Iba a venir con un par de amigos, pero al final se borraron. Por eso me mandé solo –explica Manuel-. Mi mujer se llama Alejandra y en esta me bancó. Fui a la terminal y quedaba un solo pasaje a Foz do Iguazú. De ahí tomé un coche de Crucero del Norte y acá estoy, después de 48 horas arriba de los ómnibus". Manuel es empleado de comercio, vive en el barrio Farmacéutico (a la altura de Gobernador del Campo al 1.500) y la camiseta delata su fanatismo por San Martín. Posó con el Arena Corinthians de fondo y el pulgar arriba.

Sabella hablará alrededor de las 19 con la prensa. Nadie espera que anuncie el equipo, va en contra de su estilo y de una cábala que le dio resultado en los cinco partidos anteriores. A la siesta el agua le dio un respiro a San Pablo, pero el pronóstico no es alentador. Los satélites anticipan que mañana a las 17, cuando empiece el partido, seguirá lloviendo.

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